CUARTO DOMINGO DE PASCUA
(Hechos
13:14.43-52; Apocalipsis 7:9.14-17; Juan 10:27-30)
Hace
cuatro años el video horrorizó al mundo. Mostró a veintiún cristianos cópticos ser
degollados por miembros del Estado Islámico. Todavía el recuerdo del evento
crea el ultraje entre las naciones del Oeste.
Sin embargo, las familias de las víctimas quedan con otro
sentimiento. Particularmente las madres
se sienten orgullosas. Pues saben que
sus hijos ha logrado la dicha de estar con Jesús en la gloria.
Se basa
su confianza no sólo en la doctrina cristiana sino también en sus experiencias. La madre del mártir Ezzat sufrió derrame
fuerte después del martirio. Entonces su
hijo junto con San Jorge le vino en sueño. Puso sus manos en ella, y ella se
sanó. La casa de la madre de Gaber, otro
mártir, resonó con voces cantando “aleluya” durante su muerte. Sus vecinos musulmanes más tarde confirmaron este
suceso extraordinario. Una mujer musulmana
pidió la ayuda de la madre de Essam, otro mártir. La cristiana dio a la musulmana una camiseta
llevando la foto de Essam con corona de mártir superpuesta. Desde entonces la mujer previamente estéril
concibió dos veces.
La
segunda lectura nos da imagen de los mártires cristianos viviendo en la
gloria. Muestra a los hombres y mujeres
que dieron sus vidas como testimonio de Cristo.
Los mártires llevan vestidos inmaculados significando como todos sus
pecados les fueron lavados. Tienen en
sus manos las palmas para alabar al Cordero, que es Cristo. Todos están contentos porque se han llevado a
las fuentes del agua viva.
En el
evangelio Jesús dice que sus ovejas lo escuchan y lo siguen. Significa que él nos llama a ser
mártires. Somos para dar testimonio de
él como Salvador del mundo. No es necesario
que derramemos sangre sino que demostremos a los demás su amor. Lo hacen las madres cuando defienden la vida contra
aquellos que reclaman el derecho de la mujer para abortar a su hijo. Particularmente cuando aceptan con
agradecimiento a un hijo con incapacidad como el síndrome de Down muestran la
dignidad de vida humana. También las
madres dan testimonio a Cristo cuando llevan a sus hijos a la iglesia para la
misa dominical y cuando rezan con ellos en casa diariamente. Asimismo dan testimonio por apoyar a los
necesitados en cuanto posible. Tal vez
puedan hacer los sándwich con el grupo de la parroquia.
En la primera
lectura Pablo y Bernabé se marchan de Antioquía llenos de alegría. Fueron castigados por dar testimonio a
Jesucristo. Como las madres de los
mártires cópticos, los apóstoles saben que su destino es la gloria cuando
sufren por Dios. No van a cesar dando este testimonio por nada.
Hoy
celebramos el Día de la Madre en los Estados Unidos. La publicidad nos sugiere muchos regalos para
felicitar a nuestras madres. Pero lo que
les hace contentas al máximo no es nada comprado. Sobre todo nuestras madres quieren que seamos
mártires. No es que quieran que
derramemos la sangre. Pero sí quieren que demos testimonio a Cristo por
nuestras obras de amor.
2 comentarios:
Gracias padre Dios siga derramando sabiduría su gracia en su ministerio, unos siga formando a nosotros
A traves de sus homilias no lo siento tan lejano. Siempre cerca de nosotros y aun a distancia aprendiendo de usted y su amor a Cristo y nuestra iglesia. Ya mas de 3 años que sigo compartiendo sus homiliad en FB. Gracias Padre.
Maribel
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