DÉCIMO DOMINGO ORDINARIO
(Génesis 3:9-15; II Corintios 4:13-5:1; Mark 3:20-35)
Este
domingo volvemos al Evangelio de San Marcos donde lo dejamos en febrero antes
de la Cuaresma. Jesús está proclamando
el Reino de Dios en Galilea. Mucha gente
queda impresionada por su manera de predicar con autoridad. Pero se asoman dos grupos en el pasaje que
acabamos a escuchar que desean que no siga predicando.
Dice la
lectura que los parientes de Jesús vienen a buscarlo. Añade que ellos piensan que había vuelto
loco. No menciona por qué razón piensan
así. Tal vez quieran que Jesús trabaje
en el taller de José.
La
predicación de Jesús ha llamado también la atención del liderazgo judío en
Jerusalén. Estos sacerdotes y escribas
de la Ley envían a unos representantes a Galilea para descreditar su
mensaje. Anteriormente en la narrativa
Jesús desafió a los escribas locales cuando comió con pecadores y cuando hizo
curaciones en sábado. Ahora los escribas
de la ciudad santa dicen que las acciones previas de Jesús lo muestran como
poseído por un diablo. Por eso -- dicen los
escribas -- expulsa demonios porque está en liga con ellos.
Jesús
responde a la acusación con parábolas.
Compara la situación de un hombre poseído echando demonios con un reino
donde hay guerra civil o una familia donde existe resentimiento entre los
hermanos. Bajo tales condiciones el
reino y la familia no podrían subsistir por mucho tiempo. Así, si él siendo poseído tratara expulsar un
demonio, no lo podría tampoco.
Con la
mención de posesión diabólico nos preguntamos de la posibilidad de su
existencia hoy en día. Los expertos nos
aseguran que sí hay personas poseídas.
Pero mientras es cosa relativamente rara y muy espantosa hoy, en los
evangelios ocurre con regularidad y frecuentemente está conectada con
enfermedades. Por ejemplo, Lucas relata
cómo Jesús curó a muchos “molestados por espíritus inmundos” (6:18). Parece que donde hace dos mil años
atribuyeron enfermedades tanto físicas como mentales a demonios, hoy en día hay
explicaciones médicas para ellas.
Sin
embargo, esto no quiere decir que no hay demonios asechando detrás de las
enfermedades. Recordamos el famoso libro
“Cartas del diablo a su sobrino” del autor inglés C.S. Lewis. En esta obra el diablo aconseja a su sobrino demonio
que su objetivo es hacer al hombre pensar que demonios no existan. Entonces – dice el diablo -- se puede someter
a la persona bajo el poder del demonio con facilidad. La estrategia del diablo en nuestro caso puede
ser que lo hace el enfermo pensar que lo más importante en la vida es hallar a
médicos excelentes. Entonces es posible
que se olvide de Dios como el mejor recurso en todas situaciones.
El pasaje
termina con Jesús nombrando familiares a aquellos que cumplen la voluntad de
Dios. No le importa que otras personas
no tienen sangre semejante a la suya en sus venas siempre que se sometan al
Señor. De esta manera Jesús extiende la
mesa familiar a todos que aman a sus prójimos de corazón. Que nosotros amemos así para encontrar un
lugar en su mesa.
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