EL DECIMONOVENO DOMINGO ORDINARIO
(Sabiduría
18:6-9; Hebreos 11:1-2.8-19; Lucas 12:32-48)
Los
monjes de la antigüedad hablaban del “diablo del mediodía”. El “diablo del mediodía” era un tipo de
malestar que afectaban a algunos monjes a las doce. En lugar de orar o de trabajar estos monjes
miraban el sol para ver si fue el tiempo de almorzar. Si no era, vagaban visitando a otros monjes
aquí y allá para compartir chismes. Estos
monjes ensoñaban de otros monasterios donde supuestamente la vida era más
cómoda. Eran descontentos,
desilusionados, y desesperados. Había un nombre para este estado de disgusto: “la
acedia”. Se ha incluido la acedia en la
lista de los pecados capitales. Como la
lujuria y la envidia, la acedia fomenta otros pecados. Falsos testimonios,
pereza, aún la pérdida de la fe puede resultar de la acedia. Vemos una instancia de la acedia en el
evangelio hoy.
Jesús
cuenta la historia del administrador que se cansa de esperar el regreso del amo
de la casa. El administrador ha perdido
la voluntad para cumplir los deseos de su amo.
Comienza a vivir de una manera disoluta.
Bebe mucho y maltrata a los otros empleados. Es semejante de muchos cristianos hoy en día
que no más quieren esperar el regreso de
Jesús al final del tiempo.
Esta
gente puede llamarse "cristianos" pero no se esfuerzan para practicar
la fe. No asisten en la misa dominical
regularmente. Mucho menos rezan en casa.
Tienen sus propias interpretaciones de Jesús. Digan que era hombre bueno pero que no
resucitó de la muerte. En lugar de
sacrificarse para vivir todos los mandamientos, escogen y eligen entre
ellos. La “regla de oro” les parezca
como válido pero tal vez no la prohibición de sexo fuera del matrimonio.
Se puede
decir que la acedia ha dominado a estos cristianos. En lugar de prepararse para acoger al Señor
se han conforma con la moda dominante.
El tiempo de adviento sirve como un barómetro de su disposición. ¿Se preparan para la venida del Señor por
confesar sus pecados y hacer una penitencia?
O ¿les absorben completamente la compra de regalos y las fiestas?
Los
primeros cristianos vivieron mucho más pendientes en el retorno de Jesús. Rezaron: “Marana tha”; eso es, “Ven,
Señor”. Sin embargo, sí parece que el
Señor ha demorado de volver. Nadie en la
Iglesia antigua esperaba que Jesús tardara dos mil años a regresar. A veces se
proponen motivos para el retraso. Una
carta del Nuevo Testamento dice: “Ante el Señor un día es como mil años y mil
años son como un día”. Según este modo
de pensar no ha sido tanto tiempo como imaginamos. Otra posibilidad es que el Señor esperará
hasta que la mayoría del mundo se arrepienta de sus pecados. Con este modo de pensar se puede concluir que
la espera es para beneficiar a la gente.
La
verdad es que no sabemos los motivos de Jesús por demorar tanto tiempo ni
cuándo se nos volverá. Puede tardar
otros dos mil años o aun dos millones de años.
De todos modos Jesús en el evangelio nos exhorta a prepararnos como si
viniera mañana. Hemos de amar a uno y
otro como amaba Jesús a nosotros. Hemos
de mantener la fe como se dice de Abraham y Sara en la segunda lectura. Este patriarca y matriarca jamás detuvieron
confiando en Dios. Más bien le siguieron
creyendo en su promesa que les regalaría un hijo aunque tenían setenta años.
La
acedia parece como una red que puede entramparnos. Si permitimos a nosotros mismos entrar la
red, no saldremos fácilmente. Seríamos
como el diablo en los retratos de San Miguel: dominado por una fuerza
superior. Tenemos que vivir siempre
confiando en las promesas de Jesús. Que vivamos siempre confiando en Jesús.
1 comentario:
La acedia es un demonio, realmente uno no advierte que lo posee, solo cuando vuelves a la gracias de Dios por la reconciliación, comunión y oración te das cuenta como te sentías bajo su influencia y dominio,pidamos a Marìa Santísima permanecer en gracia de su Hijo Jesús como ella
Publicar un comentario