I
Domingo de Adviento
(Isaías
2:1-5; Romanos 13:11-14a; Mateo 24:37-44)
Hoy comenzamos ambas la temporada de Adviento y las
lecturas dominicales del Evangelio según San Mateo. Vamos a considerar Adviento más tarde. Ahorita pensémonos en el Evangelio de
Mateo. Todos los evangelios son obras de
maestro cada uno con sus rasgos distintivos.
Se nota el Evangelio de Mateo entre otras cosas por la reflexión en las
obras buenas, el uso del Antiguo Testamento para denotar a Jesús como el
Mesías, y la estructura de cinco reportajes del ministerio de Jesús cada uno
seguido por un discurso largo.
Se toma el evangelio de hoy del quinto y final
discurso de Mateo. Jesús está enseñado a
sus discípulos sobre el final de los tiempos.
Les urge que sean preparados para su regreso no por escrutando los
cielos para señales sino por haciendo obras buenas por los demás. Jesús terminará este discurso con la profecía
famosa de la separación de los buenos de los malos. Dice que se reconocerán los buenos por tales
obras como dar de a comer a los hambrientos y acogerse a los extranjeros. Ellos
tendrán puestos en el Reino de cielo.
Entretanto los malos, que no han ayudado a los necesitados, serán
mandados al lugar del fuego.
Las instrucciones de Jesús reflejan la profecía de
Isaías en la primera lectura. Dice el
antiguo profeta que en los tiempos venideros gentes de todas partes del mundo
vendrán al “monte de la casa del Señor”.
Allá aprenderán los verdaderos caminos de la paz. Isaías tiene en mente el Monte de Sión, una
metáfora para Jerusalén. Al enseñar en
Jerusalén en el evangelio de hoy, Jesús reparte el aprendizaje que la paz que
buscan las naciones es el fruto de obras buenas. Nos recuerda del dicho del papa San Pablo VI:
“Si quieren la paz, trabajen para la justicia”.
El “monte de la casa de Señor” puede ser también
dondequiera resida el Señor. En este
sentido se incluye el lugar donde Jesús entregó su “Sermón del Monte”. Este discurso es el primero de los cinco de Mateo. Aparte de los Diez Mandamientos, el Sermón es
la enseñanza más reconocida sobre la moral en la Biblia. En ello Jesús declara que los misericordiosos
obtendrán la misericordia y que aquellos que trabajan por la paz serán llamados
“hijos de Dios”. Además, el Sermón reta
a los discípulos de Jesús a dar préstamo a quien pida y a caminar dos
kilómetros con quien que pida acompañamiento por un kilómetro. El discurso también es notado por llamar a
los discípulos “la luz del mundo”. San
Pablo en la segunda lectura exhorta a los cristianos romanos que se revistan
con luz.
Después de componer lo que iba a hacerse doctrina
básica cristiana en la primera parte de la Carta a los Romanos, Pablo se dirige
a la aplicación de la teología a la vida.
La segunda lectura hoy viene de esta segunda parte práctica. Dice que el amor al prójimo cumple la
ley. Pues la persona que ame no mata, ni
comete adulterio, ni roba, ni codicia. Más
bien, el cristiano verdadero desecha “las obras de las tinieblas” para
“revestirse con las armas de la luz”.
“Las obras de las tinieblas” refieren a los pecados
sexuales como la fornicación. Incluyen
también la falta de caridad como cuando los miembros de la comunidad no ayudan
a los necesitados. Asimismo, “armas de
la luz” abarcan obras de caridad. Deben
ayudar aún a los enemigos a quienes faltan las necesidades básicas.
Hemos entrado a Adviento. Es tiempo de buena voluntad hacia todos. Obras de caridad son tan partes de este
tiempo como Santa Claus. De hecho, Santa
Claus es el modelo de obras buenas. No
es que sirvamos a los demás solo durante el mes de diciembre. Más bien, nuestra caridad durante este mes nos
acostumbra a ser serviciales siempre.
Como Jesús urge en el evangelio hoy y como Pablo escribe a sus queridos
corintios, hacer obras buenas es parte de nuestra identidad como cristianos.
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