El domingo, 6 de agosto de 2023

LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR

(Daniel 7:9-10.13-14; II Pedro 1:16-19; Mateo 17:1-9)

Probablemente todos hemos visto las fotos espectaculares del Telescopio James Webb.  Por más que un año el telescopio ha sido transmitiendo imágenes de estrellas en los rincones del universo.  El brillo, los colores, y las formas extraordinarias crean maravillas más impresionantes que el mejor despliegue de fuegos artificiales.  Se puede decir que la Transfiguración de Jesús en la montaña tiene el mismo efecto.  Los discípulos predilectos reciben una vista estupenda como si viniera de otra galaxia.

Al evangelio no le falta la descripción animada.  Dice que el rostro de Jesús se pone “resplandeciente como el sol” y sus vestiduras se vuelven “blancas como la nieve”.  Crea una vista cautivadora como el Taj Mahal en la India o la escultura “La Piedad” por Miguel Ángel en la Basílica de San Pedro. 

Con Jesús en la cima de la montaña aparecen Moisés y Elías.  Ellos representan el Testamento que culmina con la venida del Mesías. Moisés es asociado con ambos el Éxodo de la esclavitud egipcia y la Ley.  Elías fue el más grande y el más perseguido de los profetas antiguos.  Parados con Jesús, ellos indican que el Mesías sufrirá mucho para liberar al pueblo del dominio del pecado.

La escena tiene que cambiar a cualquiera persona que la vea.  Pedro, Santiago, y Juan no volverán como las mismas personas que eran cuando llegaron a la cumbre.  Ni nosotros escuchando la historia podemos quedarnos no afectados.  La belleza de Jesús resplandeciente y la vislumbre de su pasión venidera nos elevan y transforman.  Como los discípulos en Pentecostés estamos tocados por el Espíritu Santo.  El amor de Dios nos ha afectado el corazón.  Deberíamos ver toda persona humana en una manera nueva.  No más podemos considerar a los demás solo como medios para nuestro bien o como rivales para nuestra conquista.  Ahora y adelante las vemos como dignos de atención, respeto y amor. 

Cambiados por esta vista de Jesús, buscamos directrices en cómo proceder.  ¿Cómo hemos de cuidar, respetar y amar a los demás?  El mismo evangelio nos da una pista cuando relata de la nube que cubre a los discípulos.  De la nube viene la voz de Dios Padre diciendo tanto a nosotros como a los tres discípulos: “Este es mi Hijo amado…escúchenlo”.

¿Qué dice Jesús?  En este Evangelio de San Mateo tenemos el “Sermón del Monte”, un compendio de sus enseñanzas.  Podemos resumir los tres capítulos en una frase.  Jesús quiere que pongamos “primero lo primero”.  Eso es, quiere que valoremos sobre todo a Dios con oraciones diarias y la asistencia en la misa dominical.  También que seamos fieles a nuestras obligaciones a la familia, a los amigos, a la comunidad, y al trabajo.  Mucha gente depende a nosotros; no deberíamos dejarlos en necesidad.  Las cosas segundarías – recreo, riqueza, las artes -- tengan alguna importancia y no tenemos que rehuirlos.  Pero que no les demos la atención singular.

Este martes se celebra la fiesta de Santo Domingo Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores que también lleva su nombre.  Podemos ver en él el ordenar las cosas como Jesús enseña.  Su primer biógrafo escribió que Domingo dedicó las noches al Señor en la oración y pasó los días compartiendo con sus prójimos.  Bueno, no somos santos que pueden privarse de sueño casi toda la noche y trabajar sin descansar todo el día.  Sin embargo, fortalecidos con el Espíritu Santo, podemos “poner primero lo primero”.

 

PARA LA REFLEXIÓN: ¿Cómo yo “poner primero lo primero”?

El Domingo, 30 de julio de 2023

EL DECIMOSÉPTIMO DOMINGO ORDINARIO

(I Reyes 3:5-13; Romanos 8:28-30; Mateo 13:44-46)

Se dice a menudo que San Pablo ha tenido más impacto al cristianismo que cualquiera otra persona excepto Jesús.  Un experto ha escrito que su Carta a los Romanos “ha afectado la teología más que cualquier otro libro del Nuevo Testamento”.  Hemos estado leyendo de esta carta desde el domingo después de Corpus Christi y vamos a continuar hasta el Adviento.  Vale la pena que dediquemos al menos una homilía a esta obra maestro.

La Carta a los Romanos probablemente es el último documento escrito por Pablo que tenemos.  Fue redactado en Corintio aproximadamente siete años antes su muerte.  Pablo había predicado a los griegos en la parte oriental del Mediterráneo con gran éxito.  Entonces consideraba un viaje misionero al occidente.  Escribió la carta para presentarse a los cristianos en Roma.  Una vez allá podría pedirles apoyo para su proyecto nuevo.  Probablemente, quería impresionar a los romanos con su entendimiento balanceado de la fe. 

La carta comienza con el reconocimiento que los judíos tanto como los paganos se han extraviado.  Los paganos no han llegado al conocimiento de Dios a pesar de la revelación natural.  Eso es, no han podido deducir de la asombra y belleza de la naturaleza que exista un único Dios que creó el universo.  Además, han caído en delitos ruinosos por someterse a sus pasiones.  Los judíos han tenido la ventaja de conocer la voluntad de Dios por la Ley.  Sin embargo, en lugar de permitirle hacerles santos, ellos han reducido la ley a prácticas y ritos externos.  Ambos pueblos – dice – merecen la muerte.

Sin embargo, la carta ve a Dios ofreciendo a ellos la oportunidad para la justificación. Dice que mandó a su Hijo Jesucristo para que aquellos que tengan fe en él y sean bautizados vivieran.  La justificación es liberación de la situación pecaminosa, sea las pasiones desordenadas o la ley que condena.  Los justificados reciben el Espíritu de Jesús en el Bautismo quien dirige sus vidas.  Este Espíritu les permite a llamar a Dios “Abba” o “Padre” y amarlo así.

En el pasaje breve de la carta que leemos hoy Pablo asegura que todo contribuye para el bien a aquellos que aman a Dios.  No es solo por casualidad ni porque Dios es todopoderoso que no tienen que preocuparse.  No, las cosas resultarán bien según el plan que Dios ha tenido desde el principio.  Él ha predestinado a algunos para llevar la imagen de su Hijo.  Asemejados a Jesús, ellos practican el amor para Dios y prójimo.  A estos Dios dará la gloria que recibió Cristo con su resurrección de entre los muertos.

Se puede ver manifestaciones del plan de Dios en las vidas de los santos.  Una vez San Ignacio de Loyola era soldado que probablemente pensaba en la fama y la fortuna, la gloria del mundo.  Cuando se hirió, tuvo la oportunidad de reflexionar sobre Cristo.  Entonces decidió a conformar su vida a la del Señor.  Como resultado no solo fundó la Compañía de Jesús sino dejó una espiritualidad conocida a través del mundo.  Una vez, cuando el éxito de sus aspiraciones no estaba seguro, Ignacio escuchó la voz del Señor.  Como Pablo asegura que todo resultará bien para aquellos que aman a Dios, la voz le dijo a Ignacio: “Estaré favorable a ti en Roma”.

Cualquiera dificultad que enfrentemos no debe alterarnos indebidamente.  Conformados a Cristo, Dios estará favorable a nosotros.


Para la Reflexión: ¿Cómo podría yo conformar mi vida más a la de Jesucristo?

El domingo, 23 de julio de 2023

DECIMOSEXTO DOMINGO ORDINARIO

(Sabiduría 12:13.16-19; Romanos 8:26-27; Mateo 13:24-43)

El evangelio hoy trata de un tema retador para cristianos.  En ello Jesús explica cómo Dios tolera el mal.  Su enseñanza tendrá la forma de una parábola.  Esto no sorprende desde que encontramos a Jesús en el medio de su discurso parabólico.  Aunque no son explicaciones completas, las parábolas facilitan entendimiento de temas duros. 

