El domingo, 11 de agosto de 2024

Queridos hermanas y hermanos, hoy seguimos leyendo el “Discurso de la Vida Eterna” del Evangelio según San Juan.  El domingo pasado oímos que la gente resistía creer en Jesús.  Ahora leemos que murmuran contra Jesús.  Se han ido de una incredulidad a un rechazo.  Por esta razón el evangelista los describe no como “la gente” o “la muchedumbre” sino como los “judíos”.  Los judíos echarán a los cristianos de sus sinagogas cincuenta años en el futuro cuando escribía el evangelista.

Desde el principio de la lectura los judíos muestran un entendimiento equivocado de Jesús.  En el evangelio hoy dicen que conocen su familia.  Eso es, conocen a María, José, y los otros parientes de Jesús que viven en Nazaret.  Esta aclamación también es equivocada.  En los cuatro evangelios no es la familia de sangre que cuenta con Jesús sino su familia espiritual.  Sus discípulos que creen en él constituyen su familia verdadera.

Pero cuesta mantener la fe en Jesús.  En la lectura ahora la gente tiene que superar sus dudas sobre su familia y su declaración que ha bajado del cielo.  Hoy en día muchos no creen en Jesús porque sus enseñanzas morales les parecen extremas.  Dicen: ¨¿Cómo puede atreverse a decir que el sexo fuera del matrimonio siempre es malo?” o “¿Cómo él puede esperar que perdonemos a aquel que nos insultó en público?” Otros no creen en Jesús por las aclamaciones que la Iglesia acerca de él: que resucitó de entre los muertos y que es el Señor Dios.

Para nutrir la fe de los creyentes Jesús les da comida espiritual.  La vez final en que compartiré comida con sus discípulos, Jesús partiendo el pan, se lo dará a comer diciendo: “Esto es mi cuerpo”.  Es pan divino que les hace a sus discípulos hombres y mujeres divinos como Jesús.  Ya pueden confiar en sus palabras a pesar de lo que digan los no creyentes.  Ya pueden explicar cómo su resurrección es evento transhistórico que no va a ser replicado hasta el fin del tiempo.  Entonces los cuerpos de todos los creyentes pasarán de la muerte a la vida eterna. 

Por supuesto los no creyentes van a poner peros a la aseveración de que el pan del altar es el Cuerpo de Cristo.  Desgraciadamente aún muchos católicos piensan que solo es símbolo que nos recuerda de Jesús.  Sin embargo, Jesús en este Evangelio según San Juan hace hincapié que él realmente es presente en la Eucaristía: Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.  No dice que da su “cuerpo” sino es su “carne”.  Como un león devora la carne de su predo, los cristianos devoran la carne de Jesús.  Esta comida nos da la fuerza para avanzar en el largo camino a la vida eterna.  Por esta razón, tenemos la historia de Elías como la primera lectura hoy. Cómo Elías tiene fuerza para completar el camino largo después de tomar el pan cocido y el jarro de agua, nosotros podemos superar el pecado por tomar el cuerpo y sangre de Cristo.

Dos pensamientos más.  Primero, aunque los “judíos” aparecen como enemigos de Jesús en el evangelio de Juan, varios en la realidad se hicieron los primeros cristianos.  De ninguna manera deben considerarse como enemigos a los cristianos hoy en día. Segundo y más importante, no es nuestra fe que hace el pan y el vino el Cuerpo y Sangre de Cristo.  Más bien, nuestra fe permite que el cuerpo y sangre de Jesús sean eficaces para darnos la vida eterna.  Creyendo en él y nutridos por su cuerpo y sangre, podemos cumplir sus enseñanzas y participar en su vida.

No hay comentarios.: