El domingo, 24 de noviembre de 2013


SOLEMNIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

II Samuel 5:1-3; Colosenses 1:12-20; Lucas 23:35-43)


Hoy concluimos nuestra lectura dominical del Evangelio según San Lucas.  Lo hemos estado leyendo en casi todos los domingos por un año.  Tal vez nos haya parecido como un viaje.  Pues, hemos atravesado con el Señor Jesús un plazo extendido lleno de ilusiones y desesperanzas, tristezas y gozos.  También, nuestra lectura ha asemejado un viaje porque muchas veces el evangelio mismo se refiere a Jesús en marcha.  Que bosquejemos algunos de estas referencias para apreciar cómo hemos sido enriquecidos por nuestro divino compañero.

En el principio del evangelio encontramos a Jesús, todavía no nacido, viajando desde Nazaret a Belén con María y José.  Sus padres nos impresionaron como gente reverente, no sólo atenta a la palabra de Dios sino también obediente al gobierno.  Su manera nos convenció que como seguidores de Jesús tenemos que respetar a las autoridades, si estamos de acuerdo con ellas o no.

Dice el evangelio que después de su bautismo Jesús recorrió Galilea llegando a su propio pueblo.  Allí pronunció su misión como “llevar a los pobres la buena nueva”.  En el Evangelio de Lucas Jesús siempre mostraba la preocupación por los necesitados.  Tanto como dio vista al mendigo ciego, él exhortó a los ricos que socorrieran a los indigentes.  Ciertamente el papa Francisco nos entrega el mismo mensaje hoy día cuando lava los pies de los inmigrantes encarcelados.

Después de inaugurar su misión en Nazaret, Jesús una vez más emprendió el camino.  Llegó al lago de Genesaret donde encontró a Simón en su barca de pescar.  Le dijo que fuera “mar adentro” y echara sus redes.  Resultó en una pesca tan grande que Simón lo reconociera como el Señor y junto con los hermanos Santiago y Juan lo siguiera en el camino.  Deberíamos haber escuchado a Jesús decirnos a nosotros también que fuéramos “mar adentro” – eso es, que dejáramos la codicia para tomar en serio la invitación para seguirlo.

Para que no pensáramos que el llamado al discipulado se dirija sólo a los hombres, el evangelio hizo hincapié en el acompañamiento de varias mujeres.  Eran personas generosas y agradecidas, sin duda atraídas a Jesús por su gran compasión a los débiles.  Nos aseguró que cada uno de nosotros – seamos mujer o hombre, rico o pobre, analfabeto o culto – puede incluirse en la compañía de Jesús.  Sí, tendremos que hacer ajustamientos en nuestras vidas, pero no tenemos que preocuparnos de ser rechazados por las características superficiales.

En un punto la narrativa contó que Jesús hizo la decisión firme a viajar a Jerusalén.  Fue un momento decisivo; pues él sabía que iba a sufrir como otros profetas en la ciudad santa.  Pero precisamente como un profeta tenía que manifestar el amor transcendente de Dios para el mundo por entregarse a la muerte.  Como sus compañeros, nosotros no podemos escapar ser tocado por el sufrimiento.  A veces sentiremos como faltando algún placer por haber visitado a los solitarios.  Sin embargo, solamente estaremos actuando en sintonía con nuestro compañero Jesús para que experimentemos su destino.

Ahora encontramos a Jesús en la cruz entre dos bandidos.  Parece ser su última parada en la marcha de la vida.  Uno de los malhechores imita a la muchedumbre burlándose de Jesús.  El otro, viendo el letrero en su cruz, lo reconoce como es: un rey verdadero.   Continuamente en la pasión según san Lucas Jesús ha mostrado la noble misericordia.  Sanó la oreja cortada del criado en el jardín.  Remedió la enemistad entre Herodes y Pilato.  Consoló a las mujeres de Jerusalén lamentando la injusticia hecha a él.  Ya confiere la vida eterna a un pecador con sólo una semblanza de arrepentimiento y una sincera petición para socorro.

Pero la cruz no pudo detener a Jesús.  Lo encontramos de nuevo en camino con dos de sus discípulos dos días después de su muerte.  Sus discípulos andaban desconcertados por lo que había pasado.  Pero él les animó de modo que cuando llegaron a la población Emaús, se les revelara como resucitado en el partir del pan.  Así Jesús camina con nosotros animándonos en el camino de la vida.  Así lo reconocemos en la misa donde nos parte el pan. 

1 comentario:

Sara dijo...

Yo participo de un grupo religioso y nos gusta ir a distintas ciudades para conocer a distintos creyentes y compartir salidas, charlas, etc. nuestro próximo viaje es hacia Australia por lo que estamos en busca de Vuelos a Australia, hoteles y excursiones para realizar allí.