LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
(Hechos
1:1-11; Hebreos 9:24-28.10:19-23 (Efesios 1:17-23); Lucas 24:46-53)
En 1961 el
cosmonauta ruso Yuri Gagarin regresó del primer viaje humano al espacio
exterior. En una entrevista después él
dijo: “Miraba y miraba, pero no vi a Dios”.
Probablemente su declaración fue solo una mofa de creyentes por un
ateo. Pero levanta una cuestión que vale
explorar en esta Solemnidad de la Ascensión.
¿Deberíamos esperar hallar el cielo en los cielos? En otras palabras, ¿es el cielo un lugar
físico? Porque Jesús tiene un cuerpo
resucitado, parece que necesita un lugar físico para contenerlo.
Comenzamos
por examinar la primera lectura y el evangelio de la misa hoy. Ambos fueron escritos por el evangelista que
conocemos como Lucas. También ambos
reportan de Jesús elevándose al cielo.
Pero los reportajes no son enteramente iguales. Trataremos el evangelio primero desde que fue
escrito anterior y es más sencillo.
Después miraremos la lectura más larga de los Hechos de los Apóstoles.
El texto
del evangelio retrata a Jesús apariéndose a sus apóstoles la noche de su
resurrección. Explica lo que le ha
pasado en términos de las Escrituras. Al
final les manda a predicar a todas naciones su resurrección y cómo desemboca en
el perdón de pecados. Sin embargo, antes
de iniciar la misión, les dice que aguarden la venida del Espíritu Santo. Entonces Jesús sale de la casa para
levantarse al cielo, evidentemente en la misma noche.
La lectura
de los Hechos dice que Jesús ha aparecido varias veces a sus apóstoles durante
cuarenta días después su resurrección.
Por la mayor parte durante estas apariciones ha hablado del Reino de
Dios. Al cuadragésimo día los apóstoles le expresan la misma inquietud del
Reino que tenemos nosotros. Le preguntan
a Jesús cuándo vendrá demostrando su señorío sobre el mundo. Jesús responde que no es de ellos saber la
hora exacta. Sin embargo, dice que
recibirán al Espíritu Santo para que den testimonio de él a través del
mundo. Entonces se eleva de su vista
hasta que desvanece en una nube. La
lectura termina con dos ángeles (los “hombres vestidos de blanco”) diciéndoles
que Jesús volverá como lo han visto alejarse.
Esta
lectura junto con el evangelio señala varias conclusiones sobre la
Ascensión. Primero, enseña que Jesús
tiene una idea firme de cómo se continuará su misión. No se limitará por estar con sus discípulos
en carne y hueso. Más bien, quedará con todos
ellos por su Espíritu Santo mientras predican el perdón a través del
mundo. Segundo, los cuarenta días no son
un tiempo exacto sino una manera de Lucas para crear orden en su historia. Al principio del evangelio Lucas prometió al
lector justo esta orden. Tercero, no se sabe el día del retorno de Jesús,
aunque es seguro que regresará. Su
motivo es siempre cumplir la promesa de Dios para restaurar su Reino en la
tierra (vea Is 32,1-11). Cuarto, la Ascensión anticipa la venida del Espíritu
Santo sobre los discípulos en el Pentecostés y sobre nosotros en el
Bautismo. El Espíritu nos ayudará llevar
a cabo la misión de proclamar la resurrección de Jesús de entre los muertos y
el perdón de pecado en su nombre.
Quinto, presenta la nube como una carroza llevando a Jesús a la gloria
del cielo donde residirá por siempre. De
allí envía su Espíritu. Finalmente, esta
residencia de Cristo junto con el Padre es lugar espiritual, no material. En la
Primera Carta a los Corintios San Pablo escribe que el cuerpo de Jesús se ha
cambiado de la corruptibilidad a la incorruptibilidad, de la debilidad al
poderoso, y de realidad material a realidad espiritual. Por eso, cuando las Escrituras hablan del
cielo como arriba, quieren decir la libertad de lo material como un ave en
vuelo.
Para
nosotros hoy en día la Ascensión nos permite vivir como hombres y mujeres libres. Nos presenta victoriosos sobre el pecado por
la muerte del Señor y destinados a la gloria con cuerpos transformados como lo
de Jesús resucitado. Es así porque
tenemos el Espíritu Santo que nos capacita proclamar a Cristo a todos que
encontramos.
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