El domingo, 1 de abril de 2018

EL PRIMER DOMINGO DE PASCUA

(Marcos 16:1-7)


En la Carta a los Romanos San Pablo resalta el bautismo como participación en la muerte y resurrección de Cristo.  Habla de la sumersión en el agua como el bajar de la persona en el sepulcro de Jesús.  No escribe nada de un verter del agua para lavar el pecado.  No, para Pablo el bautismo es más como un huracán que un baño.  Le rinde al bautizado completamente muerto al pecado.  Entonces se experimenta un nuevo arranque de la vida para que haga obras de caridad. Se puede distinguir el mismo movimiento del pecado a la acción caritativa en el evangelio hoy.

Las mujeres caminan al sepulcro de Jesús para servirlo una vez final.  Se preguntan quién les quitará la piedra tapando la tumba.  Acudiendo al templo hoy nosotros también llevamos una duda.  Ciertamente es bueno que asistamos en la misa el Domingo de Pascua, pero ¿realmente queremos servir al Señor con todo corazón?  Este servicio comprende no sólo la oración sino también evitar lo malo y hacer lo bueno. No será fácil pero tampoco será imposible con la ayuda de la gracia.

Como el sol calorosa en la primavera anima a los agricultores, la promesa de la Pascua nos mueve adelante con nuestro proyecto de servir.  Sabemos que al obtener la vida eterna sería maravillosísimo.  Entonces experimentamos de nuevo la inquietud.  La vida cristiana comprende un rechazo de la gloria del mundo.  No nos permite buscar en primer lugar los piropos de los demás y nada de los placeres ilícitos.  Más bien como seguidores de Jesús esta vida nos compromete al bien de los marginados, de la comunidad y del mundo entero.  Hay un sentido de este reto en el evangelio cuando dice que las mujeres se llenan de miedo descendiendo en el sepulcro de Jesús.  Sería suficiente encontrar el cadáver del Señor para embalsamarlo y dejarlo en paz.  Pero en lugar de su cuerpo encuentran un mandato que exige mucho más esfuerzo.

El ángel les manda a reportar a los discípulos que Jesús ha resucitado.  Tienen que recuperar las fuerzas para contar a un grupo de hombres algo inaudito.  A lo mejor los discípulos se les reirán de ellas como si fueran ilusionadas.  Este reto se nos ha pasado a nosotros.  Somos para contar al mundo de la resurrección del Senos Jesús.  Este mensaje contradice la idea que el hombre es sólo un centro de pasiones que vive un día y muere el próximo.  Más bien si es la verdad la resurrección, la persona humana es un ser destinado a vivir para siempre con el Creador de todo ser.  Sin embargo, este destino no es asegurado sino tiene que ser ganado por una vida en conforme con la bondad del Creador.  Por esta razón predicamos la resurrección tanto con obras de caridad como con palabras. 

Seguimos adelante a Galilea donde Jesús primero proclamó el Reino de Dios con palabras y obras.  Este lugar es simbólico por nuestros paraderos donde hemos de manifestar el amor de Jesús.  Como el ángel promete a los discípulos, vamos a encontrar a Jesús en este ministerio.  Estará en los necesitados que ayudemos.  Estará en nosotros y en los compañeros que nos ayudan.  Y sobre todo estará en la Eucaristía que nos fortalece en la misión.

Este año pasado Puerto Rico ha experimentado un huracán fatal.  Dejó a muchos muertos y a muchos más en gran necesidad.  Pero por la ayuda del extranjero y por el empeño propio del hombre para sobrevivir, el huracán se ha transformado en una fuente de esperanza.  Se espera ya en Puerto Rico un arranque nuevo no sólo de la economía sino también del espíritu para ayudar al prójimo.  Esto es en miniatura el significado de la Pascua.  Nos hemos rendido muertos al pecado y la muerte.  Ya vivimos más fuertes que nunca.  Vivimos con el propósito nuevo para obtener la vida eterna por obras del amor.

El domingo, 25 de marzo de 2018


DOMINGO DE RAMOS

(Isaías 50:4-7; Filipenses 2:6-11; Marcos 14:1-15:47)


Una figura misteriosa en la historia de Israel aparece en la segunda parte del libro del profeta Isaías.  Llamado el “Siervo Doliente”, este personaje sufre ambos atroz e inocentemente. Se presume que sus dolores tienen que ver con la expiación de los pecados del pueblo.  Sin embargo, no es identificado.  Los judíos opinan que es Job o posiblemente una persona colectiva para todos los exiliados judíos en Babilonia.  Nosotros cristianos no tenemos duda quien sea.  Pues sus dolores cuadran bien con el sufrimiento de Jesús en su Pasión.

Hay cuatro pasajes describiendo al Siervo Doliente.  Hemos escuchado parte de uno en la primera lectura hoy.  Las primeras lecturas de la misa mañana, martes, y miércoles, y en el servicio del Viernes Santo dan lo demás de lo que está escrito sobre él.  Se puede enseñar la correspondencia entre esta figura y Jesús en cada pasaje, pero basta mostrarla en las lecturas de hoy.

El Siervo afirma que Dios le ha dado una lengua para confortar a los abatidos.  En el evangelio Jesús tiene palabras consolatorias para la mujer que unge sus pies.  Ella no es una tonta que no sepa el valor del perfume.  Más bien es tan sabia que reconozca el sacrificio que hará Jesús para expiar los pecados del mundo.

Sigue el Siervo por decir que ha escuchado las palabras del Señor indicando su voluntad.  Particularmente en el huerto de Getsemaní Jesús se muestra atento a lo que Dios tiene en cuenta para él.  Jesús no quiere morirse en la cruz como un brigante.  Reza a su Padre que le quite esta suerte.  Pero al final no esquiva hacer Su voluntad.  Como le dice: “’Padre,…no se haga lo que quiero, sino lo que tú quieres’”.

El maltratamiento que Jesús recibe por algunos miembros del sanedrín refleja lo que dice el Siervo después. Lo golpean, abofetean, aun lo escupen con salivazos. Tan mal como es este abuso, no es lo peor que recibe Jesús en su pasión.  Un batallón entero (seis cientos soldados romanos) también le golpea de cabeza y le escupe.  Se duplica este suplicio por la azota y por la burla en extremo.

En este Evangelio según San Marcos la ordalía en la cruz dura por seis horas, un tiempo más larga que pasa en las otras versiones del Evangelio.  El hecho que Jesús podía aguantar tanto sufrimiento sin desesperarse, sin maldecir a nadie indica la ayuda de Dios Padre.  El Siervo proclama que Dios le ayuda de modo que no quede avergonzado.  Aunque Jesús muere con el grito de lamento en sus labios, Dios lo ha justificado ante los hombres.  El oscurecer del sol indica la ira de Dios en lo que acontece.  El rasgar del velo del Templo rindiendo el lugar inútil manifiesta el rechazo de parte de Dios a los sacrificios de los judíos.  Y el comentario del oficial romano – “’De veras este hombre era Hijo de Dios’” – muestra la identidad verdadera de Jesús.


Cuando identificamos al Siervo Doliente con Jesús, no queremos decir que no hubo nadie en el tiempo del Segundo Isaías que sufrió por el bien del pueblo.  Sólo afirmamos que su historia corresponde bien con la de la pasión de Jesús.  Nuestro planteamiento es siempre que Jesús cumplió las enseñanzas de los profetas. Era judío que murió por su pueblo.  Porque Dios escogió ese pueblo para llamar a todos los demás a sí mismo, acreditamos a Jesús con la salvación del mundo. Por eso, lo seguimos con todo corazón.

