LA FIESTA DE LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
(Daniel 7:9-10.13-14; II
Pedro 1:16-19; Mateo 17:1-9)
En uno de los más famosos
discursos en la historia norteamericana el reverendo doctor Martin Luther King
contó de subir una montaña. Hablaba figurativamente pero su mensaje fue
tan claro como si tuviera fotos del panorama. Fue de la esperanza entre
el sufrimiento -- la luz después de una noche larga de miseria. Dijo que
desde la cumbre vio un futuro glorioso para el negro en los Estados
Unidos. Vaticinó que los negros no iban a mantenerse como ciudadanos de
la segunda clase por más tiempo. Porque habían decidido a unirse en la
lucha, dijo que iban a ser reconocidos como personas de igual valor como
cualquier otro. En el evangelio tres discípulos trepan una montaña con
Jesús para recibir una revelación aún más esperanzadora que la del reverendo
King.
Jesús acaba de decir a sus
discípulos como él tendría que sufrir la muerte para cumplir su misión como el
mesías. Pero el mensaje confundió al grupo; pues tenían en cuenta la
historia gloriosa del rey David cuando mencionó “mesías”. En su parecer como
David había derrotado a los pueblos alrededor Israel hace mil años, los
discípulos imaginaban que Jesús expulsaría a los romanos de la patria.
Pero ¿cómo puede conquistar a los extranjeros si iba a ser entregado y
ejecutado?
Ya con su rostro
transfigurado los discípulos se dan cuenta que Jesús no es como cualquier otro
hombre sino es del cielo. La aparición de Moisés y Elías hablando con él
les trae la confianza que Jesús cumplirá las promesas de la Ley y los Profetas
como todo el mundo esperaba del mesías. Aún más impresionante la voz de
Dios Padre confirma todo lo que Jesús ha dicho. Es decir, experimentará tanto
la gloria de la resurrección como la humillación de la muerte.
Nosotros también tenemos que
reconocer a Jesús como el “Hijo muy amado” y que “escucharlo” bien.
Mientras otros buscan su salvación en dinero o placeres, nosotros la vemos en seguir
a Jesús. Él nos conducirá por lugares donde no estamos siempre cómodos
como los hospitales y las prisiones para cuidar a gentes a menudo
olvidadas. Él nos moverá a tener la paciencia con personas con
dificultades y extender la mano a aquellos con debilidades. ¿Suena
difícil? Realmente no es porque tendremos
a Jesús como compañero. Fijándonos en
él, vislumbraremos un poco del
cielo. Fijándonos en él, vislumbraremos un poco del cielo.
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