EL PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
(Génesis
9:8-15; I Pedro 3:18-22; Marcos 1:12-15)
Dicen que
la Escuela de Ranger de Ejército es la prueba más dura para los líderes de
soldados. Se comprende de sesenta-uno
días de entrenamiento para desarrollar las habilidades en batallas de fuego
directo. No solo el participante tiene
que actuar difíciles maniobras, sino también tiene que funcionar con menos de
cinco horas de dormida. En la lectura
evangélica hoy se ve Jesús sometiéndose a una prueba parecida a la Escuela de
Ranger de Ejército.
Dice la
lectura que Jesús está tentado por Satanás durante cuarenta días. El Evangelio según San Marcos no explica las
tentaciones. Sin embargo, se puede decir
que, teniendo una naturaleza humana, Jesús es tentado como todos los seres
humanos. Se le propone que considere sus
propios deseos como prioritarios, más importantes que las necesidades de los
demás. Hoy día vemos este tipo de
tentación en los reclamos de algunas gentes de ser vacunadas antes de los
demás. Más generalmente, se ve en la
voluntad de tener casi todo según nuestro propio modo.
La
temporada de Cuaresma nos ofrece cuarenta días para ser probados junto con
Jesús. Deberíamos entenderla como un
entrenamiento para vivir en un modo nuevo.
Jesús va a instruirnos cómo frenar nuestros propios deseos para servir a
los demás. Nos ayudará dejar los hábitos
que nos debilitan. Algunos están tan consumidos
de tomar alcohol que los cocteles de la noche ocupen su atención todo el
día. Este tipo de persona debería
considerar dejar de tomar alcohol durante los cuarenta días. Otros son tan concentrados en su trabajo que
terminar las tareas antes de acostarse asuma una prioridad suprema. Sería provechoso para este tipo de persona
que ponga más confianza en Dios por tomar el descanso necesario por su salud.
La segunda
lectura provee otra clave para entender el significado de Cuaresma. La Carta de Pedro compara las aguas del
Bautismo con las del diluvio. Como las
aguas del diluvio entregaron a Noé y su familia del mundo penetrado con pecado,
así las aguas del Bautismo nos han entregado a nosotros. Durante la Cuaresma nos preparamos a renovar
las promesas bautismales el domingo de Pascua.
Junto con los catecúmenos vamos a dedicarnos de nuevo a Cristo. Podemos considerar las promesas como las
aguas que no solo nos lavan del pecado sino también nos iluminan el camino
cristiano. Es como si las aguas se
llevaran toda la contaminación del aire de modo que por la primera vez podamos ver
adelante.
Aunque no
informa sobre las tentaciones desérticos, el evangelio cuenta de su
resultado. Dice que Jesús va para
predicar la buena nueva. “…el Reino de
Dios ya está cerca – proclama Jesús – Arrepiéntanse y crean…” Vale reempaquetar este mensaje para el mundo
hoy y proclamarlo de nuevo. Aunque hay
iglesias en cada sector del pueblo, la gente no más vive adhiriendo la fe. La mayoría de las personas piensa que es
aceptable cohabitar antes de casarse.
Entretanto muchos niños viven sin ambos la madre y el padre en el hogar. Nuestra sociedad necesita ahora más que nunca
el mensaje de la voluntad de Dios para ella.
¿Cómo vamos
a entregar el mensaje? Muy pocos tienen
la oportunidad de proclamarlo del púlpito.
Pero todos pueden predicarlo por dar buen ejemplo. Podemos aprovechar de este tiempo de
Cuaresma. Si no podemos visitar a los
enfermos, podemos apoyar las caridades que lo hacen. En lugar de siempre comentar de las faltas de
los demás, podemos señalar sus virtudes.
Los viernes podemos no solo abstener de carne sino preparar comidas
sencillas como arroz y frijoles. Si nos
preguntan por qué, podemos responder que por el sacrificio queremos demostrar
nuestro amor a Cristo. También podemos
cerrar la tele para leer el evangelio y pedir la ayuda de Dios por otras
personas.
¿Recordamos
el cine "Rocky"? Cuando el
protagonista comenzó el entrenamiento para el campeonato de boxeo, tenía mucha
dificultad. Hacer ejercicio en la
madrugada era tan desafiador como nadar en aguas heladas. Pero por el fin del tiempo se ha puesto como
hombre viviendo en una manera completamente nueva. Es así si nos aprovechamos de la Cuaresma
como período de iluminación. Por la
Pascua seremos más bondadosos, más tranquilos, y más enamorado del Señor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario