SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA – DOMINGO DE LA MISERICORDIA DIVINA
(Hechos
2:42-47; I Pedro 1:3-9; Juan 20:1-9)
Hoy, el
Segundo Domingo de Pascua, se ha llamado por varios nombres. En algunos lugares se ha conocido como “el
Domingo Bajo”, con el Primer Domingo de Pascua siendo la "Fiesta Alta de
la Pascua”. En tiempos recientes se ha nombrado
el “Domingo de la Divina Misericordia”.
Se le ha dado este nombre por los escritos de una mística polaca, Santa Faustina
Kowalska y, también, porque en el pasaje evangélico para este domingo Jesús
inicia el Sacramento de la Reconciliación.
Se puede llamarlo también el “Domingo de Tomás escéptico” por otra parte
del pasaje. En ella el apóstol Tomás expresa
duda que Jesús resucitara de la muerte. La primera lectura de los Hechos de los
Apóstoles sugiere aún otro título.
Siempre en el segundo domingo de Pascua la lectura cuenta cómo la
comunidad de creyentes en Jerusalén vivió con armonía. Entonces, el “Domingo de la Iglesia
primitiva” no sería inapropiado. Ahora
vamos a limitar nuestra reflexión a este último aspecto del día.
La primera
lectura dice que todos en la comunidad “eran constantes de escuchar las
enseñanzas de los apóstoles, en la comunión fraterna, en la fracción del pan y
en las oraciones”. Ha sido la obra del
Espíritu Santo que la Iglesia mayormente ha mantenido estas características por
los veinte siglos. Sin embargo, ha
habido desviaciones en diferentes tiempos.
¿Qué tan bien se ajusta la Iglesia contemporánea a esta lista?
Las
enseñanzas de los apóstoles no fueron ideas inventadas por los doce sino las
revelaciones de Jesucristo adaptadas para comunidades particulares. Incluyeron tanto las morales como las
doctrinas de la fe. Recientemente los
obispos de Alemania han aprobado unos propósitos que van en contra con las
morales de los apóstoles. Quieren
bendecir las uniones entre los homosexuales, reconocer otros géneros además de
varón y hembra, y aun admitir la posibilidad de una mujer reclamando que haya
cambiado su género ser ordenado al sacerdocio.
Si este tipo de ideas se enraíza, parece que la Iglesia no más
conformaría a las enseñanzas de los apóstoles.
La lectura
da ejemplo de la “comunión fraterna”.
Dice que los dueños de propiedades las vendieron y ofrecieron los
productos para repartirse según la necesidad de cada uno. De vez en cuando se oye reclamos que esta
práctica se equivale al comunismo. Sin
embargo, hay gran diferencia entre los dos sistemas. La práctica de compartir en la comunidad
apostólica fue voluntaria. Con comunismo
el compartir es forzado. Interesantemente,
los Hechos luego menciona un problema con el sistema, y ningún otro libro del
Nuevo Testamento lo recomienda. Más bien
la mayoría de los libros promueven que aquellos con medios, sean comunidades o
individuos, ayuden a los que no los tienen.
Hoy la Iglesia tiene organizaciones como Caritas Internacionales que
distribuyen donativos a los pueblos experimentando necesidad.
La “fracción de pan” parecen como palabras de código para la Eucaristía. Según la lectura, los seguidores de Cristo en la comunidad de Jerusalén se uníncon sus hermanas y hermanos judíos en el Templo para orar diariamente. Pero cuando volvieron a sus casas, compartieron la Eucaristía con uno y otro. La triste situación hoy es que muchos católicos no ven la necesidad de asistir en la misa dominical, ni reconocen la presencia real de Cristo en la Eucaristía.
Sin duda, la
Iglesia primitiva de Jerusalén siguió rezando oraciones judías, particularmente
los salmos. También, hay testimonio en
el Nuevo Testamento que introdujeron nuevas oraciones como “Maranatha”
que quiere decir, “Ven, Señor Jesús.”
Por supuesto, rezaron también la “Oración del Señor" con la misma esperanza
que vengan los finales del tiempo.
Seguimos orando así hoy en día, pero con menos conciencia de la venida
prometida del Señor en gloria.
La Iglesia
no ha cambiado en los esenciales. Como
se ha demostrado, por la mayor parte sigue mostrando las características de la
Iglesia primitiva. Ciertamente ha habido
cambios en los modos de expresar estas características desde entonces. En el primer siglo no hubo periódicos, mucho
menos los medios masivos para propagar las enseñanzas. Es urgente que no perdamos estas
características. Cuando Cristo venga,
queremos que nos reconozca como los suyos.
PARA LA REFLEXIÓN: examínate tu propia vida. ¿Qué tan bien se ajusta ella a la lista de características?
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