El domingo, 27 de abril de 2025

II DOMINGO DE PASCUA (Domingo de la Divina Misericordia)

(Hechos 5:12-16; Apocalipsis 1:9-11.12-13.17-19; Juan 20:19-31)

Cada año más se conoce este II Domingo de Pascua como “el Domingo de la Divina Misericordia”.  El papa San Juan Pablo II lo declaró así en 2000 durante la canonización de Sor Faustina Kowalska.  La santa dijo que Jesús le pidió a la Iglesia el cambio.  Ciertamente el nuevo nombre corresponde al evangelio hoy.

Antes de que veamos el evangelio, parece útil examinar el significado de la palabra misericordia.  Se deriva de tres palabras latinas: misere que significa necesidad, cor que quiere decir corazón, y ia que es hacia.  Por eso, la misericordia es tener un corazón solidario hacia aquellos que tienen necesidad.  Los teólogos consideran la misericordia junto con el amor el mayor atributo de Dios. Aunque Él es superior a todo, se ha bajado continuamente para aliviar el peso de Sus criaturas.

Dios sumamente mostró la misericordia cuando envió a Su propio Hijo al mundo para rescatar a los hombres del pecado.  Parece a veces que nuestros pecados no importan mucho.  La gente sigue pecando sin preocupación, mucho menos arrepentimiento.  Sin embargo, los pecados nos ponen fuera de la amistad con Dios. “¿Y qué?” algunos se preguntan.  Si estamos fuera de una relación con Dios, ¿a quién vamos a implorar cuando caigamos en apuro extremo? 

También nuestros pecados nos ponen en un camino de perdición.  Este principio es evidente con los vicios sensuales como la gula y la lujuria, pero también aplica a los espirituales.  La avaricia deluda al pecador pensar en la plata cómo más importante que personas.  La desidia le hace indiferente a tesoros maravillosos como la naturaleza y la literatura porque requieren esfuerzo para abrir.

Cuando Jesús encuentra a sus discípulos en el evangelio, acaba de concluir la misión de su Padre.  De hecho, sus últimas palabras en la cruz eran: “Todo está cumplido”.  Estas palabras refirieron a redención del mundo de sus pecados.  Esta misión es el “cáliz” de que Jesús dijo que tenía que beber cuando Pedro cortó la oreja del joven en el jardín. 

En el evangelio hoy Jesús muestra cómo trae el perdón en el mundo.  Mientras sopla sobre sus apóstoles, dice: “Reciban al Espíritu Santo.  A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados …”  Los apóstoles son de ir al mundo predicando el perdón del pecado por medio de la muerte y resurrección de Jesús.  Bautizarán a las personas para quitar los pecados.  En tiempo sus sucesores dispensarán los pecados cometidos después del bautizarse en el Sacramento de Penitencia.

¿Suenan familiar la derrama del Espíritu Santo y el cargo de irse al mundo?  Sí es la gran comisión que vemos al final del Evangelio según San Mateo y en el principio de los Hechos de los Apóstoles.  Cada evangelista tiene su propia manera de describir cómo los discípulos-apóstoles reciben al Espíritu que les capacita a predicar el perdón.

El evangelio sigue a ayudarnos aceptar el mensaje del perdón en nuestra edad de descreencia.  Hace dos notitas indicando que el testimonio que da el evangelio es de verdad.  Primero, Jesús pacifica al Tomás que duda con la oferta de ser tocado.  Y segundo, asegura que Jesús hizo muchas señales además de que se encuentran en el evangelio para que crean todos.  El pasaje termina no simplemente recomiendo creencia sino nombra la consecuencia de la fe en Jesucristo. Aquellos que crean tendrán “vida en su nombre”.

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