En la parte del discurso hoy Jesús entrega tres parábolas.  Cada una describe “el Reino de los cielos”.  Se puede decir que esta misma frase es un tipo de parábola.  En lugar de decir, “el Reino de los cielos se parece como un hombre que sembró…”, podía haber dicho: “Dios se parece como un sembrador…”  Como los judíos en general, Jesús disfruta usar comparaciones poéticas.  Por esta razón, también describe “el Reino de cielos” como “una semilla de mostaza” y como “un poco de levadura”.

Permítanme desviar aquí para explicar el “problema del mal” que Jesús iluminará con su parábola.  En una novela famosa un hombre habla sobre su rechazo a Dios.  Dice que no puede aceptar a un Dios quien permite a niños inocentes sufrir.  Entonces describe un caso que el novelista tomó del periódico del tiempo.  Una niña de cinco años estuvo torturada por sus padres.  Ellos la golpearon, patearon, cerraron en un retrete externo una noche de invierno, e hicieron cosas aún peor.  Tales abusos todavía ocurren con frecuencia al nivel mundial.  Tenemos que preguntar: “¿Cómo puede Dios permitir tales cosas?”

En la parábola del trigo y la cizaña Jesús nos asegura que la intención de Dios no es causar injuria.  El sembrador siembra solo “buena semilla”.  Dice también que las fuerzas del mal, el “enemigo”, están libres para causar daño como con la cizaña sembrada entre el trigo.  Entonces añade que el sembrador no quiere erradicar la cizaña porque sabe que arruinará algún trigo en el proceso. 

“¿Vale solo esta explicación como justificación para el sufrimiento de niños?” Quizás, ¡no!  Por esta razón Jesús agrega las otras parábolas.  En el principio Dios se presente entre los hombres y mujeres como una cosa pequeña.  Está dentro de la suave brisa en la historia del profeta Elías y es como la semilla de mostaza en la parábola aquí.  Sin embargo, en tiempo parece crecer para proveer socorro a los necesitados.  Se puede ver esta parábola realizada en los numerosos orfanatos, escuelas, y hospitales establecidos por el amor de Dios.  En la siguiente parábola Jesús dice que Dios trabaja misteriosa y silenciosamente entre los seres humanos como la mujer mezclando un puñado de levadura entre tres medidas de harina.  El resultado es bastante pan para alimentar un pelotón de soldados.  En otras palabras, aunque sigue el mal en el mundo Dios siempre está oponiéndolo con aún más bien.

Tal vez quedamos con alguna inquietud.  Algunos sufren tremendamente mientras otros solo un poco.  “¿Por qué” -- queremos preguntar a Dios -- “permites todas estas atrocidades?” Recurrámonos a la segunda lectura de la Carta a los Romanos para la respuesta.  San Pablo percibe a Dios mismo, el Espíritu Santo, rezando dentro de nosotros “con gemidos que no pueden expresarse con palabras”.  Es decir que Dios nos proporciona su propio Espíritu para que no desfallezca nuestra esperanza.  También, el mismo Espíritu nos mueve para luchar contra el mal.

Estas parábolas que iluminan el problema del mal no dicen mucho en comparación con Jesús crucificado.  ¿Cómo podemos cuestionar la bondad de Dios mientras miramos a su Hijo colgado en la cruz?  Jesús no hizo nada para merecer esta muerte extremadamente tortuosa.  La aguantó para liberarnos del castigo por nuestros pecados.  Unida a la resurrección, la crucifixión de Jesús nos asegura del amor de Dios.   Nos libra de pecado y nos proporciona un destino de la gloria.

 

PARA LA REFLEXIÓN: ¿Dónde he visto a Dios evidente en las obras de las personas humanas?

