El Domingo, 30 de julio de 2023

EL DECIMOSÉPTIMO DOMINGO ORDINARIO

(I Reyes 3:5-13; Romanos 8:28-30; Mateo 13:44-46)

Se dice a menudo que San Pablo ha tenido más impacto al cristianismo que cualquiera otra persona excepto Jesús.  Un experto ha escrito que su Carta a los Romanos “ha afectado la teología más que cualquier otro libro del Nuevo Testamento”.  Hemos estado leyendo de esta carta desde el domingo después de Corpus Christi y vamos a continuar hasta el Adviento.  Vale la pena que dediquemos al menos una homilía a esta obra maestro.

La Carta a los Romanos probablemente es el último documento escrito por Pablo que tenemos.  Fue redactado en Corintio aproximadamente siete años antes su muerte.  Pablo había predicado a los griegos en la parte oriental del Mediterráneo con gran éxito.  Entonces consideraba un viaje misionero al occidente.  Escribió la carta para presentarse a los cristianos en Roma.  Una vez allá podría pedirles apoyo para su proyecto nuevo.  Probablemente, quería impresionar a los romanos con su entendimiento balanceado de la fe. 

La carta comienza con el reconocimiento que los judíos tanto como los paganos se han extraviado.  Los paganos no han llegado al conocimiento de Dios a pesar de la revelación natural.  Eso es, no han podido deducir de la asombra y belleza de la naturaleza que exista un único Dios que creó el universo.  Además, han caído en delitos ruinosos por someterse a sus pasiones.  Los judíos han tenido la ventaja de conocer la voluntad de Dios por la Ley.  Sin embargo, en lugar de permitirle hacerles santos, ellos han reducido la ley a prácticas y ritos externos.  Ambos pueblos – dice – merecen la muerte.

Sin embargo, la carta ve a Dios ofreciendo a ellos la oportunidad para la justificación. Dice que mandó a su Hijo Jesucristo para que aquellos que tengan fe en él y sean bautizados vivieran.  La justificación es liberación de la situación pecaminosa, sea las pasiones desordenadas o la ley que condena.  Los justificados reciben el Espíritu de Jesús en el Bautismo quien dirige sus vidas.  Este Espíritu les permite a llamar a Dios “Abba” o “Padre” y amarlo así.

En el pasaje breve de la carta que leemos hoy Pablo asegura que todo contribuye para el bien a aquellos que aman a Dios.  No es solo por casualidad ni porque Dios es todopoderoso que no tienen que preocuparse.  No, las cosas resultarán bien según el plan que Dios ha tenido desde el principio.  Él ha predestinado a algunos para llevar la imagen de su Hijo.  Asemejados a Jesús, ellos practican el amor para Dios y prójimo.  A estos Dios dará la gloria que recibió Cristo con su resurrección de entre los muertos.

Se puede ver manifestaciones del plan de Dios en las vidas de los santos.  Una vez San Ignacio de Loyola era soldado que probablemente pensaba en la fama y la fortuna, la gloria del mundo.  Cuando se hirió, tuvo la oportunidad de reflexionar sobre Cristo.  Entonces decidió a conformar su vida a la del Señor.  Como resultado no solo fundó la Compañía de Jesús sino dejó una espiritualidad conocida a través del mundo.  Una vez, cuando el éxito de sus aspiraciones no estaba seguro, Ignacio escuchó la voz del Señor.  Como Pablo asegura que todo resultará bien para aquellos que aman a Dios, la voz le dijo a Ignacio: “Estaré favorable a ti en Roma”.

Cualquiera dificultad que enfrentemos no debe alterarnos indebidamente.  Conformados a Cristo, Dios estará favorable a nosotros.


Para la Reflexión: ¿Cómo podría yo conformar mi vida más a la de Jesucristo?

No hay comentarios.: