El domingo, 21 de febrero de 2010

I DOMINGO DE CUARESMA

(Génesis 15:5-12.17-18; Filipenses 3:17-4:1; Lucas 9:28-36)

Decían que tenía mandíbula de barro. No obstante debía haber tenido un puñetazo fuerte. Pues el señor Floyd Patterson fue el primer boxeador de peso pesado para perder y ganar de nuevo el campeonato. Después de este triunfo Patterson publicó un libro titulado Victoria sobre mí mismo. Esta frase puede servir como la meta de la Cuaresma. Durante estos cuarenta días queremos superar nuestros impulsos interiores. Ciertamente vemos a Jesús logrando una tal victoria en el evangelio hoy.

Primero, el diablo atrae a Jesús con pan. Todos nosotros conocemos este tipo de tentación. Lo experimentamos cada vez que sentimos el deseo en nuestros apetitos sensuales. Cuando queremos tomar la cuarta cerveza o cuando deseamos vislumbrar la pornografía, estamos siendo tentados con el pan del diablo. Este pan no sólo satisfaría el hambre de Jesús sino le serviría en el ministerio que está para empezar. Si estuviera a cambiar piedras en panes, no habría fin de la fila de sus seguidores. Ésta es similar también al impulso de los padres para ganar el afecto de su muchacho por comprarle una i-fono. Deberían darse cuenta que pueden lograr el verdadero amor de sus hijos sólo con el cuidado continuo.

Por supuesto, nuestras tentaciones no son limitadas a los apetitos sensuales. Como cuando el diablo promete a Jesús todos los reinos del mundo en cambio por su adoración, nos tentamos a hacer lo malo para lograr lo bueno. Quisiéramos mentir en la solicitud para conseguir un empleo que pague mejor. Fácilmente podemos imaginar lo atractivo de este tipo de tentación para Jesús. El mundo entero asistiría a misa todo domingo si él hincaría la rodilla ante el diablo sólo una vez. Los políticos aceptan esta oferta cuando se declaran a favor de la libertad a abortar para asegurar sus elecciones. Todos tienen que entender que no se puede lograr lo verdaderamente bueno por hacer lo malo. A menudo tales esfuerzos terminan en desastre como cuando corremos los semáforos rojos.

Queda otro tipo de tentación más pernicioso aún. Deseamos que Dios nos sirva, que Él nos venga como un mayordomo con el chasquido de nuestros dedos. Tal vez no pensemos en nosotros como ordenando a Dios, pero ¿no estamos distorsionando nuestra relación con Dios así cuando acudimos a la iglesia sólo el Miércoles de Ceniza o cuando ponemos una medalla en el carro pero manejamos sin atención al camino? En Getsemaní Jesús estará tentado a someter a su Padre a su propio deseo de seguir viviendo. Ruega a Dios, “…líbreme de este trago amargo”, pero añade, “…no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Durante la Cuaresma nosotros aprendemos a seguir a Jesús en su sumisión a Dios Padre. Por nuestra oración, ayunar, y caridad nos mostramos a nosotros mismo como sus siervos, no lo contrario.

Deberíamos notar como Jesús se aprovecha de las Escrituras para resistir los asaltos del diablo. Dice a su tentador: “’No sólo de pan vive el hombre’”; “’Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás’”; “’No tentarás al Señor, tu Dios’”. La Palabra de Dios nos provee a nosotros también con un arma poderosa para defendernos en la lucha contra el pecado. Ya tenemos estos cuarenta días de Cuaresma para profundizarnos en ella. Sólo por meditar en las lecturas de la misa, que son llamativas, podríamos lograr mucho. Es verdad que también el diablo puede citar la Biblia como cuando dice en la lectura hoy: “’Los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte,…’”. Por eso, queremos rezar para que el Espíritu nos ilumine el significado verdadero de los pasajes.

A veces vemos caricaturas de un tentador con cola asomando de su posterior. Ojala que fuera tan fácil reconocer al enemigo. Pero el diablo astuto no se identifica así. Viene en formas más cotidianas – el deseo en nuestros apetitos sensuales, la posibilidad para conseguir una gran porción de lo bueno por un pequeño acto malo, y la distorsión de la religión. En todas estas tentaciones queremos recurrir a la Palabra de Dios. Queremos da eco a Jesús en Getsemaní: “’No se haga mi voluntad, sino la tuya.’”

No hay comentarios.: