EL TRIGÉSIMO DOMINGO
ORDINARIO
(Jeremías 31:7-9; Hebreos 5:1-6; Marcos 10:46-52)
Hay una
historia anciana acerca de un genio y un pescador. En la tierra de mitos los genios son
espíritus inteligentes. Pasó que el
genio se atrapaba en una botella tirada en el mar. El pescador encontró la botella, y la abrió. Salió el genio muy agradecido a su
libertador. Le dijo: “¿Qué quieres que
haga por ti?” Ésta es la misma pregunta
que Jesús dirige al ciego en el evangelio hoy.
También es la pregunta que le dirigió a Santiago y Juan en el evangelio
hace ocho días. Comparando las
respuestas de los dos grupitos, podemos aprender algo valioso para la vida de
hoy en día.
Dios Padre nos ha
enviado a Su Hijo como señal de Su amor.
Por eso Jesús nos pregunta a nosotros tanto como a los hijos de Zebedeo
y al ciego: “’¿Qué quieres que haga por ti?’”
No querremos desgastar la oportunidad pidiendo un favor frívolo: que sea
un día bonito mañana por ejemplo. Ni
querremos pedir algo vano como que me toque la lotería. Este es el tipo de deseo que expresan
Santiago y Juan cuando respondieron a Jesús que se sentaran uno a su derecha y
el otro a su izquierda en su Reino.
Sería mucho más
provechoso si respondemos a la pregunta de Jesús como el ciego Bartimeo. El dice: “’Maestro, que pueda ver’”. No deberíamos pensar que ya tenemos la
vista. Sí a lo mejor podemos distinguir
el color rojo del color azul y un círculo de un cuadrado. Sin embargo, no las propiedades físicas de
las cosas que no vemos claramente sino su verdadero valor. La capacidad de determinar lo que es
realmente beneficioso para nosotros y lo que nos hará daño es lo que significa:
“’...que pueda ver’”. Para probar que
esto es lo que quiere Bartimeo sólo tenemos que mirar lo que hace cuando recupera
la vista. No invita a sus compañeros a
celebrar su dicha. Ni regresa a casa
para enseñarse a su familia. No, el
evangelio lo pone de relieve: “…comenzó a seguirlo (eso es, a Jesús) por el
camino”. En otras palabras al recibir la
vista de Jesús, Bartimeo se hace en discípulo del Señor.
Y ¿qué querríamos buscar
con una verdadera vista? Una cosa que
querría buscar yo es lo bueno de otras gentes y no primeramente sus
faltas. Muchas veces juzgo mal por
fijarme en lo negativo de personas y de grupos.
Si podría fijarme en sus buenas características, me haría menos cínico y
más contento. Otra cosa que querría buscar
en este año de elecciones es los políticos con una preocupación por los
vulnerables. Tengo en cuenta aquí a los
candidatos que defenderán a los no nacidos, a los pobres, y a los
inmigrantes. Finalmente, querría buscar
más colaboración entre los laicos y los sacerdotes. Querría ver a los
sacerdotes compartiendo tanto el ministerio como el conocimiento del Señor.
Si yo fuera a buscar
células sanas entre células cancerosas bajo un microscopio, no podría verlas. Pero un biólogo competente no tendría ninguna
dificultad hacerlo. Pues, tiene la vista
para distinguir los diferentes tipos de células. Nosotros queremos una vista semejante. No nos importe la capacidad de distinguir
entre las células, pero sí queremos distinguir lo bueno de lo malo. Lo podemos hacer por seguir a Jesús. Como Bartimeo en este evangelio, queremos
seguir a Jesús.
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