Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
(Éxodo
24:3-8; Hebreos 9:11-15; Marcos 14:22-26)
La gran
Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo originó en la Edad Medía
para subrayar la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Es famoso por la procesión con el Santísimo
Sacramento fuera del tiemplo. La
procesión no solo expone la Eucaristía a todo el mundo sino les ofrece una
bendición gratuita.
Las
lecturas que acabamos de escuchar nos enseñan parte del significado de la
Eucaristía. Muestran cómo ella ha
introducido una nueva época en la historia de la salvación. La primera lectura relata el hacer de la
alianza mosaica entre Dios y el pueblo Israel.
Presenta a Moisés rociando al pueblo con la sangre de los animales
sacrificados a Dios. Entonces Moisés
derrama la misma sangre en el altar para ratificar la alianza con Dios. Según los términos de la alianza el pueblo acepta
la Ley para hacerlos santo. A su vez Dios
promete a proteger a Israel y mantenerlo en su afecto.
El
evangelio destaca a Jesús creando la nueva alianza en la cena con sus
discípulos. Como Moisés Jesús ofrece un
sacrificio a Dios y esparce sangre. Pero
en este caso se sacrifica a sí mismo, no animales. Asimismo, es su propia sangre que se
derrama. Jesús identifica el pan que
parte con su propio cuerpo que será crucificado el día siguiente. Dice significativamente
que el vino que beben es su sangre que forma una nueva alianza entre Dios y los
humanos.
En la
segunda lectura el autor de la Carta a los Hebreos describe cómo la nueva
alianza de Jesús sobrepasa la antigua alianza.
Primero, Jesús recibió su sumo sacerdocio directamente de Dios como
Melquisedec, no por herencia mediante la ley.
Segundo, como sumo sacerdote, Jesús pudo ofrecer su sacrificio en el
cielo, la verdadera residencia de Dios. (Aunque
parece remoto, realmente el cielo está cerca porque existe dondequiera está
Dios.)
Tercero,
Jesús llevó su propia sangre, que seguramente supera la sangre de animales, al
altar de Dios. Finalmente, los
beneficios que brinda el sacrificio de Jesús trascienden los de los sacrificios
del Templo. Mientras los sacrificios de
animales podrían conseguir el perdón de pecado, el sacrificio de Jesús obtiene la
reformación del hombre. Ahora,
reconstituidos con el Espíritu Santo, no solo somos perdonados sino también
fortalecidos para resistir el pecado y hacer obras dignas de la vida
eterna.
La Carta a
los Hebreos merece nuestra lectura continua.
Es el intento del autor no conocido de convencer a un grupo de conversos
judíos que no abandonen la fe en Cristo.
Se puede comparar estos conversos vacilando a los católicos en muchas
partes el día hoy que no asisten en la misa.
Aunque fueron bautizados y confirmados, cuando se les pregunta su
religión a menudo dicen “ninguna”.
Desean, como los paganos, los placeres en cuanto sean posibles. No pueden apreciar el sumo valor de la
Eucaristía que nos une en amor y nos mantiene íntimos con el Señor.
Dentro de
dos semanas los americanos van a celebrar un nuevo feriado conocido como “día
de Juneteenth”. La historia de este feriado nos ayuda entender el fenómeno que
pasa en nuestro tiempo con la Eucaristía.
Se llama el día “Juneteenth” porque solo en el diecinueve de junio del
año 1865 se dieron cuenta los esclavos en Tejas de que fueron liberados el
primero de enero del año 1863. ¡Pasaron
dos años y medio sin saber de su liberación!
Ahora muchos católicos liberados del pecado por el Cuerpo y Sangre de
Cristo tampoco se dan cuenta de su liberación.
Desconocen que el camino a la felicidad verdadera es vivir cerca del
Señor Jesús.
Esperemos que nunca nos olvidemos de nuestra libertad del pecado por el sacrificio de Jesús. Más bien, que la vivamos por despertar a los demás a sus beneficios. Comencemos ahora con el final de la misa y continuemos todos los días de la semana, todas las semanas del año, todos los años de nuestras vidas.
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