II DOMINGO DE PASCUA (Domingo de la Divina Misericordia)
(Hechos
5:12-16; Apocalipsis 1:9-11.12-13.17-19; Juan 20:19-31)
Cada año
más se conoce este II Domingo de Pascua como “el Domingo de la Divina
Misericordia”. El papa San Juan Pablo II
lo declaró así en 2000 durante la canonización de Sor Faustina Kowalska. La santa dijo que Jesús le pidió a la Iglesia
el cambio. Ciertamente el nuevo nombre
corresponde al evangelio hoy.
Antes de
que veamos el evangelio, parece útil examinar el significado de la palabra misericordia. Se deriva de tres palabras latinas: misere
que significa necesidad, cor que quiere decir corazón,
y ia que es hacia. Por eso, la
misericordia es tener un corazón solidario hacia aquellos que tienen
necesidad. Los teólogos consideran la
misericordia junto con el amor el mayor atributo de Dios. Aunque Él es superior
a todo, se ha bajado continuamente para aliviar el peso de Sus criaturas.
Dios
sumamente mostró la misericordia cuando envió a Su propio Hijo al mundo para
rescatar a los hombres del pecado.
Parece a veces que nuestros pecados no importan mucho. La gente sigue pecando sin preocupación,
mucho menos arrepentimiento. Sin
embargo, los pecados nos ponen fuera de la amistad con Dios. “¿Y qué?” algunos
se preguntan. Si estamos fuera de una
relación con Dios, ¿a quién vamos a implorar cuando caigamos en apuro
extremo?
También
nuestros pecados nos ponen en un camino de perdición. Este principio es evidente con los vicios
sensuales como la gula y la lujuria, pero también aplica a los
espirituales. La avaricia deluda al
pecador pensar en la plata cómo más importante que personas. La desidia le hace indiferente a tesoros maravillosos
como la naturaleza y la literatura porque requieren esfuerzo para abrir.
Cuando
Jesús encuentra a sus discípulos en el evangelio, acaba de concluir la misión
de su Padre. De hecho, sus últimas
palabras en la cruz eran: “Todo está cumplido”.
Estas palabras refirieron a redención del mundo de sus pecados. Esta misión es el “cáliz” de que Jesús dijo
que tenía que beber cuando Pedro cortó la oreja del joven en el jardín.
En el
evangelio hoy Jesús muestra cómo trae el perdón en el mundo. Mientras sopla sobre sus apóstoles, dice:
“Reciban al Espíritu Santo. A los que
les perdonen los pecados, les quedarán perdonados …” Los apóstoles son de ir al mundo predicando
el perdón del pecado por medio de la muerte y resurrección de Jesús. Bautizarán a las personas para quitar los
pecados. En tiempo sus sucesores dispensarán
los pecados cometidos después del bautizarse en el Sacramento de Penitencia.
¿Suenan
familiar la derrama del Espíritu Santo y el cargo de irse al mundo? Sí es la gran comisión que vemos al final del
Evangelio según San Mateo y en el principio de los Hechos de los Apóstoles. Cada evangelista tiene su propia manera de
describir cómo los discípulos-apóstoles reciben al Espíritu que les capacita a
predicar el perdón.
El
evangelio sigue a ayudarnos aceptar el mensaje del perdón en nuestra edad de
descreencia. Hace dos notitas indicando
que el testimonio que da el evangelio es de verdad. Primero, Jesús pacifica al Tomás que duda con
la oferta de ser tocado. Y segundo,
asegura que Jesús hizo muchas señales además de que se encuentran en el
evangelio para que crean todos. El
pasaje termina no simplemente recomiendo creencia sino nombra la consecuencia
de la fe en Jesucristo. Aquellos que crean tendrán “vida en su nombre”.
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