El domingo, 10 de febrero de 2019


EL QUINTO DOMINGO ORDINARIO

(Isaías 6:1-3.3I-8; I Corintios 15:1-11; Lucas 5:1-11)

Una religiosa dice que recibió su vocación viendo un cine.  Cuando se fijó en el carácter de una monja, despertó en ella el deseo de darse a sí misma a Dios.  Sabía entonces que Dios podría llenarle con el gozo que deseaba.  El evangelio hoy cuenta una historia semejante.


Al principio de la historia Jesús está enseñando a la gente.  No se dirige a un grupo pequeño sino a una multitud.  De hecho, la audiencia es tan grande que Jesús tiene que montar una barca para que oigan todos.  Sentado, Jesús enseña como un catedrático en la universidad.  Muestra la autoridad con ideas claras y un modo seguro.  Si estuviéramos allí, apenas duras no podríamos hacerle caso.

Si Jesús nos hubiera dicho a leer un libro, ciertamente lo haríamos. Es hombre que vale el seguimiento.  Por esta razón, Simón lo obedece cuando le manda a llevar la barca para pescar de nuevo.  No importa que Simón trabajó las mismas aguas toda la noche sin pescar.  No importa que ya es día cuando los peces supuestamente reposan.  Cuando Simón echa las redes, coge tan grande cantidad de pescados que casi se rompan. 

Simón se da cuenta que Jesús no es sólo maestro.  Ahora lo llama “Señor”.  Lo ve como hijo de Dios con el poder del Altísimo.  Ante tal gran persona, el ser humano se estremece.  De repente Simón se recuerda de sus muchos pecados.  Le dice a Jesús: “Apártate de mí”.  Sabe que no es digno de quedarse en la presencia de un representante de Dios.  Es la misma reacción de Isaías en la primera lectura.  Cuando percibe que Dios es un Dios activo, dice: “’…estoy perdido…’”  También es la sensación que tenemos nosotros cuando enfrentamos algo colosal que nos amenace.  Cuando estamos por el mar con una tempestad avecinándose, nos coge el temor. Pensamos que Dios está castigándonos por nuestros pecados.  Le pedimos que en su misericordia se aleje de nosotros.

Entonces nos damos cuenta que Dios no quiere castigarnos.  Más bien está llamándonos a servirle.  Ciertamente Simón, ya Pedro, recibe un mandato en el evangelio.  Jesús le pide que deje de ser simplemente un pescador para hacerse “pescador de hombres”.  En la segunda lectura Pablo cuenta de una experiencia semejante.  Después de un encuentro asombroso con Cristo, recibe la carga de ser apóstol.  De hecho, Cristo tiene un mandato parecido para cada uno de nosotros.  Cuando nos bautizamos, dice el ministro que estamos ya incluidos en el ministerio de Jesús sacerdote, profeta, y rey.

¿Qué quiere decir esto?   Acordémonos de las células madre en el embrión.  Todos son iguales pero en tiempo algunos se desarrollen en huesos, otros en sangre, otros en piel, etcétera.  Por la oración podemos descubrimos nuestro papel dentro de la comunidad – sea miembro del coro, lector, visitador de los enfermos u otro. Más que nunca es necesario que todos nosotros cristianos demos testimonio al Señor Jesús por nuestras vidas.  Sin palabras tenemos que mostrar la caridad a todos particularmente a los necesitados.  Con palabras tenemos que profesar al mundo la fuente de esta caridad.  Es Jesucristo. 

Esta semana celebramos el Día de Amor.  Sabemos que la tradición de celebrar este día comenzó con un santo cristiano llamado Valentino.  Según una historia san Valentino era cura en Roma durante una persecución de los cristianos.  Cuando lo tenían encarcelado, el padre Valentino convirtió a la hija ciega del carcelero al cristianismo.  Al caminar a su martirio, Valentino le pasó a la muchacha una carta.  En la nota le recordó del compromiso que hizo a amar a todos como Cristo.  Firmó la carta “tu Valentino”.  Cuando se la abrió, la muchacha recibió la vista.  El propósito de la historia es que cuando decimos a otra persona, “Sé mi valentino/a”, le estamos pidiendo algo muy especial.  No estamos pidiendo que sea nuestro amante sino a nuestro tutor.  Estamos pidiendo a la persona que nos ayude aprender la caridad.  Es el papel dado por Jesucristo a todos nosotros.  Nos manda a ayudar a los demás aprender su caridad.

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