Homilía para el domingo, 22 de noviembre de 2009

La Fiesta de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo

(Daniel 7:13-14; Apocalipsis 1:5-8; Juan 18:33-37)

Dios a juicio es un libro por el autor inglés C.S. Lewis. Tiene que ver con un reverso en tiempos modernos. En lugar de prepararse para el juicio por Dios como antes, el humano actual prefiere juzgar a Dios. En el evangelio Pilato aparentemente está juzgando a Dios aunque no tiene ninguna pista de esta realidad.

“’¿Eres tú el rey do los judíos?’” Pilato pregunta a Jesús. Él quiere saber si Jesús comprende una amenaza al dominio romano. Si Jesús es rey con ejército, Pilato tendría que decidir si o no va a desafiar el imperio. Pero si Jesús es sólo un rey metafórico como Elvis o Pele, Pilato puede disfrutarse del encuentro con una persona interesante. Nosotros también tenemos una pregunta para Jesús: ¿Por qué tardas tanto para venir en la gloria?

Jesús igualmente quiere probar a nosotros. Hoy lo celebramos como rey. Pero ¿le permitimos a dirigir nuestras vidas? O ¿es declararle rey solamente un pretexto para festejarnos al fin del año? Que no seamos como Pilato. Cuando Jesús le pregunta a Pilato si posiblemente él llama a Jesús como rey por su propia cuenta, Pilato descarta la idea como si fuera un pañuelo usado. Dice que no es judío. Desgraciadamente, tampoco es de la verdad. Pues, si lo fuera, él reconocería a Jesús como rey.

Jesús aclara la situación para ayudar a Pilato entender. Él es rey pero no en el sentido que el mundo pueda ver. Eso es, no lleva corona de oro, ni marcha con un ejército, ni reina sobre tierras. Más bien, él reina interiormente donde su Espíritu ilumina las mentes y su gracia mueve los corazones. Aceptando a Jesús como rey, sabemos que él va a capacitarnos para que superemos los retos de la vida. Nos da la perspicacia para aceptar la vejez no como la erosión de fuerzas sino como la sede de la sabiduría. Nos regala la voluntad para seguir extendiendo la mano a los deprimidos y enojados aunque no nos responden. En verdad, Jesús no tiene que venir en persona. Pues, está actuando dentro de nosotros todo el tiempo.

Como sus súbditos, Jesús nos pide que cuidemos a uno y otro, particularmente a los pobres. En los Estados Unidos los obispos han establecido la Campaña Católica para el Desarrollo Humano para este fin. Es un proyecto distinto. No provee comida o ropa directamente a los indigentes como lo hacen miles de organizaciones de caridad. Más bien, da a los grupos de pobres los medios para capacitarse. Padres sin la educación formal están entrenados a negociar mejores escuelas para sus hijos. Trabajadores agrícolas están adiestrados a pedir condiciones de trabajo decentes. Como a veces damos dinero a un alcohólico lo cual lo usa para cerveza, la Campaña ha patrocinado unos grupos no completamente confiables. Pero el abuso es pequeño en comparación con lo bueno que se hace. De todos modos, sea por la Campaña Católica para el Desarrollo Humano o por otro modo, estamos obligados a cuidar a los pobres. Si aceptamos a Jesús como rey, estamos obligados a cuidar.

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