El domingo, 3 de octubre de 2021

 EL VIGÉSIMO SÉPTIMO DOMINGO ORDINARIO

(Génesis 2:18-24; Hebreos 2:8-11; Marcos 10:2-12)

El mundo deplora lo que ha pasado en Afganistán.  Gentes en todas partes lamentan el hecho que el Talibán han retomado las riendas del gobierno.  Por veinte años las muchachas han asistido en las escuelas.  Ahora están restringidas a aprender en privado.  Por veinte años las mujeres han podido tener puestos en la sociedad.  Ahora tienen que limitarse a sus casas.  Por supuesto, Jesús se entristece por esta realidad nueva.

En el evangelio Jesús propugna por el bien de las mujeres.  Los fariseos quieren tropezarlo con la pregunta sobre el divorcio.  Parece que para ellos no es problema que el hombre puede divorciarse de su mujer.  La prospectiva que la mujer quedará sin recursos no parece su preocupación.  La única cuestión parece teorética: ¿qué es el motivo para el divorcio?  Están preguntando a Jesús si se puede divorciarse por cosa incidental como se ha encaprichado con una chica. O ¿hay que ser una ofensa seria como el adulterio de parte de la mujer? La respuesta de Jesús prohibiendo el divorcio salva a la mujer tanto de la pobreza como de la vergüenza de ser dejada por su esposo.

Por prohibir el divorcio Jesús también rescata la institución del matrimonio.  Si se pudiera entrar y salir el matrimonio tan fácilmente como comprar y vender un burro, pronto estaría considerado insignificante.  Las personas no querrían comprometerse completamente a uno a otro.  Estarían creando peros en su mente especificando los indicativos para dejar la relación.  Desgraciadamente estamos viendo la caída del matrimonio en nuestros días por esta razón.  En muchas partes por cien años no ha habido estigmas grandes con el divorcio.  El resultado ha sido no solo muchos divorcios sino también menos deseo de casarse, menos niños para prolongar la cultura, y, el peor de todo, muchos niños sin padres en casa para guiarlos.

Necesitamos matrimonios estables por muchas razones.  Es el mejor ambiente de criar a niños.  Si los muchachos van a hacerse adultos responsables a la familia, a la comunidad, y a Dios, la fuerza, la ternura, y la sabiduría de ambos padre y madre son casi indispensables.  También el matrimonio facilita la maduración de las dos personas.  Los recién casados aprenden pronto que otras personas se crían de maneras diferentes que él o ella de modo que cada uno tenga que ajustarse al otro para evitar grandes problemas. Finalmente, el matrimonio provee el apoyo incondicional para superar los grandes retos de la vida: entre otros, la pérdida de trabajo, la muerte de seres queridos, y la enfermedad grave.  En este sentido el matrimonio también le proporciona a la persona sentido del amor de Dios.

Sin embargo, no queremos decir que el matrimonio sea necesario para vivir con éxito.  Hace poco murió un hombre que era el jefe de una de las corporaciones más grandes del mundo.  Cuando se jubiló, se dedicó a ayudar a los niños en escuelas y hospitales.  Dijo que podía lograr tanto porque era soltero toda su vida.  Ni queremos decir que la persona casada tiene que quedarse con esposo abusivo.  Si la persona está siendo golpeada o está forzada a cometer pecados, debe separarse.  Y aquellas personas que están en un segundo matrimonio, ¿qué deberían hacer?  Primero, tienen que cumplir sus responsabilidades a todos sus niños y, tal vez, la primera esposa o esposo.  Entonces, se puede examinar la validez del primer matrimonio. No pocas veces los hechos alrededor del matrimonio estropearon la validez de la alianza desde el principio.

Es una medida del amor de Jesús y la importancia del matrimonio que él se molesta para responder al interrogante de los fariseos.  Se da cuenta de los de parte de los fariseos para tropezarlo.  No obstante, sabe que sus discípulos necesitan la orientación correcta hacia el matrimonio.  La vida humana no sería posible sin el matrimonio bueno. Sí personas pueden nacer fuera del matrimonio, pero marchitarían pronto si no hubiera otras personas de cerca que conocen el amor de padres casados.

PARA LA REFLEXIÓN: ¿Qué veo como la razón más importante para el matrimonio?

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