VIGÉSIMO
SEGUNDO DOMINGO ORDINARIO
(Eclesiástico
3:19-21.30-31; Hebreos 12:18-19.22-24; Lucas 14:1.7-14)
Cuesta
entender el evangelio de hoy. Tiene que
ver con los valores del Reino de Dios.
¿Qué cualidades debemos desarrollar para ser acogidos en el Reino? En lo que acabamos de escuchar Jesús nos
describe dos. Es cierto que Jesús no
menciona la palabra "reino".
Sin embargo, San Lucas escribe que Jesús dice una “parábola”, y es característico
de Jesús hablar del Reino con parábolas.
Jesús
aconseja a la gente que practiquen la humildad.
Les cuenta que tomen los asientos en el fondo del salón de fiesta cuando
están invitados a un banquete. Les
asegura que no quedarán desilusionados.
A lo mejor el anfitrión los moverá a un lugar más prominente. Sí no lo hace, aunque Jesús no lo dice,
tendrán la oportunidad de conocer a gente sencilla.
¿Está
surgiendo Jesús que finjamos la humildad para avanzar nuestros propios
intereses? Claro que no. Si estuviera haciendo eso, estaría
traicionando al Reino que ha venido a proclamar. En el Reino de Dios todo el mundo es
apreciado como hijo o hija de Dios. ¿Qué
más podríamos pedir? En el mundo influenciado
por el pecado hacemos distinciones según clases y logros. Por eso, Jesús dice que el anfitrión exaltará
a la persona distinguida. Sin embargo,
en el Reino todos con sus compañeros disfrutarán de la presencia de Dios,
quienes sean.
Quizás
pensamos que la humildad es uno de los valores menores del reino. Escuchemos lo que San Agustín habla de ello:
“… si la humildad no precede a todo lo que hacemos, nuestros esfuerzos son en
vano”. Además, la humildad explica la acción de Cristo en la encarnación. Como dice San Pablo: “Aunque era de
naturaleza divina, no insistió en ser igual a Dios, sino hizo a un lado lo que
era propio, y tomando naturaleza de siervo nació como hombre”.
Jesús
también recomienda la hospitalidad como valor del Reino. Como en el caso de la humildad, se puede
distorsionar esta virtud. Si la persona
invita a su casa solo a aquellos que pueden ayudarle personalmente, no tiene la
virtud de hospitalidad. La hospitalidad
verdadera no pide nada a cambio. Siempre
ello proporciona al otro la comida o el alojamiento gratis. El origen de la palabra hospitalidad aun
indica esto. Viene de la palabra latín hospes
que significa extranjero. A lo
mejor el extranjero no va a regresar el favor que se le da porque vive lejos.
Para
asegurarse de la hospitalidad verdadera Jesús insiste que la gente invite a los
pobres, cojos y en una manera u otros desafortunadas a sus fiestas. Para Jesús no es cuestión solo de que
cuidemos a las necesidades de los pobres.
No, para él tenemos que cuidar a los pobres como amigos en nuestras
casas.
Hay varios
otros valores del Reino de Dios.
Ciertamente contaremos entre ellos el amor, la paz, y la alegría. Son como las frutas en el tiempo de cosecha:
las sandías, las fresas, las manzanas, y un mil otras. Todos los valores que desarrollamos ahora hacen
nuestra vida más rica. Todos serán
presentes a la misma vez cuando venga el Reino de Dios en su plenitud.
Para la
reflexión: ¿qué son
los valores del Reino que te cuesta a desarrollar?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario