El domingo, 11 de agosto de 2019

EL DECIMONOVENO DOMINGO ORDINARIO

(Sabiduría 18:6-9; Hebreos 11:1-2.8-19; Lucas 12:32-48)


Los monjes de la antigüedad hablaban del “diablo del mediodía”.   El “diablo del mediodía” era un tipo de malestar que afectaban a algunos monjes a las doce.  En lugar de orar o de trabajar estos monjes miraban el sol para ver si fue el tiempo de almorzar.  Si no era, vagaban visitando a otros monjes aquí y allá para compartir chismes.  Estos monjes ensoñaban de otros monasterios donde supuestamente la vida era más cómoda.  Eran descontentos, desilusionados, y desesperados. Había un nombre para este estado de disgusto: “la acedia”.  Se ha incluido la acedia en la lista de los pecados capitales.  Como la lujuria y la envidia, la acedia fomenta otros pecados. Falsos testimonios, pereza, aún la pérdida de la fe puede resultar de la acedia.  Vemos una instancia de la acedia en el evangelio hoy.

Jesús cuenta la historia del administrador que se cansa de esperar el regreso del amo de la casa.  El administrador ha perdido la voluntad para cumplir los deseos de su amo.  Comienza a vivir de una manera disoluta.  Bebe mucho y maltrata a los otros empleados.  Es semejante de muchos cristianos hoy en día que no más quieren esperar  el regreso de Jesús al final del tiempo.

Esta gente puede llamarse "cristianos" pero no se esfuerzan para practicar la fe.  No asisten en la misa dominical regularmente. Mucho menos rezan en casa.  Tienen sus propias interpretaciones de Jesús.  Digan que era hombre bueno pero que no resucitó de la muerte.  En lugar de sacrificarse para vivir todos los mandamientos, escogen y eligen entre ellos.  La “regla de oro” les parezca como válido pero tal vez no la prohibición de sexo fuera del matrimonio. 

Se puede decir que la acedia ha dominado a estos cristianos.  En lugar de prepararse para acoger al Señor se han conforma con la moda dominante.  El tiempo de adviento sirve como un barómetro de su disposición.  ¿Se preparan para la venida del Señor por confesar sus pecados y hacer una penitencia?  O ¿les absorben completamente la compra de regalos y las fiestas? 

Los primeros cristianos vivieron mucho más pendientes en el retorno de Jesús.  Rezaron: “Marana tha”; eso es, “Ven, Señor”.  Sin embargo, sí parece que el Señor ha demorado de volver.  Nadie en la Iglesia antigua esperaba que Jesús tardara dos mil años a regresar. A veces se proponen motivos para el retraso.  Una carta del Nuevo Testamento dice: “Ante el Señor un día es como mil años y mil años son como un día”.  Según este modo de pensar no ha sido tanto tiempo como imaginamos.  Otra posibilidad es que el Señor esperará hasta que la mayoría del mundo se arrepienta de sus pecados.  Con este modo de pensar se puede concluir que la espera es para beneficiar a la gente.

La verdad es que no sabemos los motivos de Jesús por demorar tanto tiempo ni cuándo se nos volverá.  Puede tardar otros dos mil años o aun dos millones de años.  De todos modos Jesús en el evangelio nos exhorta a prepararnos como si viniera mañana.  Hemos de amar a uno y otro como amaba Jesús a nosotros.  Hemos de mantener la fe como se dice de Abraham y Sara en la segunda lectura.  Este patriarca y matriarca jamás detuvieron confiando en Dios.  Más bien le siguieron creyendo en su promesa que les regalaría un hijo aunque tenían setenta años.

La acedia parece como una red que puede entramparnos.  Si permitimos a nosotros mismos entrar la red, no saldremos fácilmente.   Seríamos como el diablo en los retratos de San Miguel: dominado por una fuerza superior.  Tenemos que vivir siempre confiando en las promesas de Jesús. Que vivamos siempre confiando en Jesús.

1 comentario:

Dilcia Sol dijo...

La acedia es un demonio, realmente uno no advierte que lo posee, solo cuando vuelves a la gracias de Dios por la reconciliación, comunión y oración te das cuenta como te sentías bajo su influencia y dominio,pidamos a Marìa Santísima permanecer en gracia de su Hijo Jesús como ella