LA SOLEMNIDAD DEL NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY
DEL UNIVERSO
(Ezequiel
14:11-12.15-17; I Corintios 15:20-26.28; Mateo 25:31-46)
Hoy
celebramos la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. Muchos la conocemos simplemente como la
Fiesta de Cristo Rey. Hablamos de Cristo
como rey, pero significamos algo diferente de los reyes de la historia. Se puede demostrar esto con un cuento acerca del
Rey Luís XIV de Francia. Una vez el rey Luís estaba cazando en el
campo. Cuando lo vio un campesino, él
comentó a su compañero que el rey no llevaba guantes. El segundo respondió que no era necesario que
el rey llevara guantes. Pues, siguió, siempre
tenía sus manos en los bolsillos de la gente. Jesús
no es un rey así. Jesús no exige
impuestos de la gente. Tampoco pide que
la gente luche en sus guerras. Jesús no
tiene ejércitos ni palacios ni coches.
Más
bien, Jesús se muestra como rey por cuidar a su pueblo. Siempre ha sido el papel de los reyes a
defender a los pobres. Usualmente lo han
hecho de largo, dentro de sus castillos comiendo chocolates. Jesús se distingue por quedarse muy cerca a
la gente. Es pastor-rey que llama a sus
ovejas por nombre. Habla a nuestros
corazones diciendo que entiende nuestros deseos. Sabe que queremos ser bellos y dice que así
estamos en sus ojos. Sabe también de
nuestra lucha con la lujuria y la codicia.
En lugar de pensar en placeres ilícitos, nos pide que aceptemos a él
como el deseo del corazón. No sólo
conversa con nuestros corazones sino actúa por nuestro bien. De hecho dio su vida para liberarnos de los
prejuicios y los demás pecados que nos tienen presos. Nos trata con tanto cariño para que lo
reconozcamos cuando venga.
El
evangelio hoy nos habla de su venida. Al
final de los tiempos Jesús llegará con sus ángeles para juzgar a las
naciones. Pero no será la instancia única
de su presencia en el pueblo. Habrá
venido antes bajo la cara demacrada de un hambriento y la mira desesperada de
un enfermo de cáncer. Como sus sujetos,
nos llama a servirle por atender a los necesitados. Hemos entrado en el tiempo del año cuando es la
moda llevar comidas a los desempleados y cantar villancicos en los asilos de
ancianos. Son costumbres dignas, pero no
suficientes. Los desempleados necesitan
ayuda no sólo en el tiempo navideño sino también durante el verano. Asimismo los ancianos podrían beneficiar de
ver a caras alegres en septiembre tanto como en diciembre.
Celebramos
a Jesucristo como rey ahora porque este es el último domingo del año
litúrgico. Estamos completando otro
ciclo recordando la trayectoria de Jesucristo.
Lo hemos revisado otra vez cómo los magos lo declararon como rey en la
Epifanía y Pilato lo puso el título en la cruz en el Viernes Santo. Sobre todo hemos celebrado su Ascensión al
cielo para tomar su lugar a la derecha de Dios Padre. Ya concluimos su historia festejando su
Señorío. Queremos guardar en nuestras memorias
cómo Jesús puede aliviarnos de cualquier tipo de lío en que nos encontremos.
La
Fiesta de Cristo Rey tiene otro propósito.
Nos prepara para la temporada santa de Adviento que comienza en ocho
días. Nos recuerda que el que esperamos
durante casi todo el mes de diciembre no es precisamente un bebé. No, tan
cariñoso sea la imagen del pesebre, vemos al niño Jesús, al menos en parte, por
lo que va a ser. Será el pastor-rey que
nos guía a la felicidad. Será el
rey-pastor que nos guía a la vida eterna.
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