El domingo, 12 de diciembre de 2021

 TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

(Sofonías 3:14-18; Filipenses 4:4-7; Lucas 3:10-18)

Usualmente celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe de manera aparte de la temporada de Adviento.  Brindamos a la Virgen ahora como si hubiera en el medio del verano.  Pero esta separación de fiesta y temporada litúrgica es apenas necesaria.  Ella representa mucho que corresponde a este tiempo de espera.  De todos modos este año no se puede aislar la fiesta de la temporada.  Cayendo en domingo, el doce de diciembre tiene que ceder prioridad al tiempo de Adviento.

Durante Adviento deberíamos estar reflexionando en la tripartita venida del Señor.  Vendrá de nuevo al final de los tiempos como vino hace 2000 años y como viene todos los días.  Primero, vino en carne y hueso como redentor del mundo.  Ahora viene en la Eucaristía como el sustento para los creyentes.  Al final del tiempo vendrá en la gloria como salvador de sus fieles.  Cuando llegue, nos justificará nuestros modos de vivir con la rectitud.  El mundo entero se dará cuenta por qué apreciamos el pudor y usar la moderación.  Sabrá que nos hemos dedicado al bien de ambos Dios y el prójimo para un motivo puntual.  Queremos que nos reconozca como suyos el Señor de la gloria.

Se puede decir que Juan Bautista y la Virgen María representan el espíritu de Adviento.  Los dos anuncian la venida de Cristo.  Juan la hace en el evangelio hoy por decir que “’ya viene otro más poderoso que yo…’”   La Virgen lo hizo por aparecer al indígena Juan Diego como mujer encinta.  Las cintas en su vestido mostraron que llevaba al bebé Jesús a Tepeyac, el lugar de los indígenas.  Además, pidió la construcción de una iglesia para que su hijo tuviera morada entre ellos. 

Los dos también indican cómo hemos de prepararnos para la llegada del Señor.  Juan es tan directo como un sargente a un soldado.  Manda a la gente que compartan sus vestidos con los pobres.  Dice a los publicanos que no defrauden y a los soldados que no extorsionen.  Hemos de llevar a cabo estas directrices en nuestras vidas. También nosotros tenemos que ser siempre honrados con el dinero y compasivos hacia los pobres.

La Virgen era mucho más sutil en sus instrucciones.  Nos indicó la necesidad de centrarse en Dios cuando se presentó como “Madre de verdadero Dios por quien se vive…”  También su empeño de tener construido un templo enseñó las virtudes de la justicia social y la fortaleza.  Era solo el derecho de los indígenas de tener un lugar donde podían alabar a Cristo.  Sin embargo, si la Virgen no le insistiera, Juan Diego nunca habría regresado al obispo para obtenerlo.

Hoy, el tercer domingo de Adviento, el sacerdote lleva ornamentos de color rosa en la misa.  Lo hace para levantar el espíritu de los fieles.  Es tiempo de regocijo.  Tenemos que esperar sólo dos semanas más para la venida de Cristo en la Navidad.  La primera lectura nos instruye: “Canta, hija del Sión”.  ¡Qué cantemos con ánimo porque el Señor está muy cerca!  La segunda lectura resuena este tema.  Dice: “Alégrense siempre en el Señor”.  Otro motivo para cantar y alegrarse es la presencia de la Virgen ya entre nosotros.  Ha venido para socorrer a nosotros, su pueblo.  Ha llegado para presentarnos a su hijo, el redentor.  Como a Juan Diego, ha venido para ser nuestra Madre.


Para la reflexión: ¿Por qué Jesucristo es más importante para nosotros que su madre, Nuestra Señora de Guadalupe?

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