El XIX Domingo Ordinario
(Mateo 14-22-33)
La novela Moby Dick tiene que ver con la caza be ballenas. Comienza en la ciudad de puerto de New Bedford, Massachusetts. Allá se encuentra una iglesia cuyo púlpito es la proa de una nave. Como la iglesia en Moby Dick es como un barco, en el evangelio hoy la barca de los discípulos representa la Iglesia.
Los discípulos solos en la barca significan la Iglesia de Cristo después de su muerte y resurrección. Tiene que hacer frente a varias pruebas como la persecución y la herejía sin la presencia de su fundador. Por eso, se ve la barca sacudida por las olas contrarias. Hoy día una fuerte ola contraria que la Iglesia enfrenta es el relativismo moral. Esta amenaza dice que no existen valores perennes sino todos valores son apegados a la edad. Por ejemplo, el relativismo permitiría el matrimonio entre dos hombres o dos mujeres porque, según ello, actualmente el matrimonio existe sólo para facilitar la conveniencia de dos personas humanas.
Sin embargo, la Iglesia mirando las enseñanzas de Jesús sabe que el matrimonio homosexual no es posible. Dios ha creado el hombre y la mujer a unirse para que tengan prole y aumenten el amor mutuo. El evangelio retrata la necesidad de mantener las enseñanzas del Señor por el intercambio entre Pedro y Jesús caminando sobre las aguas. En cuanto Pedro fije sus ojos en el Señor, no va a sucumbir a las olas. Pero el momento en que mueva sus ojos de Jesús, comienza a hundirse.
El evangelio también enseña que Jesús jamás está lejos de la Iglesia. Más bien, siempre está disponible para apoyar tanto a nosotros fieles como a los líderes apurados. Su asistencia no es una fantasma como temen los discípulos en la barca. Simplemente tenemos que confiar en su ayuda por llamarlo con la insistencia. Jesús siempre está listo para ayudarnos.
Predicador dominico actualmente sirviendo como rector del Santuario Nacional San Martín de Porres en Cataño, Puerto Rico. Se ofrecen estas homilías para ayudar tanto a los predicadores como a los fieles en las bancas entender y apreciar las lecturas bíblicas de la misa dominical. Son obras del Padre Carmelo y no reflejan necesariamente las interpretaciones de cualquier otro miembro de la Iglesia católica o la Orden de Predicadores (los dominicos).
Homilía para el Domingo, 10 de agosto de 2008
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