EL VIGÉSIMO DOMINGO ORDINARIO
(Isaías 56:6-7;
Romanos 11:11-15.29-32; Mateo 15:21-28)
El evangelio hoy
parece particularmente apropiado para nuestro tiempo. Indica el motivo de muchos que han abandonado
la fe en Jesús. La trama es breve pero
fascinante. Describe un encuentro entre
una mujer cananea (no judía) y Jesús.
Parece que Jesús la insulta. Pero
una lectura cuidadosa revela cómo ella no toma su comentario como ofensivo. Más bien se le acerca más a Jesús después de
escucharlo.
El gran defensor de la
fe C.S. Lewis escribió un ensayo llamativo titulado “Dios en el
banquillo”. Dice que en los tiempos
antiguos los seres humanos siempre se reconocieron a sí mismos como culpables
de pecado. Por eso, tuvieron que pedir
el perdón de Dios. Sigue diciendo que en
tiempos modernos la situación se ha invertido.
Los hombres y mujeres regularmente acusan a Dios por las tragedias y
catástrofes naturales que sufre la gente.
Como resultado la Iglesia tiene que defender a Dios de sus
acusadores. La primera cosa que muchos
ven en el evangelio hoy es Jesús echando un comentario racista.
Sin duda hay una nueva
sensibilidad en el tiempo reciente. Hoy
en día los hombres y mujeres toman como ofensivos apodos que hace cien años
fueron considerados como términos de cariño o respeto. No se oye mucho el día hoy de las parejas
llamando a uno al otro “gordo” y “gorda”.
En la liga mayor de beisbol el equipo de Cleveland dejó su apodo
“indios” porque algunos indígenas determinaron que era ofensivo. A muchos contemporáneos el uso por Jesús del
término “perritos” en referencia a la situación de la hija de la cananea les
parece como un ultraje.
Se le puede defender a
Jesús fácilmente. Nunca le llama a la
niña un “perrito”. Solo compara su
situación con la persona que tiene comida para la familia, no para las
mascotas. Sin embargo, Jesús no requiere
la defensa. Como la mujer reconoce,
Jesús es Hijo de Dios que no haría nada malo a nadie. No es que sus hechos sean buenos porque Él
los hace. Más bien es que Jesús, que es
Dios y el sumo bien, no puede hacer ningún mal.
La cananea no hace
denuncia contra Jesús. Ni ve sus
palabras como ofensivas. Más bien, nos
muestra la disposición apropiada hacia Dios. Se postra ante Jesús en adoración y
lo reconoce como “Señor”. Entonces le
reitera la urgencia que él ayude a su hija.
Con estos actos enseña al mundo como reconocer a Jesús como Señor con
ambos gesto y palabra.
Hace una semana escuchamos a Jesús en el evangelio llamando a Pedro hombre de “poca fe”. Ahora dice a la mujer que ella tiene “mucha
fe”. En este caso tenemos que imitar a
la mujer y no a San Pedro. Como la mujer pide que Jesús eche los demonios que
acosan a su hija, queremos pedirle que eche los demonios amenazando nuestro
tiempo. Eso es, queremos pedirle que
quite no solo la incredulidad creciente sino también el egoísmo desenfrenado
que permite a la persona hacer lo que dé la gana.
Hay una novela famosa
que comienza con las palabras: “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los
tiempos”. Se puede decir esto de
cualquier tiempo y ciertamente de hoy en día.
Siempre hay una falta de fe en Jesús haciendo los tiempos malos. Pero siempre Jesús se nos acerca convirtiendo
los tiempos malos en tiempos buenos.
PARA LA REFLEXIÓN: Nombra
los demonios que amenaza tu vida y tu comunidad.
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