El domingo, 22 de julio de 2018


EL DECIMOSEXTO DOMINGO ORDINARIO

(Jeremías 23:1-6; Efesios 2:13-18; Marcos 6:30-34)


Este mes el papa Francisco se enfoca en los sacerdotes.  Tiene como su intención particular su cansancio.  Dice: “El cansancio de los sacerdotes: ¿Saben cuántas veces pienso en esto?”  El papa reconoce el trabajo agotador que muchos curas llevan.  Así muestra la preocupación de Jesús por sus apóstoles en el evangelio hoy. 

Jesús llama a los apóstoles: “’Vengan conmigo a un lugar solitario…”   No tienen en cuenta vacaciones en la playa.  No, quiere compartir con ellos su propia experiencia de Dios Padre.  Será tiempo aparte para renovar sus fuerzas ambas espirituales y físicas.  Nuestros sacerdotes de hoy en día necesitan regularmente de este tipo de soledad.  Se constituye de un diálogo en lo cual se comprometen de nuevo al  Señor y contemplan su apoyo. 

Pero los sacerdotes no son los únicos miembros de la Iglesia con muchos quehaceres.  A menudo los laicos tienen programas aún más fatigosos.  Particularmente las responsabilidades de las señoras llaman la atención.  No es raro verlas cuidando a sus familias, trabajando pleno tiempo, y sirviendo en la parroquia.  Ellas también podrían aprovecharse de quince minutos cada día aparte con el Señor.  Será oportunidad para desahogarse a Dios y decirle qué tanto cuentan con su ayuda.  En el funeral de una señora magnífica, la hija contó cómo su mamá paraba a la parroquia después de recoger a sus hijos de la escuela.  Allá visitó al Santísimo Sacramento por un ratito para recargar su energía espiritual. 

No se debe menospreciar el reto para los padres de familia hoy en día.  Tienen que enseñar a sus hijos los valores del reino de Dios en una sociedad cada vez más secularista.  Donde el mundo adora a los símbolos de sexo ellos han de inculcar la compasión, la humildad, y la castidad.  Instruyen mejor por ejemplo que por palabra.  Una vez una madre en San Antonio anunció a la familia que todos iban a pasar la mañana del Día de Acción de Gracias sirviendo comida a los pobres.  ¿Cabe duda que los hijos maduraran con un fuerte sentido de servicio? 

Al final del pasaje evangélico San Marcos escribe que Jesús ve a la gente como “ovejas sin pastor”.  Tiene en cuenta que los líderes del pueblo no transmiten la verdadera voluntad de Dios.  En el tiempo de la primera lectura los líderes irresponsables eran los reyes.  Hoy en día los gobernantes secularistas a menudo dejan a la gente sin sentido justo de la vida.  Hacen falta sacerdotes formados en Cristo para guiar a las familias.  Tienen que enseñar que la vida es don de Dios que no debe ser desgastada en la búsqueda de placer y prestigio.   Más bien tiene que ser entregada en el amor por el bien de los demás.  Así se puede realizar la felicidad que Dios tiene guardada para sus hijos e hijas.

Sea en la casa o en la iglesia, seamos sacerdotes o laicos, enseñamos a Jesucristo.  La segunda lectura hoy nos da el porqué.  Él es la paz entre todos.  Ahora la línea no se traza entre los judíos y no judíos.  Ni se encuentra entre los católicos y los protestantes.  Ahora la diferencia principal se ve entre los creyentes practicantes y los secularistas.  Sin embargo, todos de buena voluntad pueden ver a Jesús como maestro  impartiendo los verdaderos valores de la vida.  Enseña la necesidad de ambos retirarse con Dios y servir a los pobres.  Jesús es nuestra paz.

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