El domingo, 7 de agosto de 2022

 DECIMONOVENO DOMINGO ORDINARIO

(Sabiduría 18:6-9; Hebreos 11:1-2.8-19; Lucas 12:32-48)

A menudo al principio de la lectura evangélica escuchamos: “Jesús dijo a sus discípulos”.  Estos discípulos no eran la muchedumbre que rodeaba a Jesús.  Más bien eran la gente que lo seguían de lugar a lugar.  Este grupo se comprendía de más que los doce apóstoles.  Eran hombres y mujeres de diferentes tipos de clases y oficios.  Si fueran viviendo hoy, incluirán ustedes tanto como yo.

Por razón de que todos bautizados son discípulos, el Vaticano II hizo hincapié en el llamado a la santidad a todas personas.  Todo hombre y mujer deben esforzarse para vivir como hijo e hija de Dios.  Desgraciadamente muchos, incluso a veces sacerdotes, rechazan el llamado.  Prefieren el placer, el prestigio, o el poder a ser miembro de la familia de Dios.

En el evangelio hoy Jesús emite el llamado a ser santo en forma de un reto.  Cuenta a la gente que vendan sus bienes para dar las ganancias a los pobres.  Dice que con tal generosidad acumularán un tesoro en el cielo donde cuenta el máximo.  Conociendo el temor que tienen con tal propósito, les exhorta: “’No teman’”.  Asegura que Dios les proveerá con los bienes del Reino.

“¿Podemos vivir sin las comodidades terrenas?” nos preguntamos.  Sí podemos, al menos sin muchos de estas cosas.  Me recuerdo de un reporte de los sordos que forman comunidades entre sí.  A veces algunos se enteran de que se les puede proveer el oír.  Pero rechazan la oferta.  Evidentemente están tan satisfechos con sus amistades que no quieran entrar la compañía a menudo tosca de oyentes.  Si ellos pueden seguir adelante sin el oír, nosotros podemos seguir adelante sin algunas cosas que consideramos ahora como necesarias.

Jesús no nos pide que rindamos todas nuestras pertenencias.  No es necesaria que nos empobrezcamos.  Solo quiere que hagamos sacrificios por el bien de aquellos que no tienen las necesidades verdaderas de la vida.  No es que tengamos que sacrificar nuestras vacaciones.  Pero ¿es necesario que hagamos un crucero cada año?  No es que tengamos que vender nuestra casa.  Pero ¿es necesario que tenemos una en la ciudad y otra en la playa?  Tal vez que sí.  Cada uno tiene que decidir por sí mismo lo importante.  Pero nadie puede esquivar el mandato de socorrer a los pobres.

En lugar de vivir anticipando los paquetes de Amazón, Jesús nos tendría vivir esperando a él.  Hace aquí una comparación increíble.  Hemos de vigilar para él como un amo de casa vigilaría para un robador.  No somos para esperar hasta el final de los tiempos para su venida. Pues nos viene continuamente.  Viene Jesús con los pobres que están dispuestos a compartir el poco que tienen.  Viene con los trabajadores que se esfuerzan para rendir su mejor servicio aun cuando nadie los observa.  Vienen en las religiosas que siempre parecen gozosas a pesar de tener un régimen disciplinado por el bien de sus estudiantes. 

En este evangelio Jesús alienta a la gente de no preocuparse por aceptar los retos de hijos de Dios.  Sin embargo, todas sus palabras no son afirmativas.  Advierte a los líderes del pueblo que sean siempre honrados en su servicio.  Por esta razón santo Domingo insistió que sus frailes no vivieran en lugares cómodos sino en conventos austeros.  El santo, cuya fiesta celebramos mañana, dio a sus frailes el ejemplo de animar a la gente con reflexiones profundas sobre la palabra de Dios.

Hemos hablado del evangelio sin decir nada de las otras lecturas.  La segunda lectura es particularmente relevante.  La Carta a los Hebreos elogia a Abraham y Sara por su fe en las promesas de Dios. La fe es el principio de la santidad que buscamos.  Pero porque somos humanos, hechos de cuerpo y alma, la fe es más que una aceptación intelectual de realidades no visibles.  Creemos con nuestros cuerpos cuando hacemos algo en conforme al Dios invisible.  Creemos por hacer sacrificios por el bien de los pobres.


 Para la reflexión: ¿Me considero a mí como “llamado a la santidad”?  ¿Cómo tengo que cambiar para conformarme a este llamado?


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