El domingo, 26 de febrero de 2023

 EL PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

(Génesis 2:7-9.3:1-7; Romanos 5:12-19; Mateo 4:1-11)

Miren a la gente en la misa contigo.  La mayoría de ellos probablemente tienen canas, al menos a las raíces de su pelo.  En grandes números ambos jóvenes y adultos han abandonado asistir la misa.  No pocos de estos consideran a aquellos que acuden a la iglesia supersticiosos.  Y si los que asisten la misa expresan dudas sobre el aborto, matrimonio gay, o reparaciones por la esclavitud, ellos les consideren como chauvinistas y racistas. 

A pesar del sospecho del mundo, sabemos que ser cristiano católico practicante no nos perjudica.  Al contrario, es nuestra salvación y la salvación del mundo de las ideologías perversas como el comunismo o el hedonismo.  Pero ¿somos cristianos dignos del nombre?  Eso es, ¿somos hijos e hijas verdaderas de Dios?   Podemos probarnos así junto con Jesús en el evangelio hoy.  No dudemos que el demonio nos tienta todos los días como tienta a Jesús aquí.

El diablo nunca nos ofrece pecado como algo destructivo.  Más bien, siempre nos presenta algo malo bajo una semejanza buena.  En la primera lectura la serpiente le ofrece a la mujer el fruto prohibido enfatizando que al comerlo se haría sabia.  Jesús tiene gran hambre cuando el demonio se le atreve a cambiar las piedras en pan.   De la misma manera nos atrae a satisfacer nuestros anhelos desmesurados para comida, bebida y el placer sexual.  Jesús rechaza la oferta del demonio porque da mayor importancia a atender la palabra de Dios Padre que al comer.  Siguiendo a él, nosotros debemos recordar la necesidad de la moderación en cuestiones del apetito.

El diablo no solo tienta nuestras necesidades físicas sino también nuestras ansiedades más profundas. Toda persona humana quiere asegurarse de que Dios está presente para salvarla cuando se siente desesperada.  En situaciones que nos exigen extremo sacrificio personal nosotros cristianos esperamos que Él nos protege.  Una mujer recuerda cómo sentía vacía y perdida cuando recibió noticias que sus dos hermanos tuvieron un accidente vehicular.  El choque mató a uno e hirió gravemente al otro.  Ella no tuvo paz interior hasta que recibiera el consuelo que Dios permite estos trastornos para producir algo mejor.   En la segunda tentación el demonio tienta a Jesús a matarse para asegurar a sí mismo del amor de Dios Padre.  Pero Jesús sabe que el amor del Padre es infinito de modo que siempre le cuide.

Finalmente, el demonio tienta a Jesús con el poder.  Dice que le concederá la soberanía sobre el mundo a cambio de un acto sencillo de adoración.  Pero Jesús sabe que el poder buscado por sí mismo solo corrompe.  No demora nada en ahuyentar al demonio de su presencia.  Nosotros no somos tan perspicaces.  El poder nos atrae mucho.  Queremos forzar el tributo, el respeto, aún el amor de otras personas.  Por eso, la violencia doméstica sigue rasgando familia tras familia.  Debemos resolvernos que cualquier poder que tengamos será usado para el mejoramiento de los demás, jamás para perjudicarlos.

En el desierto de Arizona alrededor de la ciudad de Yuma, el ejército americano tiene un polígono de pruebas.  El calor y aridez hacen las condiciones brutales, al menos durante el verano.  Las tropas que soportan el entrenamiento se prueban listos para el combate. La Cuaresma nos provee un tipo de polígono de pruebas.  Nos prepara a resistir las tentaciones del diablo.  De igual importancia nos capacita a contribuir a la salvación del mundo.  En estos cuarenta días de auto entrega a Dios, nos probamos como sus verdaderas hijas e hijos.

PARA LA REFLEXIÓN: ¿Qué te tienta lo más?  ¿Cómo te ayuda Dios superar la tentación?

No hay comentarios.: