Homilía para el XXI Domingo Ordinario
(Mateo 16:13-20)
La directora hablaba de la construcción de su escuela. Dijo que fue construida de materiales tan sólidas que ahora los trabajadores tienen que esforzarse para llegar a los problemas. Es como Simón en el evangelio hoy. Jesús lo llama “Pedro” porque su constitución es tan sólida como una piedra.
Sin embargo, Pedro hace errores. Recordamos como en el evangelio hace dos semanas Pedro comienza a hundirse, y Jesús lo llama “hombre de poca fe.” El mismo Simón va a negar a Jesús cuando lo llevan a la casa del sumo sacerdote la noche antes de la crucifixión. Entonces, ¿cómo puede Simón servir como el cimiento de la Iglesia?
La clave para una contesta adecuada reside en el reconocimiento de Jesús sobre la autoridad de Simón. Cuando Pedro nombra a Jesús “el Mesías, el Hijo de Dios vivo,” Jesús dice que “ningún hombre sino mi Padre” ha revelado esta percepción a él. En cuanto Simón sigue la inspiración de Dios, él sirve como cimiento fuerte. Pero cuando desvía de Su guía para seguir los modos típicamente humanos, se cae de bruces. Ciertamente la historia de los papas indica la necesidad de seguir la autoridad de Dios. En cuanto los papas hayan basado sus acciones en la Escritura y la Tradición, han llevado la Iglesia a nuevas alturas. El papado de Juan Pablo II da buen testimonio de todo esto. Sin embargo, cuando han desviado de los modos de Dios, como algunos papas durante el renacimiento, han causado escándalos y rebeliones.
Como Simón Pedro, nosotros debemos seguir la inspiración de Dios. Esto tiene que ver con no sólo cómo actuamos al domingo sino también del lunes hasta sábado. ¿Maldecimos el tráfico? Dios nos tendría rezando por aquellos que se han involucrado en el accidente. ¿Cuidamos menos los detalles cuando nadie nos mira en el trabajo? Dios querría que hagamos siempre el mejor trabajo posible. Cuando seguimos la inspiración de Dios, Jesús nos llamará a nosotros como a Simón, “Dichoso eres tú,” Juanita o José o Wilmo.
Predicador dominico actualmente sirviendo como rector del Santuario Nacional San Martín de Porres en Cataño, Puerto Rico. Se ofrecen estas homilías para ayudar tanto a los predicadores como a los fieles en las bancas entender y apreciar las lecturas bíblicas de la misa dominical. Son obras del Padre Carmelo y no reflejan necesariamente las interpretaciones de cualquier otro miembro de la Iglesia católica o la Orden de Predicadores (los dominicos).
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