La Asunción de la Santísima Virgen María
(Apocalipsis 11:19.12:1-6.10; I Corintios 15:20-27; Lucas 1:39-56)
En 1950 la Iglesia definió el
dogma de la Asunción de María. Antes de eso, los católicos no tenían que creer
que María fue asumida en cuerpo y alma al cielo. Podrían haber pensado que su
alma vivía con Dios mientras su cuerpo corrompía en la tierra en espera de
Cristo.
En ese momento, algunos católicos pensaron que no era prudente que el Papa Pío XII hiciera la definición. Creían que una declaración infalible alienaría aún más a los hermanos separados en las congregaciones ortodoxas y protestantes.
Entonces, ¿por qué el Papa Pío XII hizo la declaración dogmática e infalible de la Asunción? ¿Y por qué lo seguimos celebrando hoy con una gran fiesta? Démosle algunas razones.
Primero, la asunción corresponde a la Inmaculada Concepción de María proclamada en el siglo anterior. Si María tuvo el privilegio de ser concebida sin ninguna corrupción de alma, se deduce que su cuerpo no sufriría corrupción al morir. Más bien, su cuerpo sería asumido directamente al cielo.
Segundo, la creencia en la Asunción de María tiene una larga historia. Fue predicada por los Padres de la Iglesia, celebrada en la Sagrada Liturgia durante el primer milenio y proclamada en el nombramiento de muchas iglesias.
Finalmente, la Asunción de María implica la dignidad del cuerpo humano en una época en la que se abusa regularmente de él. Así como el cuerpo de María vive por la eternidad, nuestros cuerpos tendrán un destino eterno si somos fieles al Señor. Desafortunadamente, muchas personas hoy en día abusan de su cuerpo. O no lo cuidan o lo glorifican demasiado para ganarse la admiración de los demás. Vemos a muchas personas que no comen de manera saludable ni hacen ejercicio con regularidad. Piensan que sus cuerpos son meras adquisiciones como un celular o un automóvil que pueden tratar cómo les dé la gana. Pero nuestros cuerpos son quienes somos. Forman una dualidad con el alma como la televisión tiene transistores y pantallas para producir una imagen. Si vamos a presentarnos como imágenes de Dios, debemos cuidar nuestro cuerpo.
Otros abusan de sus cuerpos gastando demasiado tiempo y dinero para que luzcan adorables. Nos damos una idea de esto con solo mirar los pasillos de cosméticos en las farmacias. De manera similar, se puede ver paredes de espejo en los gimnasios. Cuidamos de nuestros cuerpos para poder servir mejor al Señor, no para ganar los piropos de los demás.
Podemos agregar una razón más para celebrar a María hoy. Ella nos ha ayudado constantemente en nuestras oraciones a Dios para auxilio. Se dice que ha habido 8000 curas milagrosas probadas solo en Lourdes. Le pedimos que interceda por nosotros ante su hijo Jesús. Él es el Señor, quien nos creó, quien nos ama, y en quien tendremos nuestro fin.
Para la reflexión: ¿Cómo conoces a la Madre de Dios? ¿Qué ha pasado cuando rezaste a ella?
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