SIXTH SUNDAY IN ORDINARY TIME, February 12, 2023
(Sirach 15:16-21; I Corinthians 2,6-10; Matthew 5:17-37)
En el
evangelio hoy Mateo presenta a Jesús como el legislador divino. Para los judíos este punto de vista es peor
que un ultraje. Es blasfemia. Solo hay un Dios, y su ley es eterna. Sin embargo, Mateo no retira de su
posición. Cita a Jesús diciendo que, si
se traspasa una coma de su ley, será pequeño en el Reino. Vale la pena tomar a pecho este evangelio
paraque tengamos lugar cerca de él en el Reino.
Aunque es
legislador, Jesús no intenta a recomponer la ley. Será una "ley nueva" no por muchas
añadiduras sino por el Espíritu Santo que acompañará a aquellos que la
practiquen. Su propósito es llevar la
ley a plenitud por eliminar las posibilidades de cumplirla a medias. No más se permitirán mentiras piadosas. Según Jesús, vamos a decir la verdad o vamos
a decir completamente nada. Presenta
seis intensificaciones de la ley que distinguirán a los verdaderos herederos
del Reino de aquellos cuya sola preocupación es ser vistos como “buenos”.
En primer
lugar, según Jesús no es suficiente que no asesinemos a nadie. Para ser un hijo o hija de Dios tenemos que
evitar toda forma de insulto y maldición contra otros miembros de la
comunidad. Porque somos hermanos y
hermanas en el Señor cada uno merece nuestro respeto. Entonces, ¿somos permitidos a difamar a
personas fuera de la comunidad de fe?
Por supuesto no, porque todavía somos “luz del mundo” llamados a atraer
a otras personas a Cristo. Muchas veces
queremos hacer chistes que menospreciar a atrás personas para ganar la
admiración de los demás. Jesús nos
diría que es infinitivamente más provechoso ganar el favor de Dios.
Tampoco es
suficiente que no cometamos adulterio.
Para ser hijo de Dios tenemos que superar el deseo del corazón para
otras mujeres o, para las damas, otros hombres.
Esta intensificación de la ley menciona a personas casadas desde que el
matrimonio es alianza que se hace ante Dios.
Sin embargo, se aplica en forma reducida a los no casados. Según un dicho, “una mujer es vieja cuando lo
mira; un hombre es viejo cuando deja de mirar”. Jesús está indicando que tales
dichos no son la sabiduría que nos conduce a la vida eterna. Más bien son tontería que nos lleva a la muerte
eterna.
No basta
tampoco buscar un motivo adecuado en los ojos del mundo para divorcio. Para los hijos de Dios no hay salida de la
sagrada alianza del matrimonio hasta la muerte.
Más adelante en el evangelio Jesús dará la justificación de este cambio
que era tan chocante en su día como es ahora.
Dirá que la intención de Dios es clara en Genesis que dice que la mujer
y el hombre no más son dos sino una sola persona. La supuesta excepción que da, la unión ilegítima,
es decir que el matrimonio nunca existió.
Tenemos esta situación en cuenta cuando hablamos de la anulación.
Finalmente,
Jesús dice que no es suficiente que no juremos falsamente. Nosotros discípulos no deberíamos hacer
ningún juramento. Jesús quiere que
evitemos toda forma de manipular a Dios.
Diría “¿quién son ustedes para llamar a Dios que atestigüe al valor de
sus palabras?” Desafortunadamente, los cristianos siguiendo san Pablo en la
Carta a los Romanos (1,9) siempre han tomado juramentos. Entonces, ¿qué deberíamos hacer? Tal vez podemos refrenar de tomar
juramentos sin culpar a otras personas que siguen la costumbre antigua.
Es cosa
retadora ser cristiano. Muchos que han
emprendido el camino lo han dejado.
Jesús nos reta ser perfectos como Dios Padre. El llamado a la perfección no debe ser motivo
de diluir la fuerza de sus mandatos como aplicando solo a los más robustos
religiosos o por decir que no es sano el perseguimiento de la perfección. Debemos aprovecharnos del recurso que Jesús
mismo ofrece en este Sermón en el Monte.
Rezamos en primer lugar que el Espíritu Santo nos ayude en la
lucha. También rezamos que Dios sea
misericordioso cuando nos encuentre fallando.
PARA REFLEXIÓN: ¿He hecho excusas para desviar del camino a la perfección que Jesús traza en este evangelio?
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