EL
SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
(Génesis
12:1-4; II Timoteo 1:8-10; Mateo 17:1-9)
La palabra
hebrea Shemá nombra uno de los pasajes más conocidos en el Antiguo
Testamento. Se encuentra en Deuteronomio,
el libro en que Moisés comparte sus consejos finales para el pueblo
Israel. La palabra misma significa
“escucha”. Israel siempre tiene que
escuchar bien lo que diga el Señor. En
la primera lectura se le encuentra a Abram haciendo exactamente eso.
Cuando habla
con Abram, Dios está poniendo en acción su plan para redimir al mundo. Desde que Adán y Eva comieron la fruta
prohibida ha habido una decadencia en la bondad humana. Uno de sus hijos
asesinó al otro. Después de algunas
generaciones la situación deterioró tanto que Dios decidió comenzar de nuevo. Mandó un diluvio para destruir la tierra
salvo al justo Noé, su familia, y una pareja de cada tipo de animal. Pero esto no resolvió el problema. Pronto después de la segunda creación los
hombres de Babel trataron de ganar fama al construir una torre que retaría a
Dios en el cielo. Ahora con Abram Dios
intenta una estrategia nueva. Formará un
pueblo santo de la estirpe de Abram que enseñará al mundo sus modos.
Abram tiene
que escuchar a Dios con cuidado. El
proyecto le costará mucho. A los setenta
y cinco años, Abram tiene que dejar su patria para trasplantarse en una tierra foránea. Sin embargo, como hombre de fe, Abram no
demora llevar a cabo los órdenes que se le ha dado.
En el
evangelio Dios les manda a Pedro, Santiago, y a Juan que escuchen a Jesús, su
hijo. Jesús está para inaugurar el cumplimiento del plan de Dios. Por su entrega a las manos de los judíos, su
pasión, y su resurrección de entre los muertos Jesús quitará del mundo el
pecado primordial. Él mismo será la
cabeza del pueblo redimido de Dios. Sus
discípulos tienen que ser asegurados ahora que su pascua no resultará en su
derrota. Más bien, ella manifestará su
victoria sobre la muerte y regenerará a ellos como hermanos y hermanas suyas.
El otro día
un artículo en el periódico indicó la preferencia humana de oír lo que quiera
más que escuchar bien. El autor, que se identifica como “pagano forever” (eso
es, “pagano para siempre”), critica la Biblia por su extrema violencia y
sexo. Pero se refiere solo al Antiguo
Testamento: las historias de la prueba de Abrahán, el cautiverio de Jonás
dentro de la ballena, y las muchas mujeres que tuvo David. No menciona nada de aquel que todo el
compendio de la maldad está apuntando.
Jesucristo es la persona más destacada en la Biblia. Es el maestro supremo de la justicia y el redentor
de todo pecado humano. Él nos enseña cómo superar los vicios mediante la
oración y el sacrificio del yo. Al
enviarnos su Espíritu, nos fortalece el corazón y nos ilumina la mente para
superar cada mal que nos enfrente.
Sí es
difícil escuchar a Jesús con tantas voces contándonos que hacer. Mucha gente quiere contarnos de que consiste
la vida buena. Y muchas publicidades nos
traten de atraer con cosas sin las cuales supuestamente no podemos vivir. Pero sabemos en nuestro interior que hay solo
una voz que vale nuestra atención completa.
Dios nos habla en la Biblia, particularmente por Cristo en los
evangelios. Solo a él deberíamos presta
atención completa.
PARA LA
REFLEXIÓN: ¿Acerca de qué áreas de tu vida tienes dificultad escuchar a Dios? ¿Cómo vas a resolver esta dificultad?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario