Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del
Universo
(II
Samuel 5:1-3; Colosenses 1:12-20; Lucas 23:35-43)
Existe
mucha crítica de los reyes hoy en día.
Dicen que los reyes gastan millones y no sirven para nada. Aunque esta evaluación sea severa, es cierto
que los reyes actuales no tienen todas las responsabilidades como antes. En la Edad Media los reyes supervisaban el
bien de toda la nación. Protegían al
pueblo de intrusos y proveían por los pobres entre muchas otras cosas. Por eso los mejores de los reyes en el pasado
siempre sentían el oficio muy pesado.
Hablamos de Jesucristo como rey porque asumió la responsabilidad por el
mundo entero.
La
primera lectura presenta al rey más cumplido en el Antiguo Testamento. David extendió las fronteras de Israel.
Lideró al pueblo no sólo en la guerra
sino en la alabanza también. Era músico
acreditado por la composición de al menos algunos de los salmos. Tenía grandes defectos, es verdad. Pero él fue bastante sensato que pidiera el
perdón del Señor. Se puede ver en sus
logras una huella de la gloría de Jesucristo.
Como
David conquistó los pueblos ajenos, Jesús triunfó sobre el pecado. Para algunos esta victoria es sólo
figurativa. No piensan que ella dé
beneficio a nuestras vidas diarias. Pero
sabemos mejor. El ejemplo de Jesús se ha
hecho la medida de la virtud entre nosotros.
Además, por su acompañamiento, que realizamos en la oración diaria, nada
puede derrotarnos. Sea la muerte o la
bancarrota, sabemos que Jesús nos llevará a la vida eterna.
La
segunda lectura de la Carta a los Colosenses nos presenta otra perspectiva del
rey Jesucristo. No reina sólo sobre la
tierra sino también en los cielos. Tiene
todas las fuerzas de tinieblas bajo su dominio y todos los ángeles a sus
órdenes. Cumplirá la promesa de su
resurrección cuando nos levante a nosotros de la muerte. Hasta entonces por la gracia de su cruz
podemos vivir en paz con los demás.
Verlo muriendo injustamente todo pueblo y cada individuo deberían
reconocer a sí mismo como la causa.
Cuando hagamos esto, podemos perdonar al uno al otro las ofensas en el lamento
mutuo por su muerte.
Particularmente
en los evangelios de San Juan y San Lucas Jesús reina de la cruz. En el evangelio según San Juan Jesús muere
sólo cuando ha cumplido su misión.
Provee por su madre, su amigo querido, y sus discípulos cuando envía su
espíritu a ellos. En San Lucas Jesús
muestra su autoridad como rey cuando otorga el paraíso al malhechor. El otro malhechor se burla de Jesús diciendo:
“’Si tú eres el Mesías (a decir, “el ungido rey), sálvate a ti mismo y a
nosotros’”. Es exactamente lo que Jesús
hace. Por ser fiel hasta la muerte Dios
levantará a Jesús. Además Jesús otorga
la salvación al malhechor con la sensatez de reconocer su culpa.
Se ha
notado que hay sólo una instancia en toda la Biblia donde se le llama a Jesús
sólo por nombre. El malhechor
arrepentido se le dirige a su compañero divino simplemente por decir
“Jesús”. No añade “Cristo” o “hijo de
Dios” o nada semejante. Dice solamente:
“’Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino’”. Como respuesta el ladrón recibe la vida
eterna. ¡Bueno! Lo que sirve al
malhechor, nos puede servir a nosotros también.
Que no nos falte a llamar al Señor una vez que nos arrepintamos de
nosotros pecados. Que le digamos:
“’Jesús, acuérdate de mí’”.
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