El domingo, 12 de mayo de 2024

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

(Hechos 1:1-11; Efesios 1:17-23; Marcos 16:15-20)

Hoy celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor.  Es una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico.  Pero es posible que algunos no lo piensen así desde que la Iglesia cambió el día de la celebración.  Donde estuvo en jueves, el cuarenta día después de la resurrección, ahora se celebra la Ascensión mayormente en el domingo después.  Pero se hizo el cambio precisamente para facilitar la asistencia en la misa donde la gente podría reflexionar en su significado.

El significado es más que el Señor subiendo al cielo dejó sus discípulos en la tierra.  Tiene que ver con su exaltación y la nuestra junto con el Padre. Un ser humano ha alcanzado a la cima de toda la existencia.  Porque el Hijo de Dios tiene una naturaleza humana, todo ser humano unido con él está exaltado junto con él.  Así, la Ascensión forma una parte íntegra de la salvación ganada para nosotros por Jesucristo.

Si tienen dificultad entender lo que estoy tratando de explicar, consideren esta comparación. El efecto de la exaltación de Jesús es como la aceptación del primer negro en las ligas mayores.  Una vez que Jackie Robinson fue aceptado por los Dodgers de Brooklyn, muchos otros negros podían jugar beisbol en los estadios colosos y con contratos ricos.  Sin embargo, para jugar en las ligas mayores, uno debe tener mucho talento.  Para estar con Jesucristo en el cielo, uno solo tiene que ser fiel a él.

San Pablo nos ayuda entender la dinámica de este gran paso adelante para la humanidad.  En la Carta a los Romanos dice que Cristo es el nuevo Adán.  Como los hombres heredaron el pecado y la muerte del primer Adán, de Cristo heredan la gloria de ser hijos de Dios y la vida con él para siempre.

El Evangelio según San Juan nos muestra otra faceta de la Ascensión.  Recordamos cómo en la última cena Jesús dijo que es mejor que él vaya al Padre.  Es así porque después de ser glorificado tendrá su lugar a la diestra del Padre de donde podría enviar al Espíritu Santo a sus discípulos.  Jesús tiene en cuenta en este pasaje no solo los doce sino el mundo entero.  Como hombre limitado en su alcance, Jesús no podía llegar a todos pueblos.  Pero el Espíritu no tiene límites del cuerpo.  Como espíritu puede llegar a todos continentes para guiar a toda persona.

Con tan gran auxilio nos preguntamos ¿por qué los hombres maltratan a uno a otro?  Esta guerra patética entre los Israelís y los palestinos es solo la instancia más reciente de odio social.  También es alarmante la casualidad con la que muchas mujeres abortan a sus bebés.  Dicen que en algunas partes la mitad de todos los embarazos terminan en abortos.

Tal vez la razón detrás tantas atrocidades es que los deseos del yo son fuertes particularmente cuando son amplificados por la tiranía de los muchos.  Gracias a Dios tenemos los santos para mostrar que es posible resistirlos.  Porque hoy es Día de las Madres, podemos mencionar a varias madres de familia que han vivido el compromiso a Cristo hasta el término.  Probablemente la madre más famosa en este sentido además de María es San Mónica, la madre de San Agustín.  No quería más de la vida que ver a su hijo bautizado como cristiano y rezó por esto continuamente.  Santa Perpetua era una madre cristiana joven de la África norte en el tercer siglo.  Sufrió el martirio en vez de dar culto a los dioses romanos.  Más cerca de nuestro tiempo, la americana Santa Elizabeth Seton era madre de cinco hijos.  Cuando murió su marido, Elizabeth convirtió primero en católica y luego en religiosa.  Fundó una congregación de mujeres y muchas escuelas y obras de caridad. 

Estas mujeres amaron a Dios más que a sí mismas y amaron a sus prójimos como a sí mismas.  A lo mejor nuestras madres en sus propios modos hicieron cosas semejantes.  Al menos en muchos casos eran ellas que nos criaron en la fe.  Solo esto es motivo suficiente para honrarlas hoy.

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