LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
(Isaías
60:1-6; Efesios 3:2-3.5-6; Mateo 2:1-12)
Sabemos
que hay miles de millones de estrellas en el universo. Y cada rato se descubren nuevas. Por eso no se puede poner nombres a todas. Sin embrago, existen registros que nos ponen
el nombre de un querido ser a una estrella.
Por un precio – no tanto, más o menos triente dólares – estos servicios
nombrarán una estrella “María”, “José” u otra cosa. También nos enviarán la papelería para
colocar la estrella en los cielos. En el
evangelio hoy encontramos a los magos foráneos siguiendo la estrella que
identifican como la del “Rey de los Judíos”.
No es la
primera vez en las Escrituras que se menciona esta estrella. En el libro de Números el vidente Balam la ve
cuando los israelitas se preparan para entrar la Tierra Prometida. Balam asocia la estrella con el gran rey
David, que unirá todas las tribus de Israel.
Los judíos después de David asociarán la estrella con el Mesías, su descendiente
ungido para llevar la nación a la grandeza eterna. Por lo tanto el evangelista Mateo escribe la
historia de los foráneos siguiendo la estrella que señala el camino a Jesucristo.
Como en
el caso de los magos, nuestra meta en el año nuevo es Jesús. Queremos ser cambiados por él en personas justas. En su homilía navideña el papa Francisco
describió a Jesús como la ternura de Dios.
Dijo que no importa tanto que busquemos a él sino que nos dejemos ser
abrazados por él. En otras palabras, que lo dejemos amarnos. Pues, su amor como el amor
de dos padres en la niñez nos hace confiados que el camino recto nos lleve a la
felicidad.
En la lectura
la estrella no puede llevar a los magos directamente a Jesús. Cuando se desaparecen los cielos, los magos
tienen que consultar a los judíos. Los judíos en torno revisan las Escrituras
para saber el lugar del nacimiento del Mesías.
De esta manera el evangelista nos señala cómo encontrar a Jesús. Tenemos que estudiar la Biblia,
particularmente los evangelios, para conocerlo.
San Jerónimo, el gran experto bíblico de la antigüedad, dijo: “El
desconocimiento de la Escritura es el desconocimiento de Cristo”.
Sin embargo, aun el conocimiento de Jesús no es
suficiente. En la lectura los magos al
encontrar a Jesús lo adoran ofreciéndole regalos preciosos. Es una muestra de sometimiento digno sólo de
Dios. Aproximamos este acto cuando
entregamos nuestro tiempo, talento, y tesoro por él. Sólo por este tipo de vaciarnos que él nos pueda
llenar de su amor. Unas mujeres tienen
un ministerio en la prisión federal. Cada
mes entran para compartir la oración con las internadas. Poco a poco se forman comunidades de fe entre
las prisioneras tanto en inglés como en el español.
Hay una
pintura del Renacimiento del niño Jesús en el regazo de su madre. El rey Gaspar con sus manos juntadas se
arrodilla ante los dos. María sostiene en
su mano izquierda un copón llena de monedas del oro que ha traído el rey. El copón es la vasija usada en la iglesia para
guardar las hostias. El niño extiende
una moneda al rey como si fuera la hostia.
En esta pintura se muestra el significado de la celebración hoy. Los reyes representan a nosotros viniendo a
misa para encontrar al Señor Jesús.
Traemos nuestros regalos de tiempo, talento, y tesoro. Pero no valen
nada en comparación de lo que Jesús nos ofrece.
Nos da su cuerpo y sangre – su vida verdadera – para que nos hagamos en
gentes como él. Nos da su cuerpo en la
misa para que nos cambiemos como él.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario