El domingo, 19 de noviembre de 2023

EL TRIGÉSIMA TERCER DOMINGO ORDINARIO

(Proverbios 31:10-13.19-20.30-31; Tesalonicenses 5:1-6; Mateo 25:14-30)

La película “Barbie” ganó mucha atención junto con mucho dinero este verano.  Sorprendentemente la protagonista Barbie no fue una joven estereotipada.  No solamente disfrutó de fiestas y buscar piropos de los muchachos.  También se desarrolló de una muñeca en un mundo de fantasía a una mujer en un mundo de ambas la angustia y la alegría.  Algo parecido tiene lugar en la primera lectura de la misa hoy.

El pasaje del Libro de Proverbios describe una esposa que vale. Ella no es trivializada por ser una persona superficial con miradas buenas y encantos secretos.  Es hacendosa, no juguetona.  Es confiable, no caprichosa.  Es digna, no vana.  En sumo, es una persona que todos nosotros querríamos conocer.  Por esta razón se copla el pasaje con el evangelio en que Jesús habla de un rasgo significante de su discipulado.

Jesús se aprovecha de una parábola para indicar la necesidad que un discípulo utilice sus talentos para el bien del Reino de Dios.  Se pretende que los talentos en la parábola signifiquen más que monedas.  Son también capacidades personales.  No es todos nosotros tengamos las mismas capacidades ni la misma cantidad de capacidades diferentes.  Algunos discípulos son muy talentosos como el siervo a quien se dieron cinco talentos.  Otros no tienen muchos talentos como los siervos que reciben solo uno o dos monedas.  En cada caso el discípulo tiene que poner al buen uso sus talentos en actividades como cuidar a los enfermos y consolar a los afligidos.  No deben dejar que sus talentos quedar ociosos por pereza o por miedo de perderlos.

Dos siervos invierten sus talentos sagazmente y producen lucras considerables.  Por sus esfuerzos están bien premiados por su señor.  Se les da acceso a la alegría de la vida eterna.  Pero el que escondió su talento por miedo de perderlo está castigado por su falta de iniciativa.  Él está echado a la oscuridad, un símbolo para la condenación.  Jesús está diciéndonos en términos bastante claros que tenemos que ejercer esfuerzos por el bien de los demás.  No podemos pensar en nosotros como sus verdaderos discípulos si pasamos la vida indispuestos a invertir tiempo y talento al servicio del Señor.

La segunda lectura nos proporciona otra manera en que la gente malgaste su talento.  San Pablo nos insta que no pasemos todo nuestro tiempo libre como si fuéramos durmiendo. Eso es, que no gastemos nuestro tiempo fuera del trabajo solo mirando la tele, relejando en la hamaca, entrenando en el gimnasio, o haciendo compras.  Aunque estas actividades pueden ser provechosas hasta un punto, nuestras vidas tienen otra finalidad más grande.  Como seres hechos en la imagen de Dios, es nuestra responsabilidad para crear un mundo mejor. 

Desde el Sermón en el Monte hasta este último discurso en el Evangelio de Mateo Jesús ha exigido mucho de sus discípulos.  Debemos buscar la paz entre enemigos y compartir nuestro pan con los necesitados, ser siempre dispuestos a perdonar y nunca causar escándalo.  Pero nos asegura también que podemos ir a él parar la comprensión y el alivio de fatigas.  Como Señor del cielo y la tierra nos puede proveer no solo el descanso temporáneo sino la paz eterna.

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