FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA
(Sirácides 3:
3-7. 14-17a; Colosenses 3:12-21;
Lucas 2:41-52)
Se destaca el Evangelio de San Lucas
durante el tiempo de Navidad. Su narrativa larga del nacimiento de Cristo
ofrece varios misterios que nutren la vida espiritual. Vamos a reflexionar en dos escenas de esta
narrativa ahora.
Primero, que retrocedámonos un poco a la
escena del nacimiento en donde se acuesta el niño en un pesebre. Con la Familia Sagrada rodeada por los
pastores y animales domésticos se nos da un sentido de la tranquilidad. Ésta es la paz que nos quita toda preocupación
porque nuestro salvador ha venido. Estamos en manos buenas. La segunda lectura hoy refiere a esta paz
cuando dice: “Que en sus corazones reine la paz de Cristo”.
Se encuentra la paz de Belén en el
nacimiento de cada niño. Los padres
unidos con sus familias contemplan la maravilla de la creación del ser
humano. Se dan cuenta, al menos implícitamente,
de que han cumplido el mandato de Dios a llenar la tierra. Además de la paz, se sienten el impulso para auxiliar
a su niño crecer en un adulto amoroso y sabio.
Los padres pueden recurrir a esta escena cuando están tentados a
abandonar las responsabilidades de familia.
Tan inspiradora que haya sido la escena en
el pasado, se preocupa hoy en día su pérdida entre los jóvenes. El atractivo de la vida profesional causa a muchos
abandonar el deseo de la vida familiar.
No quieren tener a varios niños y en muchos casos ni uno solo. Los demógrafos advierten que, si sigue esta
falta de niños, nuestra sociedad puede destruirse desde adentro. En triente años no habría trabajadores para
pagar las cuentas médicas de los mayores, mucho menos llevarlos a los
doctores.
La segunda escena que vale la reflexión hoy
es el encuentro de María y José con Jesús en el evangelio. Jesús les da lo que parece un reproche, pero
en realidad es la transmisión de la sabiduría de los siglos. Dice: “’¿No sabían que debo ocuparme en las
cosas de mi Padre?’” Está llamando que
ordenen todas las cosas a Dios. Esto
comprende la base de la vida espiritual: que Dios sea siempre nuestra primera
prioridad.
Jesús mismo lleva a cabo este orden cuando
regresan con sus padres a Nazaret. Dice la lectura, “…siguió sujeto a su
autoridad”. Esta frase da eco a la
segunda lectura donde se dice: "Hijos, obedezcan a sus padres..." La
mención de autoridad en el evangelio levanta la cuestión delicada del liderazgo
en el matrimonio propuesta en Colosenses.: “Mujeres, respeten la autoridad de
sus maridos, como lo quiere el Señor”.
Estamos habituados a dar la autoridad a
aquellos que muestren la capacidad de administrarla bien o, al menos, estén
debidamente seleccionados a administrarla.
Sin embargo, la frase de Colosenses revierte a la autoridad tradicional
que sigue una sabiduría antigua. Puede
ser soportable, aun preferible, cuando se consideran varias cosas. Primero, el autor de la carta insiste que los
maridos amen sus esposas. Eso es, son
para buscar su bien más que aquel de sí mismo.
Segundo, ello no admite cooperar en el pecado, inclusivo la degradación
de la persona humana. Finalmente,
resuelve la cuestión en lugar de dejarla en el aire, abierta al malentendido y frustración.
El padre de familia tomando responsabilidad de ser el último que abandona la
casa ardiendo demuestra los pros y contras de este tipo de autoridad.
La carta insiste no solo que los hijos
obedezcan a sus padres sino también que los padres “no exijan demasiado a sus
hijos”. ¿Es limitar el tiempo enfrente
de pantallas de teléfonos, computadoras y televisores exigiendo demasiado? Aunque muchos dirían que “sí” al menos en la
práctica, la respuesta hay que ser “no” cuando se consideran los riesgos que
rodean la cuestión. La obesidad de
niños, facilitada por sentarse enfrente de una pantalla, se ha hecho una de las
preocupaciones más serias de la salud pública.
Otro peligro es que la atención a las pantallas retarda el desarrollo
social. Un dibujo comparando la
celebración del Día de Acción de Gracias hace triente años y hoy en día muestra
el problema. En la primera escena, que
representa la vida hace triente años, todo el mundo está de pie alrededor de la
mesa cantando, haciendo brindis, compartiendo de una forma u otra. En contraste, en la segunda manifestando la
vida del día hoy todos están sentados en sus sillas mirando su propia pantalla
con caras aburridas.
Sería difícil exagerar el valor de la
familia. Siempre ha sido la base de la
sociedad porque es donde se forman personas virtuosas. Ahora se encuentran muchas familias en precaria
por el abandono de los valores que se encuentran en cada página de la
Biblia. De algún modo tenemos que
reclamar esos valores para sobrevivir los años venideros.
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