El domingo, 27 de enero de 2019


EL TERCER DOMINGO ORDINARIO

(Nehemías 8:2-4.5-6.8-10; I Corintios 12:12-30; Lucas 1:1-4.4:14-21)


Se encuentre una de las declaraciones más asombrosas en la biblia en el primer capítulo del primer libro. Dice: “Creó Dios al hombre a su imagen….Macho y hembra los creó”.  Asombrosa pero también problemática.  Pues estamos tan acostumbrados a escuchar este versículo que pasemos por alto su significado.  Quiere decir que cada persona humana tiene gran dignidad.  De hecho, cada mujer y hombre es tan importante que debiera ser apreciado como si fuera un dios.  A pesar de que a menudo abusemos a los demás y aun a nosotros mismos, deberíamos valorar mucho a todo ser humano.

Dios nos dio su Ley para que mantengamos esta gran dignidad.  La Ley nos mande que no explotemos a nadie.  Por la Ley los dueños tienen que pagar a los trabajadores de modo que puedan dar de comer a sus familias.  Por la Ley los hombres tienen relaciones íntimas sólo con sus esposas para que todos niños tengan dos padres en casa.  Por la ley somos obligados a no maldecir a nadie. Varias veces en su historia Israel se dio cuenta de que grande regalo era la Ley sólo después de abandonarla.  Entonces cuando la descubrieron de nuevo, lloró por su tontería.  La primera lectura hoy nos describe una instancia de esto.  Dice que cuando se leía la Ley de nuevo en público, los presentes “se postraron rostro en tierra”.

Cuando Israel violó la ley, los profetas aparecieron para recordársela.  Ellos eran la conciencia de Israel.  Insistieron que el pueblo cuidara a los más necesitados porque también ellos eran imágenes de Dios.  En el evangelio hoy Jesús se presenta a sí mismo como el profeta supremo.  Él no sólo exige a los ricos que apoyen a los débiles sino comparece para hacerlo.  No sólo habla de un tiempo en el futuro cuando se cumpla la Ley sino declara que hoy se la cumple.  Hoy los pobres escucharán la buena nueva.  Hoy los cautivos y los oprimidos se liberarán.  Hoy los ciegos verán.

Nosotros no podemos sino pensar que si Jesús desarrollaría el volumen hoy día, diría algo sobre el aborto.  Proclamaría que ha venido para asegurar que los fetos nazcan.  Ellos seguramente son los más vulnerables de todos seres humanos.  No pueden hacer nada por sí mismos.  Sin embargo, 16 por ciento de todos los seres humanos concebidos terminan abortados.  Estas criaturas son imágenes de Dios como todos nosotros.  Aun si no tienen formado un corazón o un cerebro, tienen la capacidad de pensar y escoger en su estructura.

En la segunda lectura San Pablo nos recuerda que cada uno de nosotros es miembro del Cuerpo de Cristo.  Quiere decir que todos tenemos un papel en el ministerio de la iglesia.  Por eso, todos nosotros deberíamos considerarnos como responsables por los vulnerables.  No es que todos puedan administrar el primer socorro, pero tenemos que hacer algo.  En la lucha contra el aborto algunos participarán en las marchas promoviendo la vida.  Otros ofrecerán una alternativa a la muerte en frente de las clínicas del aborto.  Otros contribuirán dinero a la causa y pedirán a los legisladores por leyes protegiendo a los no nacidos. Ciertamente todos deberíamos rezar que siga disminuyendo el aborto hasta que se termine completamente.

El sonograma puede mostrar el feto dentro del seno de su madre.  Usado en los centros en pro de vida, la invención ha contribuido a la salvación de muchos bebés.  Pues las mujeres embarazadas no quieren abortar a sus hijos una vez que ven que tienen vida.  Ahora hay otro descubrimiento que puede salvar  aún más no nacidos.   Se puede determinar rasgos faciales del ADN en las células dentro del seno de la mujer.  ¿Quién querrá destruir la vida de una persona cuya cara ha visto? Aun los científicos están tomando su papel en la lucha contra el aborto.  Todos nosotros tenemos un papel en esta lucha.

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