El domingo, 4 de diciembre de 2022

 SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

(Isaías 11:1-10; Romanos 15:4-9; Mateo 3:1-12)

Se dice que los nuevos programas de televisión destacan caracteres cada vez más poderosos.  Según un escritor, no importan a la gente que sean moralmente buenos o malos.  Lo que les interesan son sus muestras de poder.  El escritor lamenta el deterioro de la moralidad en la cultura occidente.  Como Juan el Bautista en el evangelio hoy, él critica la falta creciente de virtud.

Juan no vacila a denunciar a los fariseos y saduceos por su duplicidad.  Vienen tan piadosos como monjas carmelitas para verlo, el santo del desierto.  Pero bajo su exterior sanitizado queda la arrogancia y el desdén.  Estas personas son las mismas que van a acosar a Jesús por su alcance a los pecadores.  Con razón Juan los llama “raza de víboras”.

Si viviera hoy en día, Juan no se callaría ante los sectores irresponsables de nuestra sociedad.  Ellos son los que quieren que el aborto esté disponible a pedido. Los irresponsables también incluyen a aquellos que rechazan cualquiera forma de sacrificio para controlar el cambio de clima.  Los periódicos a menudo toman la postura crítica de Juan por advertir del daño que está causando el calentamiento del medio ambiente.  Dicen con razón que, si no se pone en vigencia pronto un esfuerzo concertado de controlar la quema de combustibles fósiles, las generaciones futuras sufrirán huracanes cada vez más destructivos y temperaturas cada vez más insoportables.  Con aún más vigor la Iglesia ha condenado el aborto como la quita de la vida humana.  Ha dicho que aquellos que a sabiendas tienen o promueven el aborto son excomulgados.  Los periódicos y la Iglesia, como Juan mismo, sirven como profetas de la destrucción que son necesarios para captar la atención de la gente.

El mensaje de Juan hace mencionar de la venida de un profeta más poderoso que él.  Según Juan, este profeta va a castigar a los injustos despiadadamente con fuego.  No nombra quien sea, pero sabemos que tiene en mente a Jesús.  Ciertamente Jesús mostrará el poder sobre espíritus inmundos.  También, mostrará la ira cuando purifica el Templo de los comerciantes.  Sin embargo, su misión tendrá un modo muy diferente que lo de Juan y los profetas de la destrucción.

Jesús no actuará como el gran castigador que espera Juan.  No irá reprehendiendo a los borrachos, ni regañando a las prostitutas.  Al contrario, Jesús comerá con los pecadores y hablará con las damas de mala fama.  De este modo intentará a transformar a pecadores por actos que tocan sus corazones.  Sabrá que todo corazón humano tiene la capacidad de voltearse a Dios cuando se siente Su amor.  Como el lobo habitando con el cordero en la primera lectura, Jesús instruirá a todos seres humanos que convivan en paz con Dios como su Padre.

Nosotros tenemos que responder al amor de Dios ahora.  Nuestra respuesta debería incluir comportamientos que alivien la destrucción de calentamiento global tanto como el aborto.  Podríamos poner el termostato un par de grados menos durante el invierno y un par más durante el verano.  En la segunda lectura San Pablo dice a los cristianos en Roma que sirvan a uno a otro como Cristo sirvió a todos.  Resistiendo el cambio de clima, estaríamos sirviendo no tanto a nuestros contemporáneos como a las generaciones venideras.  El efecto será igual.  Estaríamos tratando a otras personas con el amor reservado para hermanos y hermanas.

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