IV DOMINGO DE ADVIENTO
(Miqueas
5:1-4; Hebreos 10:5-10; Lucas 1:39-45)
Parece que no hay nada nuevo en el evangelio de hoy. Hemos
reflexionado en la historia como el segundo misterio gozoso del rosario. Sin embargo, una segunda mirada revelará que
en este evangelio por la primera vez una persona humana reconoce a Jesús como
Dios. No importa que todavía no ha
nacido. Tampoco importa que Isabel no
usa la palabra "Dios". Por
llamar la criatura en el vientre de María “mi Señor”, Isabel lo identifica como
Dios altísimo.
Los judíos
tenían tan gran reverencia por el nombre que Dios dio a Moisés en el arbusto
ardiente que no querían decirlo. En
lugar de llamar a Dios por el famoso tetragrama, se le refiere como “Adonai” en
la Biblia. “Adonai” quiere decir
"Mis Señores". Se usa la forma
plural por la misma razón que la gente trataba a un rey con “vosotros”. Realmente el término "señor" es
ambiguo. Se puede usarlo también para
cualquier un hombre respetado. Pero
tanto aquí como en otros pasajes evangélicos, no cabe duda de que remite a
Dios.
Ahora,
próximo a Navidad, vale revisar otros términos para Jesús en los
evangelios. Solo su nombre “Jesús” tiene
mucho significado. Aunque no era nombre
insólito en tiempos bíblicos, indica bien la misión de Jesús como Hijo de
Dios. Jesús significa “Dios salva”. Como
Dios salvó al pueblo hebreo de la esclavitud egipciana, Jesús ha venido para
salvar al mundo de sus pecados.
"Cristo"
también tiene significado relacionado con la misión de Jesús. Proviene de la palabra griega que traduce la
palabra hebrea "mesías".
Significa “el ungido". En el Antiguo Testamento ungieron a los
reyes, los sacerdotes, y, especialmente, los profetas. Por ser ungido para todos estos papeles,
Jesús tiene la misión no menos que reconciliar al mundo con Dios.
No hay nada
extraordinario de ser llamado “Hijo de Dios” en el Antiguo Testamento. Se usa esta expresión para los ángeles, el
pueblo elegido, a los hijos del pueblo Israel y a sus reyes. Pero este sentido ambiguo no es lo que quiere decir Pedro cuando reconoce a Jesús como “el Cristo, el Hijo de Dios
vivo”. Más bien, Pedro está designando a
Jesús como el Hijo único de Dios que ha llegado al mundo para liberarlo de la
opresión. Jesús se identifica a sí mismo así cuando dice a Nicodemo: “’Porque
tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito…’”
Hay otros
nombres para Jesús que revela en parte quien es. Mateo cita al profeta Isaías cuando dice que
le pondrán a Jesús el nombre “Emmanuel” que significa “’Dios con
nosotros’”. En los evangelios Jesús
regularmente se refiere a sí mismo como “Hijo del Hombre”. Se arraiga este término en el escenario
apocalíptico del profeta Daniel donde Dios le da el poder sobre todas las
naciones al "Hijo del Hombre".
Jesús dirá que manifiesta el poder recibido de su Padre en servicio,
inclusivamente su muerte, por la gente.
Finalmente, se llama Jesús en varios lugares "el Verbo" o
"la Palabra” de Dios. Como palabras
dan expresión a la profundidad de la persona, Jesús revela el amor y la
voluntad de su Padre al mundo.
Pudiéramos
agregar otro título para Jesús, bien apto para este tiempo navideño. Es el don o regalo de Dios más beneficioso
que el sol. Alumbra nuestra vía para que
viajemos entre las rocas y arrecifes de la vida. Provee el calor de amor para que merezcamos
la vida eterna. Aceptémonos y
aprovechémonos de este regalo.
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