EL VIGÉSIMA NOVENA DOMINGO ORDINARIO
(Isaías
45:4-6; Tesalonicenses 1:1-5; Mateo 22:15-21)
El ratón
es un animal listo. La gran proporción
de su cabeza en relación con su cuerpo le dota una mayor capacidad
cerebral. No como la rata, es difícil atrapar
el ratón. Puede mantener a hombres
pensando por días cómo lograrlo. El
evangelio hoy cuenta de un grupo de hombres poniendo una trampa. Sin embargo, en este caso no buscan una
molestia casera. No, quieren tropezar a
Jesús.
Jesús ha
llamado la atención del pueblo primero en Galilea y ya en Jerusalén. Habla con la autoridad, y sus sanaciones
muestran que su autoridad viene de Dios.
Para mantener su influencia propia sobre la gente, los fariseos planean
cómo descreditarlo. Le propondrán una
pregunta que no se puede contestar sin crear enemigos: “¿Es lícito o no pagar
el tributo al César?” Si Jesús responde
que “sí”, van a decepcionar a la mayoría de los judíos que odian el
impuesto. Pero si dice que “no”, tendrán
que enfrentar a los romanos por minar su poderío. En las elecciones políticas siempre
escuchamos una pregunta tan controversial como la de los fariseos.
En todas partes se les pregunta a los candidatos su
posición sobre el derecho de la mujer al aborto. Si el candidato dice que no existe, algunos
van a clasificarlo como contra mujeres. Sin
embargo, cada vez más los científicos muestran que tan pronto como la esperma masculina
se una con el huevo femenino se produce un ser humano. No es un bulto de materia sino una persona única
en principio. Por eso, se puede decir quitar
su vida en el proceso del desarrollo equivale al homicidio. No parece justo decir que se necesita “el derecho
al aborto” para salvar la vida de una mujer embarazada o para ahorrar el dolor
de una mujer violada. Raras veces se
encuentran estas realidades lamentables.
Por la gran mayor parte se hace el aborto porque la vida del niño es una
inconveniencia. No le importa tanto a la
mujer como otras preocupaciones como su carrera la vergüenza.
Anteriormente en el evangelio Jesús enseñó a sus
discípulos que tenían que ser “precavidos como la serpiente pero sencillos como
una paloma”. Ya muestra cómo poner en
práctica esas palabras. Pide una moneda que
se usa para pagar el tributo. Entonces
Jesús les pregunta cuya imagen está marcada en ella. Es un contra-trampa de la cual los fariseos no
se dan cuenta. “De César” responden pronto. Como cualquier americano puede decir cuyo retrato
se imprime en el dólar, los fariseos identifican a su líder – no Dios sino el
emperador.
Entonces Jesús concluye su argumento. “Den, pues, al César lo que es del César—dice
-- y a Dios lo que es de Dios”. Pero ¿qué es de César? Y ¿qué es de Dios? Jesús no elabora estos temas que los sabios han
debatido desde entonces. Ciertamente se
difieren la lealtad debida a Dios y la debida al estado. No debemos la vida al estado aunque a veces se
puede llamar a la persona a arriesgar su vida por el bien común. Debemos nuestras vidas a Dios. Por esta razón es pecado quitar su propia
vida tanto como tomar la vida de otra persona.
También debemos a Dios el seguimiento de la consciencia en la cual se
distingue lo bueno de lo malo. Para ser
ciudadanos fieles tenemos que pagar impuestos, ayudar a los vecinos en
necesidad, y votar según la consciencia.
Esto no quiere decir que votemos por un candidato político solamente
porque está en contra al aborto. Pero sí
significa que ponemos su posición en el aborto alto en la lista de criterios.
46 y 23,000 – ¿Qué significan estos números? ¿El
número telefónico para el Vaticano? ¿La
cantidad de las serpientes y las palomas en el parque central? No, representan
el número de los cromosomas de cada persona humana y el número aproximado de
los genes llevados por los cromosomas.
Existen del momento que la
esperma masculina se une con el huevo femenino.
Hacen la vida de todo humano como una preocupación más alta que cualquiera
otra. Hacen la vida humana como una preocupación
altísima.
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