El domingo, 6 de octubre de 2013


VIGÉSIMO SÉPTIMO DOMINGO ORDINARIO

(Habacuc 1:2-3.2:2-4; II Timoteo 1:6-8.13-14; Lucas 17:1-5)


“Llevar carbón a Newcastle” es como los ingleses describirían una actividad inútil.  Pues, Newcastle una vez era el centro de la minería de carbón para el país.  “Llevar carbón a Newcastle es igual a llevar ron a Puerto Rico, maíz a México, o hielo a la Antártica.  Vienen a Jesús con un propósito semejante en el evangelio hoy.

Los discípulos le piden al Señor: “Auméntanos la fe”.  Jesús acaba de exigir que perdonen a los arrepentidos siete veces por día si les buscan disculpas tantas veces.  Porque no les parece razonable, piensan que requieren profundizar la confianza.  Es como nosotros sentimos cuando la Iglesia nos instruye que tenemos que defender la dignidad de la vida desde la concepción al fin natural.   No queremos meternos en una manifestación contra el aborto, mucho menos preocuparnos por todo el elenco de cuestiones en pro de vida.  Nos hace falta más fe para aceptar la Iglesia como una maestra que vale nuestros mejores esfuerzos. 

Pero la verdad es que tenemos toda la fe necesaria.  Venimos a la misa cada domingo porque creemos por ella la Iglesia preserva la presencia de Jesús en el modo más precioso.  Así podemos someternos a la enseñanza que cada vida humana posee la imagen de Dios, sea un embrión o sea un agonizante. Asimismo a los discípulos no falta la fe necesaria para hacer proezas tan grandes como decir a un árbol que se arranque y se plante en el mar.  Ya han reconocido a Jesús como el Mesías (9,20) y lo siguen siguiendo aunque les ha advertido que significará grandes sacrificios (14,26-27). 

No obstante, Jesús no crea pretextos para sus discípulos de modo que puedan esquivar sus exigencias.  Al contrario, compara el discipulado a la servidumbre donde el señor exige el trabajo día y noche sin recompensa de añadidura.  Es como si estuviera pidiendo a nosotros que además de hacer esfuerzos para los fetos inocentes que recemos por el alma de Aarón Alexis, el hombre que mató a doce personas en el depósito naval de Washington hace poco.  Si o no Alexis sufría de un psicosis de modo que no tuviera responsabilidad de sus acciones, él era una persona humana digna de nuestra atención.

En su famosa entrevista reciente el papa Francisco comentó que quiere que la Iglesia sea como un hospital del campo de batalla.  Quería decir que la Iglesia pudiera mostrar más preocupación para aquellos que son despreciados -- hombres como Aarón Alexis y todos los condenados por las cortes a la muerte, tanto como los miserables en las calles.  A lo mejor no recibiremos ningún elogio cuando les apoyamos a ellos.  Pues, son gentes olvidadas por la sociedad.  De esta manera estaremos experimentando la indiferencia hacia los siervos en la parábola de Jesús que sólo hacen lo que deben hacer.  Evidentemente se nos realizará el premio por nuestro servicio en el porvenir.

Para ser realmente en pro de vida significará cubrir un área tan extensa como un campo de batalla.  Tendremos que caminar en las manifestaciones contra el aborto, luchar contra la tendencia para la eutanasia, y solicitar a los gobernantes en favor de los condenados.  Requiere tanto el servicio como la fe.  La fe ve en cada persona humana una chispa de Dios, un motivo llamando nuestros mejores esfuerzos.   El servicio hace efectiva la fe por cumplir la voluntad del señor Jesús.  Esto es la cosa: ser en pro de vida es cumplir la voluntad de Jesús.

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