El domingo, 3 de marzo de 2024

TERCER DOMINGO DE CUARESMA

(Éxodo 20:1-17; I Corintios 1:22-25; Juan 2:13-25)

Hace años hubo un drama de televisión que llamó la atención.  Un hombre deja su pueblo para aprender todo lo que hay de aprender en el mundo.  Va a Washington para leer todos los libros en la Biblioteca del Congreso.  Después de años regresa con su aprendizaje.  El pueblo arregla una oportunidad para que él comparta el resumen de su descubrimiento.  Cuando llega el tiempo, todo el pueblo se reúne para escucharlo.  Comienza: “Esto es lo que aprendí: ‘Yo soy el Señor, tu Dios, … No tendrás otros dioses fuera de mí….No harás mal uso del nombre del Señor, tu Dios…Acuérdate de santificar el sábado….Honra a tu padre y a tu madre…’”  Sí, según el drama los Diez Mandamientos resumen la sabiduría de las edades.

Los Diez Mandamientos tienen un lugar particular tanto en la vida cristiana tanto como en la vida judía.  El libro de Éxodo informa que Dios los escribió con su propio dedo.  Les ha dado a los humanos como puro don.  Dios no necesita nuestro acatamiento a estos órdenes.  Sin embargo, menos que los acatemos, nosotros no podemos tener la felicidad que dura.  Siguiendo los mandamientos podemos superar los grandes errores que está debilitando la sociedad y llevándonos a la destrucción personal.  No permiten el individualismo que ignora las responsabilidades que tenemos hacia uno y otro y hacia la comunidad.  Al contrario, somos mandatos para honrar a nuestros padres, refrenar de tomar lo que pertenece a los demás, y como corolario, apoyar el bien común.

También los Diez Mandamientos se levantan contra el relativismo que dice no hay leyes objetivas sino toda persona y toda sociedad tienen que crear sus propias leyes.  Aquí hay diez leyes incontrovertibles para todos.  Asimismo, los Diez Mandamientos no ceden ningún terreno al materialismo.  Reconocen los valores espirituales como Dios en primer lugar y luego la honestidad, el honor, la santidad del matrimonio, y muchos otros.

Tan grande como sea el don de los Diez Mandamientos, Dios ha regalado a los humanos algo más superlativo.  El evangelio hoy enseña que Jesús ha llegado para reemplazar el Templo como el lugar de encuentro entre Dios y los humanos.  La purificación del templo de negocios comprende solo el primer paso de su programa.  Su propio cuerpo resucitado de entre los muertos será el nuevo Templo donde la gente dará culto a Dios.  San Pablo nos informa que el cuerpo resucitado de Cristo es la Iglesia. 

Ahora la persona no necesita ir a Jerusalén para ofrecer sacrificios que agradan a Dios.  Dondequiera que se celebre la Eucaristía Cristo está presente dándole a Dios Padre el perfecto sacrificio.  De hecho, se encuentra Cristo en todos los sacramentos de la Iglesia.  Está presente en el Sacramento de Reconciliación perdonando las ofensas del pecador y fortaleciendo su espíritu para evitar el pecado. 

El evangelio termina con una evaluación negativa de los hombres y mujeres.  Dice que Jesús no se fía de ellos porque sabe de “lo que hay en el hombre”.  Esto es nuestra disposición a pecar.  El individualismo, el relativismo, y el materialismo han penetrado el corazón humano con tanta vehemencia que los Diez Mandamientos solos no vayan a controlarlos.  Por el Sacramento de Reconciliación Jesús nos encuentra recurriendo su ayuda espiritual mientras confesamos nuestros pecados.  Es un espacio privado donde podemos abrirnos completamente a Dios en un acto a la vez humilde y edificante.

Durante este tiempo de Cuaresma podemos imaginar a Jesús purificando nuestras vidas con el Sacramento de Reconciliación como limpia el Templo en el evangelio hoy.  Nos hace verdaderos templos del Espíritu Santo de donde se levantan actos de gracias y alabanzas a Dios Padre.

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