El domingo, 28 de marzo de 2021

 DOMINGO DE RAMOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

(Isaías 50:4-7; Filipenses 2:6-11; Marcos 14:1-15:47)

Cada uno de los evangelistas tiene su perspectiva propia de la pasión de Jesús.  Lucas ve a Jesús repartiendo su bondad a todos lados.  Juan lo tiene reinando sobre el mundo desde la cruz.  Marcos hace hincapié en el sufrimiento de Jesús no solo de la tortura física sino también mental.  En Marcos Jesús muere completamente aislado: de su pueblo, de sus discípulos, aparentemente de su Padre, Dios. Que miremos un poco los rechazos que experimenta Jesús y preguntemos qué nos enseñan.

En Getsemaní Jesús pide a sus discípulos más cercanos que velen con él.  Pero ellos caen en sueño.  Mucho peor uno de los doce traiciona a Jesús, y todos huyen de él.  Jesús está tan absorbido con angustia que no responde ni al beso de Judas, ni al intento mal concebido para defenderlo con espada.  No es difícil imaginar cómo se siente Jesús cuando se marcha con sus captores: ofendido, desilusionado, deprimido.

Jesús no puede esperar justicia de los jueces judíos.  Hacen el juicio en la noche como si quieran ocultar la verdad.  Traen testigos falsos que lo calumnian.  El veredicto es unánime: Jesús debe morir.  Agregan el insulto a la herida cuando le escupen, lo abofetean, y lo ridiculizan por ser profeta falso.  Pero de ninguna manera es profeta falso.  Ha profetizado que iba a sobrellevar tal maltratamiento brutal.

El juico romano no le va mejor.  Pilato trata a Jesús como si fuera un animal.  Para dar gusto a los judíos, él entrega a Jesús a los verdugos. Entonces los soldados lo abusan con azotes y burlas.

Por su puesto, el peor sufrimiento llega con la crucifixión.  Tres grupos de personas lo ridiculizan: los transeúntes, los sumo sacerdotes, y los dos otros hombres crucificados con Jesús.  Ningún discípulo se acude para consolarlo mientras experimenta la angustia extrema.  Finalmente, no puede aguantar más.  Grita, “¿Dios mío, por qué me has abandonado?” y muere.  Solo entonces Dios actúa.  Se rasga el velo en el templo rindiendo el lugar inútil.  El oficial romano proclama el juicio final humano cuando dice de Jesús: “De veras este hombre era Hijo de Dios”.

Parece que Dios nos ha proporcionado esta versión de la pasión para ayudarnos cuando sentimos abandonados y deprimidos.  Puede ser después de la muerto de un hijo o la traición de un esposo.  No sabemos cómo vamos a continuar.  Entonces podemos pensar en Jesús en este evangelio de Marcos.  Él aguanta todo hasta respirar su último suspiro.  Al final descubre que su Padre Dios ha estado de cerca por toda su ordalía listo para redimirlo.  Podemos contar con el mismo Dios porque por Jesucristo es nuestro Padre también.

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