El domingo, 9 de enero de 2011

strong>EL BAUTISMO DEL SEÑOR

(Isaías 42:1-4.6-7; Hechos 10:34-38; Mateo 3:13-17)

Los encuentros entre personajes históricos siempre llaman la atención. “¿Qué dijeron en serio Obama y Hugo Chávez cuando se encontraban hace dos años?” preguntáramos. Más interesante aun, querríamos saber exactamente qué pasó cuando el papa santo León Magno encontró a Atila, el rey de los hunos, fuera de Roma en el siglo quinto. El evangelio hoy nos informa de otro encuentro famoso. Jesús y Juan el Bautista se presentan cara a cara en el río Jordán.

Preparándose para su misión, Jesús busca a Juan, el predicador fogoso del desierto. Pide que Juan le bautice. No es que Jesús haya pecado sino que no piensa en sí mismo como mejor que los demás. Como todos, Jesús sabe que crecerá en la sabiduría siguiendo a un verdadero mensajero de Dios. Se dice que el sabio escucha a todos aun al tonto mientras el tonto escucha a nadie, ni siquiera al sabio. En seguir a Juan Jesús se muestra como más que sabio.

Después de un reconocimiento mutuo Juan acede a la petición de Jesús. El intercambio es parecido al encuentro entre el Doctor Martin Luther King, Jr., y el arzobispo de Atlanta en octubre de 1964. El Dr. King era paciente del Hospital de San José en la ciudad de Atlanta cuando le nombraron como el laureado Nobel de la Paz. Aprovechándose de la oportunidad para felicitarlo, el arzobispo Paul Hallinan visitó a King en su salita. Durante la conversación Hallinan le preguntó si quisiera recibir su bendición. King consintió, y Hallinan se la confirió. Entonces, el arzobispo se arrodilló ante King pidiendo su bendición en retorno. El arzobispo mostró el mismo respeto a King que Juan hace a Jesús en el evangelio. ¿Puede ser por otra razón que Martin Luther King, Jr., se encarnaba el mismo espíritu de justicia como Jesús?

King dio a los Estados Unidos un nuevo arranque. Se fundó la nación hacía casi dos cientos años con el propósito de la igualdad entre todos los hombres. Pero lastimosamente se llevaba a cabo este principio. Desde el comienzo, la mayoría de los negros habían sido sometidos en la esclavitud. Aun después de su emancipación, eran tratados como ciudadanos de segunda clase. Por muchos años se consideraban las mujeres, los indígenas, y los mejicanos-americanos con casi igual desprecio. King actuó como la portavoz de Dios anunciando la misma dignidad básica para todos, sea negro, blanco, o amarillo, sea protestante, católico, o judío. Su logro reflejó la obra de Jesús dando renacimiento a toda la humanidad. Por eso, la voz desde el cielo suena sobre Jesús, “Este es mi hijo muy amado…”

Jesús deja las aguas del bautismo limpias para purificar a nosotros. Nuestro bautismo no nos quita del color de piel. Más bien nos lava los ojos para ver el valor de cada ser humano. Como decía King ya nos importa “el contenido del carácter” de la persona. Somos respetuosos a todos pero amigos para quienes digan la verdad, respeten al otro, y apoyen al necesitado. La señora Verma es tal persona. Como joven negra vino a enseñar en una escuela católica. En tiempo se hizo católica distinguiéndose como esposa y madre. Ya retirada ha ganado la confianza de todos sus conocidos como sabia, tranquila, y dedicada a los demás.

Algunos preguntan cómo celebrar el día del doctor Martin Luther King, Jr. Tenemos libre el tercer lunes de enero, pero porque cae tan cerca de las fiestas navideñas, muchos no necesitan más diversión. Un líder católico ha sugerido que dediquemos este día a los demás donando sangre en honor del Dr. King que derramó su sangre por los derechos civiles. Está bien para algunos. Pero todos podríamos aprovecharse del día para dar un nuevo arranque a nuestras vidas. Podríamos lavar los ojos para ver el valor de cada ser humano. Podríamos encontrarnos con personas de otro color de piel. Podríamos encarnar el espíritu de justicia como Jesús.

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