Fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán
(Ezequiel
47:1-2.8-9.12; I Corintios 3:9-11.16-17; Juan 2:13-22)
Quizás
ustedes se pregunten como yo ¿por qué celebramos la dedicación de una
iglesia? También, ¿cómo es que la fiesta
de la dedicación puede desplazar un domingo cuando celebramos el día del
Señor? Sí parece extraño, pero la
Basílica de San Juan Letrán es la catedral del obispo de Roma, el papa, el
líder de la Iglesia universal. Por eso,
estamos celebrando hoy no solo la Basílica de Letrán sino también todas las
iglesias del mundo.
El término
“iglesia” tiene diferentes aspectos que vamos a explorar. Sin embargo, para la mayoría de nosotros iglesia
significa el edificio donde se da culto a Dios.
Así tiene una significación especial.
Es lugar santificado no solo con la Eucaristía y las reliquias de los
santos sino también las oraciones de los fieles. Sus voces han resonado en muchas iglesias por
siglos haciendo el templo santo. Así es
el caso con la Basílica de Letrán.
Además, la iglesia es lugar privilegiado del encuentro entre Dios y los
seres humanos. Por esto, cuando entramos
una iglesia nos persignamos con el agua bendita purificándonos de la inmundicia
del mundo antes de encontrar al Señor.
Hablamos
también de la iglesia como la comunidad que se congrega para orar. La raíz de la palabra iglesia viene del
hebreo qahal que quiere decir asamblea. Se traduce qahal a la palabra griego ekklesia
de que se formó el latín ecclesia y el español iglesia. Se ve la iglesia como comunidad de discípulos
de Cristo en la segunda lectura hoy. San Pablo llama la comunidad cristiana en
Corinto “templo de Dios”. Quiere decir
que los hombres y mujeres que comprenden esa comunidad están aprendiendo cómo
actuar como el Cuerpo de Cristo en el mundo.
El papa León tenía esta idea en cuenta exhortó a los católicos congregados
en Chicago para honrarlo a “construir una comunidad” de la luz y la esperanza.
Una
comunidad de luz y esperanza servirá a los demás para que el mundo conozca a
Cristo. En la primera lectura del
profeta Ezequiel, las aguas procedan del Templo para regar los árboles
frutales. En torno las frutas de los
árboles servirán para alimentar a la gente, y sus hojas producirán medicinas
para curar a los enfermos. Igualmente,
la Iglesia es siervo al mundo con un sinnúmero de caridades y hospitales
proveyendo las necesidades corporales de la gente.
Sobre todo,
la comunidad de Cristo, la Iglesia, es sacramento. Eso es, la iglesia es un
signo establecido por Cristo para transmitir la gracia de Dios. ¿Cómo puede ser sacramento? Desde sus años
más antiguos la Iglesia se ha identificado con el Cuerpo de Cristo. Jesús mismo en la lectura del Evangelio según
San Juan que leemos hoy, se identifica su Cuerpo con el Templo donde se ofrecen
sacrificios. De veras, su Cuerpo se hizo
el sacrificio perfecto en la cruz emitiendo la gracia que perdona pecados y justifica
a pecadores. Ahora se celebra este mismo
sacrificio dondequiera la comunidad de Cristo se congrega. Procediendo de la misa al mundo la comunidad irradia
la santidad de Jesucristo a todos.
La Iglesia
como servidor del mundo, comunidad de discípulos, y sacramento no agotan sus
aspectos. Muchos conocen la Iglesia por
su jerarquía, sus reglas, y sus organizaciones.
Eso es, conocen la Iglesia como una institución. Porque ha sido institución, ha podido
mantenerse por casi dos mil años de historia.
Otra dimensión aspecto de la Iglesia es heraldo anunciando Jesucristo
como Salvador del mundo. No seríamos
fieles a Cristo si no proclamáramos esta buena noticia. Finalmente, la Iglesia es un misterio imbuido
con la presencia de Dios. La
participación humana ha creado faltas en la actuación de la Iglesia, pero ha
podido superar los desafíos de los siglos por esta presencia permanente de
Dios. En fin, Dios estará presente entre
nosotros mientras permanezcamos formando parte de la comunidad de Cristo.
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