EL TERCER DOMINGO ORDINARIO
(Nehemías
8:2-4.5-6.8-10; I Corintios 12:12-30; Lucas 1:1-4.4:14-21)
Exactamente
un año de hoy todo el país tendrá en foque a una persona. Va a estar preguntándose: “¿Qué va a decir el
nuevo presidente en su discurso de investidura?” Querrá saber las prioridades de Hillary, Jeb
o quienquiera sea. Estará atento si hace
hincapié en la situación de los indocumentados, el costo del cuidado medical, y
la seguridad para las víctimas de ISIS.
Podemos pensar en la gente de Nazaret mirando a Jesús en el pasaje
evangélico hoy con preguntas semejantes.
La
lectura comienza con la introducción del evangelio entero. El escritor, que conocemos como “Lucas”
aunque no nos revela su nombre, presenta su propósito: relatar la historia de
Jesús “por orden”. Él muestra lo que
tiene en cuenta en la sección que sigue.
Describe a Jesús inaugurando su ministerio con la declaración de sus prioridades
y su plan.
Jesús regresa
al lugar de su crianza para el gran evento.
Entra la sinagoga al día del descanso como todo judío fiel. No es simplemente por coincidencia que le extiende
el volumen de Isaías para leer. Pues las
palabras del rollo duplican la realidad del momento. Jesús lee: “…me ha ungido para llevar a los
pobres la buena nueva…” Entonces da su
comentario sobre la lectura: “’Hoy mismo se ha cumplido este pasaje…’” Ha venido para mostrar la misericordia de
Dios a los más necesitados. Quiere socorrer
a los pobres como los preferidos de Dios Padre.
Llevará a cabo este programa en dos modos. Primero, proveerá a los marginados las
necesidades físicas, sea la curación, la comida, o la liberación de espíritus malignos. Segundo, les levantará el ánimo con la
promesa de la vida eterna.
Hoy día se
continúa la misión de Jesús por las obras de nosotros, su cuerpo, la Iglesia. La segunda lectura describe cómo coordinamos
nuestros esfuerzos. Algunos actúan como
el cerebro planeando grandes programas.
Otros trabajan como pies haciendo obras sencillas. Una niña se detiene en la casa de una anciana
para ayudarle atar sus zapatos todos los días.
Una obra de misericordia que ha involucrado a varios miembros de la
comunidad se llama el Proyecto Gabriel. Las mujeres y hombres de Proyecto Gabriel proporcionan
la ayuda material a mujeres embarazadas y sin recursos. En muchos casos aún más importante, les presta
la convicción que Cristo murió por ellas junto con sus bebés.
Mañana
se termina la Semana de la Unidad Cristiana.
Vale la pena mencionar el beneficio de colaborar con los cristianos de
otras iglesias y comunidades de fe. Pues
junto con nuestra Iglesia Católica constituyen la Iglesia universal de
Jesucristo. Muchos de ellos ven el
aborto con el mismo horror que nosotros.
Están igualmente dispuestos a acercarse a las jóvenes ponderando el
aborto para ofrecerles la ayuda. Tenemos
que considerarlos como aliados sirviendo al Señor. A la misma vez queremos echar la oración que
un día podemos acompañar a uno y otro al altar para recibir la Santa Comunión.
Un psicólogo
famoso una vez hizo la estadística que uno de cada uno de nosotros está
herido. Si es la verdad (y quién dirá el
contrario), entonces hay gran necesidad de la misericordia. Jóvenes tienen que colaborar con ancianos y
cristianos con musulmanes. Todos nosotros
tenemos que poner en práctica de nuevo el propósito de Jesús. Todos tenemos que poner en práctica el propósito
de Jesús.
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