TRIGÉSIMO TERCER DOMINGO ORDINARIO
(Malaquías
3:19-20; II Tesalonicenses 3:7-12; Lucas 21:5-19)
Si estuviéramos
a ir a los dos grandes puertos en el sur de China, veríamos algo
increíble. Cada segundo, día y noche,
cincuenta y dos semanas por año, cargan naves con un vagón de mercancía. En tiempo los vagones serán puestos en camiones
llevando todos tipos de cosas a los pueblos en los rincones del mundo. En total exportan anualmente, sólo de estos dos
puertos, cuarenta millones vagones. Al
mirar toda esta acción, quedaríamos como los hombres ponderando el Templo en el
evangelio hoy. Ellos están estupefactos
con la inmensidad de la estructura.
Sin
embargo Jesús les dice que el Templo será destruido. Les cuenta: “’…no quedará piedra sobre piedra
de todo esto que están admirando…’” Tiene en cuenta la destrucción completa de
Jerusalén que los romanos efectuarán unos cuarenta años en el porvenir. Desde entonces lo que habrá quedado del
antiguo Templo será poco más que un muro.
Cuando escuchamos de catástrofes tan enormes, muchos de nosotros nos
preguntamos: ¿va a pasar algo semejante con las grandes estructuras de nuestra
edad?
Realmente
nuestra imaginación está extendiéndose al fin del mundo. Queremos saber cuándo el mundo terminará y
cómo acontecerá. Non preguntamos si los pronósticos como el calendario de los
maya son creíbles. La gente pone a Jesús
tales interrogantes en el evangelio.
“’Maestro – preguntan -- ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal
de que ya está a punto de suceder?’”
Jesús no
tiene una respuesta exacta. Más bien les
cuenta de una serie de acontecimientos que van a pasar antes de la venida del
Hijo del hombre. Primero, habrán
charlatanes diciendo que son Jesús o aún más grandes que Jesús. Ellos buscarán nuestra adherencia como
políticos pidiendo nuestros votos. Recordamos
cómo uno de los Beatles se jactó que su conjunto era más popular que
Jesucristo. Pero de algún modo la
esperanza experimentada con Jesús nunca se ha podido borrar.
Siempre
hay desastres, tanto naturales como hechos por los hombres, que ocupan nuestras
mentes. Más recientemente las guerras en Siria y el huracán en Haití han
llamado nuestra atención. Sin embargo, Jesús
dice que reportes de este género no significan la llegada del fin. Evidentemente siempre habrá tragedias humanas
de grandes proporciones.
Entonces
Jesús imparte el núcleo de su mensaje sobre el futuro. Dice que sus seguidores serán perseguidos por
su causa. En los primeros siglos después
de Cristo, muchos cristianos fueron martirizados por su rechazo de ofrecer
sacrificios a los dioses. Pero ¡no hubo tantos
mártires como hoy en día! El número de
hombres y mujeres degollados por su fe en Cristo ahora es asombroso -- unos cien
mil cada año. Los cristianos son
perseguidos en países musulmanes como Afganistán y en países comunistas como
Corea Norte, en países latinos como Honduras y en países africanas como Nigeria. En muchos casos están acosados porque
proclaman la dignidad humana a los pudientes.
Estas
gentes tienen corazones rectos. El
profeta Malaquías diría que “brillará el sol de justicia” sobre ellos. Pues llevan a cabo el mandato de Jesús en el
evangelio para dar testimonio de él. Su
fortaleza nos hace más conscientes de sufrimiento en nuestro medio. Queremos escuchar las quejas de los afligidos
y ofrecerles nuestro apoyo.
Dicen
que el diablo tiene mil maneras para engancharnos. Una ciertamente es distraernos con
fantasías. En lugar de pensar en cómo
dar testimonio de Jesús, algunos se preocupan en pronósticos sobre el fin. Es mejor que atendamos los problemas de
nuestros vecinos. Una palabra bondadosa por
usted aquí, una mano de ayuda por mí allá y en tiempo se aliviará mucho
sufrimiento. Una palabra bondadosa y una
mano de ayuda y aliviaremos sufrimiento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario