El domingo, 17 de julio de 2022

 DECIMOSEXTO DOMINGO ORDINARIO

(Génisis 18:1-10; Colosenses 1:24-28; Lucas 10:38-42)

Los académicos insisten en la inclusividad.  Quieren que los ensayos de estudiantes no dejen fuera mención de mujeres y personas de otras razas.  Si el pronombre es indefinido, hay que decir “de él o de ella”.  También en el estudio de la historia ya no recuerdan solo los acontecimientos de los hombres europeos.  Para cumplir el reporte tienen que incluir las experiencias de los africanos, los asiáticos, y de los indígenas.

El énfasis en otros tipos de personas nos ayuda apreciar que las minorías han contribuido mucho a la sociedad.  Tenemos un grande ejemplo de esta sensibilidad en el Nuevo Testamento.  El Evangelio de San Lucas y sus Hechos de los Apóstoles incluyen varias historias del punto de vista de los menos considerados.  Recordamos cómo él escribe tanto de Isabel como de Zacarías en el principio del Evangelio.  En el templo después del nacimiento de Jesús Lucas reporta las profecías de ambos Ana y Simeón.  Más adelante en su obra Lucas va a contar de la ama registrando su casa para encontrar la moneda perdida después de relatar del pastor buscando la oveja descarriada.  Podemos pensar en el evangelio hoy como otro ejemplo de inclusividad.

Recordémonos lo que pasó el domingo pasado.  Un doctor de la ley pregunta a Jesús: “’¿Qué debo hacer para conseguir la vida eterna?’”  Cuando Jesús responde con la perspicaz, el doctor quiere "justificarse".  Eso es, quiere aparecer inteligente y sensato y no como ingenuo.  Podemos ver en Marta este mismo deseo de "justificarse".  Ella no quiere parecer como tonta haciendo todo el trabajo del entretener a un huésped.  Apela al Señor porque sabe que él es justo.

Marta no se ha dado cuenta todavía del discipulado de Jesús consiste tanto en el estudio y la oración como en el servicio.  No podemos seguir fielmente a Jesús si no vamos a tomar en serio sus enseñanzas.  Sería como casándose con persona que no conoce.  Ser cristiano significa más que ser bautizado o apoyar financialmente la iglesia.  Por eso, se le da pena al párroco cuando escuche de sus parroquianos faltando la misa para vender gorditas en la feria.

Marta es una santa.  Sería incorrecto condenarla.  Pero en este caso María tiene razón.  Es necesario que imitemos a ella. También nosotros tenemos que aprovecharnos de las oportunidades de conocer al Señor cuando aparecen. Es cierto que nuestras responsabilidades no terminan con la reflexión.  Más tarde o más temprano tenemos que evangelizar y llevar a cabo el ministerio. Pero el Señor no es ogre que quiere que trabajemos sin cesar.  Se puede decir con confianza que Él quiere que nos desarrollemos como personas.  Quiere que hagamos su voluntad por la meditación, la oración, y el servicio.

Se le critica a la Iglesia por no ser inclusiva.  No parece justa esta crítica.  La Iglesia es abierta a todo el mundo de buena voluntad.  Después de veinte siglos meditando en la palabra de Dios, la Iglesia ha discernido que no puede ordenar a las mujeres ni dar la Comunión a los divorciados y casados de nuevo.  Pero todos siempre están bienvenidos a participar en su riqueza.  De hecho, están alentados a venir para meditar como María y servir como Marta.


Para la reflexión: ¿Cómo puedo yo ser más inclusivo/a en mis relaciones con gente?  ¿Cómo puede ser más inclusiva mi parroquia?


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