El domingo, 18 de marzo de 2018


 QUINTO DOMINGO DE CUARESMA

(Jeremías 31:31-34; Hebreos 5:5-7; Juan 12:20-33)

Podemos notar que las lecturas de la misa hoy no hablan de arrepentimiento y sacrificio como en la primera parte de Cuaresma.  Estas lecturas presumen que nos hemos preparado suficientemente para acompañar a Jesús por su muerte ardua y su resurrección gloriosa.  En un sentido estamos como los griegos en el evangelio que quieren ver a Jesús.  Ellos constituyen un signo que la etapa final de la obra de la salvación ya puede comenzar.  Nosotros queremos vivir de nuevo el misterio de la salvación para ser sus beneficiarios.

Jesús da una parábola para indicar lo que está para tener lugar.  Dice que su muerte producirá la vida en abundancia como la semilla desbaratándose en la tierra produce mucho fruto. Para entender lo que significan estas palabras recordémonos lo que dijo el sumo sacerdote Caifás anteriormente en este Evangelio de San Juan.  Cuando los judíos debatían en el Sanedrín que hacer con Jesús, Caifás declaró: “’… es mejor que muera un solo hombre por el pueblo y no que perezca toda la nación’” (Juan 11:50).  Esto no fue la opinión de un fulano sino el anuncio de parte del representante de Dios más alto en el pueblo judío.  A lo mejor Caifás no se dio cuenta cuan verdaderas fueran sus palabras.  No obstante, muestran lo que Dios ha ordenado por el mundo.  Dios quiere que Jesús dé su vida para que el pueblo judío y, en torno, toda la humanidad tengan la vida eterna.

Si somos como los griegos que dicen que quieren ver a Jesús, también somos como Jesús mismo cuando dice: “’Ahora…tengo miedo’”.  Jesús tiene miedo por el sufrimiento atroz que va a aguantar.  Se indica el dolor en la segunda lectura de la Carta a los Hebreos.  Dice: “A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo…”  Por supuesto, es la ordalía de su crucifixión que se refiere aquí.  Seguramente hoy en día tal castigo sería considerado como tortura inhumana. 

¿De qué tenemos miedo nosotros?  Cada uno tiene su propia historia.  Pero creo que muchos tenemos miedo por nuestros seres queridos que no más siguen el camino de Jesucristo.  En cambio de la esperanza para la vida eterna, ellos quieren procurarse las recompensas del mundo corriente.  Dejan de recibir los sacramentos. A su extremo sólo buscan el placer mientras evitan toda responsabilidad.  Particularmente hay causa de miedo si nuestros queridos se encuentran en la segunda categoría.

Y si decimos con Jesús “Ahora…tengo miedo”, también diremos consigo, “Padre, dale gloria a tu nombre”.  Esto es tanto un compromiso de parte de nosotros por Jesús como es una petición de Jesús por nosotros.  Pues Dios es glorificado cuando hagamos obras buenas por los demás.  Dios es glorificado, por ejemplo, por Doña Carmen que pasa todos los martes visitando a los enfermos de un hospital en Puerto Rico.

En la primera lectura el profeta Jeremías cuenta al pueblo de Jerusalén que Dios va a hacer una alianza nueva con ellos.  Dice que la alianza lo hará en un pueblo fiel a su voluntad.  En torno, la alianza nueva hará al Señor su Dios para siempre.  No más serán ellos laxos en llevar a cabo su compromiso al Señor.  Pues la alianza será escrita en el corazón de cada uno de modo que no pueda ser tomada a la ligera.  Esta alianza ha sido establecida por la pascua de Jesús que vamos a celebrar dentro de poco. 

Se dice que el Jueves Santo, el Viernes Santo, y el Sábado de la Gloria no son tres servicios distintos sino constituyen una sola celebración.  Juntos el servicio de los tres días presenta de nuevo la historia de nuestra salvación del pecado y la muerte.  Qué comience pronto.  Qué realicemos una vez más la victoria de Jesucristo por nosotros.  Qué sea escrita en nuestros corazones para que nunca busquemos solo el placer y evitemos toda responsabilidad.  Qué realicemos pronto la historia de nuestra salvación.

El domingo, 11 de marzo de 2018

EL CUARTO DOMINGO DE CUARESMA

(II Crónicos 16:14-16.19-23; Efesios 2:4-10; Juan 3:14-21)

"El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla".  A lo mejor todos hemos oído este dicho.  Se usa para motivarnos a estudiar.  Pero a veces parece que no aprendemos nada por nuestros estudios.  Pues la historia del mundo puede contarse como una serie de caídas de la virtud a la ruina de la nación.  Ciertamente es el caso en la historia de Israel.

La primera lectura corre sobre la historia de la monarquía de Judá.  Dice que desde la división de Israel en los dos reinos, los judíos en el sur trasgredieron la Ley de Dios.  Según la lectura, los judíos se burlaron de los profetas que Dios mandó para corregir sus errores.  Por eso el Señor envió a los caldeos a destruir Jerusalén y llevarse a los habitantes a Babilonia.  Estuvieron como cautivos allá setenta años antes de que el Señor nombrara al rey de Persia a liberarlos.  Entonces volvieron a su patria con grandes ilusiones pero en tiempo cometieron los mismos pecados. 


No obstante Dios siempre se ha probado misericordioso con Su pueblo.  En la segunda lectura el autor se enfoca en Su gran compasión no sólo a los judíos sino también a los no judíos.  La Carta a los Efesios da testimonio a Jesucristo como el salvador de los dos pueblos.  Dice que Jesús ha liberado a los judíos de la esclavitud a la Ley como sistema represiva.  A los no judíos Dios les ha mostrado aún más misericordia.  Por Jesucristo se les han perdonado sus muchas culpas y los ha injertado en Su pueblo Israel.  Ellos ya tienen la misma herencia eterna como sus mayores en la fe. 
 
El pasaje evangélico hoy sirve como un resumen de las primeras dos lecturas.  Presenta a Nicodemo como el representante de los judíos.  Este hombre viene por la noche para aprender de Jesús.  Este detalle es significativo porque el evangelio asocia la noche con la maldad.  Como los judíos tanto después como antes del exilio en Babilonia, Nicodemo tiene que corregirse.  Jesús puede enseñar a Nicodemo porque es la luz que despeja las tinieblas.  Esta luz luce particularmente cuando se levanta Jesús en la cruz.  Por negarse a sí mismo sin quejas ni reproches Jesús cumple el plan de Dios Padre para salvar al mundo.   La persona, sea judío o no judío, que reconozca su muerte como el acto supremo del amor de Dios es salvada.  La persona que quede indiferente ante ella o se burlen de ella, queda en las tinieblas para siempre.

Vivimos en tiempos cuando la práctica de la fe cristiana está disminuyendo.  Particularmente los jóvenes no ven la necesidad de cultivar las virtudes cristianas, mucho menos asistir en el culto.  Más bien ven a muchos cristianos en los mismos errores de egoísmo y odio que caracterizan el pueblo judío en la primera lectura.  Otros no practican la fe por motivos más ordinarios.  Ven el propósito de la vida en ganar dinero para disfrutarse de las cosas que compre. 

Tenemos esta temporada de Cuaresma para fortalecernos en la lucha contra estas tendencias equivocadas. Queremos reenfocarnos en Cristo crucificado cuya luz nos indica el único camino a la salvación.  No es por la impaciencia con el progreso lento y mucho menos es por el consumo de cosas materiales que nos salvamos.  Más bien es por reconocer que hemos dejado su proyecto de amor y pedir su ayuda para recomenzarlo.  Pues sólo por el amor que niega a sí mismo somos fieles a Dios Padre y llamamos atrás a los no practicantes.  Sólo por el amor somos fieles a Dios.