El domingo, 16 de julio de 2023

DECIMOQUINTO DOMINGO ORDINARIO

(Isaías 55:10-11; Romanos 8:18-23; Mateo 13:1-23)

El evangelio hoy nos presenta una de las parábolas más conocidas: el sembrador.  Sin embargo, no es bien entendida, al menos en la forma que la tiene el Evangelio según San Mateo.  Para entender lo que pasa, nos ayuda tener en cuenta otra parábola.  En el Sermón en el Monte Jesús dice a sus discípulos: no “echen sus perlas delante de cerdos”.  Eso es, no deben revelar los misterios del Reino de Dios a aquellos que se burlarían de ellos.  En el Evangelio de Mateo Jesús habla en parábolas para evitar este abuso.

Hallamos a Jesús preparándose a predicar.  Vienen muchos para escucharlo.  Entre ellos están personas con intención de aprender de Jesús y también personas que lo desprecian.  Los malintencionados son como los trols del Internet hoy en día que siguen los medios sociales para agregar sus posts ofensivos.  Ven a Jesús con la envidia porque lleva mucha popularidad entre la gente.  Los bien intencionados, al contraste, ven a Jesús como la palabra de Dios que viene de los cielos en la primera lectura.  Lo que San Pablo dice en la segunda lectura se puede aplicar a ellos.  Tienen las primicias del Espíritu Santo y gimen interiormente para conocer la verdad entera.

“…salió un sembrador a sembrar…” Jesús está comparando su predicación del Reino de Dios con el campesino sembrando semillas.  Después de haber escuchado esta parábola muchas veces, sabemos que tiene que ver con el tipo de escucha que diferentes gentes le dan a su palabra.  Pero a los discípulos de Jesús les cuesta entender su significando.  Por eso, se acercan a Jesús sus discípulos con la pregunta: “’¿Por qué les hablas en parábolas?’” Los discípulos oyen las parábolas como acertijos, no como descripciones ilustrativas del Reino.  Entonces Jesús explica su propósito con referencia al profeta Isaías.  La gente ya ha cerrado su corazón al arrepentimiento.  No vale la pena tratar de enseñarles.  Es como “echar perlas delante de cerdos”.  Dijéramos nosotros, “Es como escupiendo en el viento”.

Esperemos que nosotros no seamos tan cerrados de mente.  Tenemos que examinar nuestra disposición hacia Jesús con las categorías que él propone aquí.  ¿Somos como el terreno del camino que resiste la penetración de la palabra de Dios?  Eso es, ¿somos como traficantes de niños cuyas obras son excepcionalmente odiosas?  Si somos así, vamos a ser fácilmente llevados extraviados por el diablo.  Tal vez seamos como terreno pedregoso que no apoya la planta arraigándose.  Varios que asisten al Cursillo o al Camino de Emaús salen de la experiencia muy entusiasmados, pero pronto pierden el fervor.  Si es igual en nuestros casos, con mucha probabilidad vamos a dejar el seguimiento de Jesús la primera vez que nos presente una dificultad.  O es posible que seamos como tierra “llena de espinos”, eso es, tener otros intereses como la plata y el placer competiendo con el deseo de seguir a Cristo.  Si somos así, a lo mejor en corto tiempo vamos a perder el interés en practicar de la fe. O ¿somos como terreno fértil que nutre el crecimiento con esfuerzos para seguir los modos del Señor?  Ojalá que seamos así porque en tiempo vamos a producir mucha bondad y paz.

Debemos preguntar: ¿por qué razón Jesús quiere esconder la revelación del Reino a los malvados?  ¿No quiere que ellos son salvados? Sí, Jesús desea la salvación de todos.  Vino como hombre sencillo para identificarse con todos.  Pero no va a forzar su voluntad a nadie.  La persona tiene que ser abierta a su llamado de arrepentimiento.  Jesús no es ingenuo.  Sabe distinguir a los pecadores cuyos corazones pueden reformarse de los corruptos que resistirán el arrepentimiento a cada vuelta.  Al primer grupo él le atrae con parábolas para que se reforme.  Al segundo, tanto como al primero, dará su vida en la cruz como parábola viva.  Si la vista de él inocentemente sufriendo el castigo tal vez más cruel en la historia no les convence, nada lo hará.

A nosotros no nos importa que Jesús vivió hace dos mil años o que algunos de sus seguidores hayan caído en pecados grandes.  Solo queremos que su palabra crezca en el terreno fértil que hemos preparado y que dé fruto abundante.

PARA LA REFLEXIÓN: ¿Soy más como terreno rocoso o terreno con espinos? Qué necesito hacer para superar el defecto?

El domingo, 9 de julio de 2023

DECIMOCUARTO DOMINGO ORDINARIO, 9 de julio de 2023

(Zacarías 9:9-10; Romanos 8:9.11-13; Mateo 11:25-30)

El evangelio hoy contiene algunos de los pasajes más famosos en el Evangelio de San Mateo.  Cuando Jesús dice, “’Nadie conoce al Padre sino el Hijo…’”, él está hablando de una intimidad con Dios Padre que no se ve en Marcos y Lucas.  Tenemos que examinar el pasaje entero más de cerca para apreciar su gran valor.

Jesús está agradeciendo a Dios Padre como si fuera el caso que todo le vaya bien.  En realidad, empero, su ministerio se ha estancado.  En el pasaje antes de este Jesús condena las ciudades de Corazín, Betsaida, y Cafarnaún por haberlo rechazado.  Menos que alguna “gente sencilla”, los ciudadanos no han aceptado su llamado a arrepentirse.  La gente sencilla es “los pequeños” a quienes hemos encontrado en el evangelio el domingo pasado.  Son aquellos que procuran llevar a cabo la voluntad de Dios.  Son personas como nuestras abuelas que rezaban por nosotros todos los días.  Si encontraron una moneda extra en su bolsa de mano, nos la regalaron para comprar un chocolate en la vía a la escuela.

La gente sencilla vive según el Espíritu de Cristo como dice San Pablo en la segunda lectura. No se conforma al “desorden egoísta” que caracteriza a muchos en el mundo actual.  Los políticos hoy a menudo se describen a sí mismos como los salvadores del pueblo mientras maldicen a sus adversarios como mentirosos y malvados.  En las palabras de Jesús quieren ser vistos en la calle dando moneditas a los pobres cuando solo tienen sus propios intereses en cuenta.

Vemos en Jesús la humildad verdadera.  En el evangelio hoy no se jacta ni de su inteligencia ni de sus logros.  Más bien, dice todo que tiene viene del Padre.  Es cierto que dice que solo él conoce a Dios Padre.  Sin embargo, añade que quiere revelarlo a otras personas. 

Entonces Jesús emite su gran invitación a todos que se sienten “fatigados y agobiados”. Tiene en cuenta especialmente a los que están sobrecargados por las 613 leyes de la Alianza que ni entienden bien.  Sin embargo, podemos incluir como “fatigados” a aquellos jóvenes que se sienten desilusionados por la cultura “hook-up” donde se busca a otra pareja sexual cada noche.  También podemos añadir a los “agobiados” a los adultos que se han cansado de la búsqueda constante de la fortuna y fama. 

A todos estos Jesús quiere juntarse bajo su propio yugo.  Este yugo no abruma porque él está a su lado para ayudar al que lo lleva.  El Padre Emil Kapaun, un capellán americano, representaba este tipo de ayuda a las tropas en Corea.  Para todos, tantos a los judíos y protestantes como a los católicos, era “padre” porque instaló el respeto con sus palabras de la fortaleza y la esperanza.  Capturado por los chinos, el Padre Kapaun buscaba comida por los enfermos y cogió los piojos de los más débiles para que no murieran.  Eventualmente él mismo murió como Cristo sacrificando su vida por el bien de los demás.  Compartió la pequeña ración que le dieron sus captores con otros prisioneros de modo que en tiempo se le sacó todo energía.  Entonces se le contagió la disentería que le causó la muerte. 

Jesús nos lleva a la salvación por otras personas como el Padre Kapaun y por sus palabras de sabiduría y ánimo.  Sobre todo, nos salva por los sacramentos que nos unen con él.  Nunca queremos rechazarlo por temor que pedirá lo que no queremos dar.  Cualquier sacrificio que nos exige solo nos forma más amante como él.


Para la reflexión: ¿Dónde has experimentado a Jesús ayudándote con su carga?