TRIGÉSIMO SEGUNDO DOMINGO ORDINARIO
(II
Macabeos 7:1-2.9-14; II Tesalonicenses 2:16-3:5; Lucas 20:27-38)
No es
raro que una persona en luto nos pida ayuda.
Cuando muere un esposo o un hijo, se siente tan perdida que busque la
consolación. Quiere asegurarse que hay
la vida más allá que la muerte. Necesita
algún apoyo para seguir adelante en la vida sin la presencia del ser querido.
Seguramente
la búsqueda para la consolación no es el motivo de los saduceos en el evangelio
hoy. Interrogan a Jesús no para conseguir su perspectiva sobre qué pasa a la
persona con la muerte. Mucho menos están
en luto y necesitan su apoyo. Ni están interesados
en sus pensamientos sobre la resurrección de los muertos. Probablemente saben que Jesús ha pronunciado
en favor de la resurrección. Por eso,
estos hombres vienen para atrapar a Jesús en sus palabras. Desde que entró en Jerusalén Jesús ha tenido
un seguimiento grande. Los saduceos del
partido de los sumos sacerdotes no quieren que la fama de Jesús se aumente. Saben
bien que si la gente lo apoya en grandes números, disminuirá su autoridad
propia.
Los
saduceos retan a Jesús con un ejemplo ridículo. Cuentan de siete hermanos, cada uno
casándose con la misma mujer y muriendo antes de que tenga hijo. Según la ley el hermano tiene que casarse con
la esposa de su hermano muerto. De este
modo se protege la viuda de la explotación.
También el hermano que se case con ella recibirá una doble porción del
patrimonio cuando la mujer dé la luz a un hijo.
Los saduceos deseando burlarse de la resurrección de los muertos preguntan
a Jesús: “’…cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la
mujer…?’” Su propósito es burlarse de la idea de la resurrección.
Pero
Jesús como un sabio entiende la realidad mejor que sus interrogadores. Responde que no hay casamiento en la vida
eterna. Añade que las Escrituras mismas
indican que al menos algunos muertos están resucitados. Refiere al pasaje en lo cual Moisés llama al
Señor, “Dios de Abraham…” y dice que Dios es Dios sólo de los vivos.
Puede
ser angustioso para parejas escuchar que no hay casamiento en el cielo. ¿Quiere decir Jesús que no van a tener
relaciones en el cielo? Aparentemente no
si se piensan en relaciones físicas que producen hijos. La razón es que no habrá necesidad de
reproducirse si no hay la muerte. Pero
esto no quiere decir que las parejas no más van a amar a uno a otro. Al contrario su amor va a intensificarse
porque estarán libres de motivos egoístas. Una pareja era casada por casi
cincuenta años cuando la mujer se puso enferma con Alzheimer. El hombre se encargó de su cuidado. Le daba medicinas y le llevaba afuera para
ejercicio. También hacía todas las
tareas de su casa. Por supuesto, no
podían tener relaciones sexuales. Sin
embargo, el hombre no resintió su suerte de modo que se pusiera impaciente con
su esposa. Al contrario, decía que le
amaba más entonces que en el día de su matrimonio.
Si no
les interesa a los saduceos el apoyo para aquellos en luto, a Jesús sí le
interesa mucho. Quiere que todos
nosotros vivamos con la esperanza. En
este evangelio Jesús se encuentra en Jerusalén para dar su vida como el costo
de la esperanza. Su muerte en la cruz va
a derrotar las fuerzas del mal. Su
resurrección al tercer día será la garantía a sus seguidores que nuestro
destino no es la tumba. Solamente
tenemos que quedarnos cerca de él.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario