El domingo, 22 de diciembre de 2024

IV DOMINGO DE ADVIENTO

(Miqueas 5:1-4; Hebreos 10:5-10; Lucas 1:39-45)

Parece que no hay nada nuevo en el evangelio de hoy.  Hemos reflexionado en la historia como el segundo misterio gozoso del rosario.  Sin embargo, una segunda mirada revelará que en este evangelio por la primera vez una persona humana reconoce a Jesús como Dios.  No importa que todavía no ha nacido.  Tampoco importa que Isabel no usa la palabra "Dios".  Por llamar la criatura en el vientre de María “mi Señor”, Isabel lo identifica como Dios altísimo.

Los judíos tenían tan gran reverencia por el nombre que Dios dio a Moisés en el arbusto ardiente que no querían decirlo.  En lugar de llamar a Dios por el famoso tetragrama, se le refiere como “Adonai” en la Biblia.  “Adonai” quiere decir "Mis Señores".  Se usa la forma plural por la misma razón que la gente trataba a un rey con “vosotros”.  Realmente el término "señor" es ambiguo.  Se puede usarlo también para cualquier un hombre respetado.  Pero tanto aquí como en otros pasajes evangélicos, no cabe duda de que remite a Dios.

Ahora, próximo a Navidad, vale revisar otros términos para Jesús en los evangelios.  Solo su nombre “Jesús” tiene mucho significado.  Aunque no era nombre insólito en tiempos bíblicos, indica bien la misión de Jesús como Hijo de Dios.  Jesús significa “Dios salva”. Como Dios salvó al pueblo hebreo de la esclavitud egipciana, Jesús ha venido para salvar al mundo de sus pecados. 

"Cristo" también tiene significado relacionado con la misión de Jesús.  Proviene de la palabra griega que traduce la palabra hebrea "mesías".  Significa “el ungido". En el Antiguo Testamento ungieron a los reyes, los sacerdotes, y, especialmente, los profetas.  Por ser ungido para todos estos papeles, Jesús tiene la misión no menos que reconciliar al mundo con Dios.

No hay nada extraordinario de ser llamado “Hijo de Dios” en el Antiguo Testamento.  Se usa esta expresión para los ángeles, el pueblo elegido, a los hijos del pueblo Israel y a sus reyes.  Pero este sentido ambiguo no es lo que quiere decir Pedro cuando reconoce a Jesús como “el Cristo, el Hijo de Dios vivo”.  Más bien, Pedro está designando a Jesús como el Hijo único de Dios que ha llegado al mundo para liberarlo de la opresión. Jesús se identifica a sí mismo así cuando dice a Nicodemo: “’Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito…’”

Hay otros nombres para Jesús que revela en parte quien es.  Mateo cita al profeta Isaías cuando dice que le pondrán a Jesús el nombre “Emmanuel” que significa “’Dios con nosotros’”.   En los evangelios Jesús regularmente se refiere a sí mismo como “Hijo del Hombre”.  Se arraiga este término en el escenario apocalíptico del profeta Daniel donde Dios le da el poder sobre todas las naciones al "Hijo del Hombre".  Jesús dirá que manifiesta el poder recibido de su Padre en servicio, inclusivamente su muerte, por la gente.  Finalmente, se llama Jesús en varios lugares "el Verbo" o "la Palabra” de Dios.  Como palabras dan expresión a la profundidad de la persona, Jesús revela el amor y la voluntad de su Padre al mundo.

Pudiéramos agregar otro título para Jesús, bien apto para este tiempo navideño.  Es el don o regalo de Dios más beneficioso que el sol.  Alumbra nuestra vía para que viajemos entre las rocas y arrecifes de la vida.  Provee el calor de amor para que merezcamos la vida eterna.  Aceptémonos y aprovechémonos de este regalo.

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